domingo, 20 de abril de 2025

Bodega de Tomás López Cabanillas / Natalio Botana / Jorge Enrique Thurín. Autor: Federico Witkowski.

Vieja planta tomatera, se construyó a partir de la presencia de Natalio Botana, al igual que la bodega ubicadas dentro lo que se denominaba Estancia La China.
Néstor Salas, Diario "Río Negro", 2017.


Bodega de Tomás López Cabanillas / Natalio Botana / Jorge Enrique Thurín.

Parte I

Esta bodega propiedad de don Tomás López Cabanillas, se encontraba en tierras pertenecientes a la Estancia “La Finuca”, sobre la margen sur del río Negro, que había adquirido en 1910 a don Rodolfo Freyre.

Heredad que ha sido un modelo de estancia moderna y chacra, que supo alinear unas 70 hectáreas de vides, y poner una nota de civilización junto al río montaraz.

Aledaño a la esplendorosa residencia patronal llena de aristocrático confort, se hallaba emplazada la bodega integrada por 8 piletas de mampostería de 10.700 litros c/u, reuniendo una capacidad total de vasija fija de 85.600 litros y 200.000 litros de vasija móvil compuesta por cubas de madera de roble francés, conformando así una capacidad total de elaboración y conservación de 285.600 litros de vino, o como estaba cubicada en el año 1919 en 1500 cascos (Molins, W. Jaime - El Alto Valle del Río Negro). Su construcción data del año 1915.

Don Tomás, vivía una vida ennoblecida por la paz del campo y disfrutaba observar a sus viñedos rebosantes de lozanía que le recordaban los pámpanos de la milenaria Grecia –trasuntos de las vides helénicas que elogiaron los ditirambos de Arión–, cuando las doncellas corintianas clamoreaban en versos yambotrocaicos las andanzas de Dionisos.

Se elaboraban vinos blancos y claretes de mesa, que principalmente eran enviados para su venta a Necochea y localidades aledañas; también se los distribuía en la Línea Sur rionegrina.

En el año 1925 esta estancia, de 4500 hectáreas, es adquirida por don Natalio Botana (Sarandí del Yí 1888 – Jujuy 1941) empresario periodístico uruguayo arribado a la ciudad de Buenos Aires en el año 1913; y a la propiedad la rebautizó Estancia “La China” en honor a su hija Georgina Nicolasa a quien apodaban “China”.

Este reconocido periodista, fundador y director del Diario Crítica, propietario de la fastuosa quinta “Los Granados”, en Don Torcuato, en cuyo sótano se encontraba pintado el famoso mural del plástico mejicano David Alfaro–Siqueiros, ha recibido en dicho lugar la visita de famosísimos personajes de la época, como: Pablo Neruda, José Ortega y Gasset, Rubén Darío, Federico García Lorca entre tantos otros.

En la comarca han quedado los comentarios que hacia la expiración del verano de 1934, don Natalio vino acompañado por uno de los más grandes exponentes de la llamada Generación del 27, el poeta andaluz Federico García Lorca y comitiva.

Sorprendió al ilustre visitante la furtiva imagen del verano patagónico con su atmósfera preñada de perfume, olor y color en momentos que la magnolia yerguía su fantasma sombrío, mientras látigos de hielo azotaban los rebeldes vientos; en tanto Baco, intolerante en las cubas, dejaba escapar desgarradores gemidos en su etílica metamorfosis.

Quizás García Lorca, haya llegado a estas tierras patagónicas, buscando en la gran soledad y la lejanía escuchar los ecos sin voz de su desesperado y angustiante Grito a Roma, el que ha dejado sólo huellas negras en el desierto blanco del Vaticano: “Porque no hay quien reparta el pan ni el vino, ni quien cultive la hierba en la boca del muerto, … ni quien llore por las heridas de los elefantes, … “

Bodega de Tomás López Cabanillas / Natalio Botana / Jorge Enrique Thurín.

Parte II

Cuando en la oscuridad completa, el mundo del desierto patagónico se volvía profundo en su silencio extraordinario, intenso y penetrante, don Natalio Botana reflexionaba que la oscuridad de la noche era tan necesaria como la luz del día; así, entonces, la noche y el día eran esenciales, ya que daban vida y energía a todas las cosas vivientes de la tierra.

Esta bodega ha quedado registrada en la Guía Comercial del Ferrocarril Sud del año 1938, con una producción anual de 35.000 litros de vino.

En 1941 don Natalio fallece a los 53 años en un dudoso accidente de tránsito en la provincia de Jujuy, y con su desaparición física también se extinguió, al menos, la actividad bodeguera; la cual, ya no aparece en la Guía Comercial de los Ferrocarriles Sud, Oeste y Midland Nº 11 del año 1942.

En el año 1947 la estancia es vendida por su viuda, la periodista, escritora y poeta, Salvadora Medina Onrubia –con la finalidad de mantener el diario Crítica en la calle y saldar la deuda que tenía con los trabajadores de prensa– a los hermanos Manzano; quienes, a su vez, en 1955 se la transfirieron a Manuel Gerardo Rebella y Jacobo Schilman.

Hacia el ecuador de la década de los años ’60 se instaló una colonia integrada por 12 familias de agricultores galo-argelinos bajo el liderazgo de Jorge Enrique Thurin, los que habían emprendido el éxodo tras la independencia de Argelia. A través del Ministerio de los Repatriados de Francia, les conceden un préstamo de carácter no reintegrable de 30.000 francos y adquieren en el año 1967 una fracción de tierra en Valle Azul, perteneciente a lo que era la estancia “La China”.

Atrás habían quedado ya las conspiraciones y la guerra argelina, el Gral. Charles De Gaulle, sin tapujos ni rebozos, los había abandonado.

Arribaron así al reino del frío y del viento, viento al cual tuvieron que rápidamente adaptarse como el junco, que se inclina y dobla de un lado a otro pero no se quiebra.

Comenzaron a transitar por una senda sembrada de dificultades y contradicciones, y pronto entendieron que: “Su principal reto era la dificultad misma”, y aferrándose al verbo sarmientino rápidamente aprendieron que “las dificultades se vencen, las contradicciones se acaban a fuerza de contradecirlas”. No obstante, el añil valle les inspiraba pensamientos de calma y alegría.

Muchos de ellos, que se dedicaban a la actividad vitícola en la ex-colonia francesa, continuaron acá con el cultivo de la vid.

Jorge Enrique Thurín, se quedó con el casco de la estancia donde se encuentra el chalet, en el que vive actualmente con su señora esposa; se halla localizado a unos 300 metros del ejido urbano de Valle Azul, desde donde se puede observar la chimenea de la ex fábrica de tomates. Don Jorge aprovechando los viejos viñedos existentes y la bodega, en la que solamente habían quedado las piletas de material, retomó en 1967 la elaboración de vino. Entonces, el generoso y tumultuoso mosto se hizo vino y el vino se transformó en aliviadoras gotas de sangre redentora. Al establecimiento lo denominó “La Sureña”. Elaboró vinos hasta el año 1989.

Autor: Federico Witkowski.

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El chalet es hoy de los Thurin. Néstor Salas, 2017.

martes, 15 de abril de 2025

Vitivinicultura: Falleció el reconocido bodeguero Carlos Crotta.

 


Vitivinicultura: Falleció el reconocido bodeguero Carlos Crotta.

Construyó un puente entre la vitivinicultura popular y la alta gama. Además dejó su huella en el fútbol mendocino como presidente del chacarero.


Carlos Crotta (59), empresario vitivinícola y apasionado dirigente deportivo, falleció en Mendoza, la provincia que eligió como su lugar en el mundo. Nacido en Buenos Aires, Crotta se trasladó a Mendoza en su juventud y con solo 22 años se hizo cargo de la bodega familiar, continuando el legado de su abuelo y su padre, Carlos Leopoldo.

Crotta fue, sin dudas, uno de los grandes impulsores de la cultura popular enológica argentina. Su nombre está íntimamente ligado a la frase “Moscato, pizza y fainá”, una combinación que no solo representa una costumbre porteña sino también un emblema de la bodega que lideró por décadas. “¿Sabés que lo tengo registrado?”, decía con una sonrisa al hablar del sello que convirtió en parte fundacional de su empresa en una entrevista con Los Andes.

Fue vicepresidente de Bodegas de Argentina, donde integró de forma constante tanto el directorio como el comité ejecutivo. Representó a la entidad en numerosas instituciones del sector y se destacó por su rol como nexo con otros organismos, fortaleciendo el vínculo entre la vitivinicultura y el entramado institucional del país.

El vino popular como sello.

Carlos Crotta explicaba con claridad cómo su empresa logró consolidarse en una nota de Los Andes y mantenerse como una de las referentes del segmento. “Fuimos los primeros damajuaneros del país y, como dice el refrán, ‘el que pega primero pega dos veces’”, afirmaba con convicción. Ese primer paso, estratégico y pionero, marcó el rumbo de la bodega y le permitió posicionarse como líder en el consumo masivo.

El empresario destacaba que la clave del sostenimiento en el tiempo fue, sin dudas, la consistencia en la calidad. “Lo que hemos tratado de hacer es mantener la calidad, o sea no tener una partida buena y otra no tanto”, explicaba. En esa línea, remarcaba que el consumidor está dispuesto a pagar un poco más por un vino que sabe que no va a fallar. “La gente está acostumbrada a pagar algo más por el vino Crotta, pero sabe que es buen vino”, agregaba.

Con el paso del tiempo, la tradicional damajuana —símbolo indiscutido del vino de mesa en Argentina— fue sumando alternativas. “A la línea popular le hemos anexado otros formatos, como tres cuartos y multilaminados”, contaba Crotta, detallando cómo la empresa se fue adaptando a los cambios del mercado y a las nuevas formas de consumo.

Sin embargo, la damajuana sigue firme. “En toda esa oferta de envases, la damajuana sigue siendo fuerte su consumo en el interior del país, no así en Capital y Gran Buenos Aires”, explicaba, aludiendo a la diversidad de hábitos que existe entre regiones.

Con una estrategia enfocada en el volumen, Crotta detallaba en aquella nota de Los Andes que la bodega despachaba cerca de 800 mil litros mensuales entre todas las líneas de envase. Un número que habla no solo del arraigo de la marca, sino también de la capacidad de sostenerse en un mercado que exige eficiencia, tradición y cercanía con el consumidor.

Moscato (Crotta) Pizza y Fainá.

Si hay algo que Carlos Crotta supo capitalizar fue ese ADN porteño que lo acompañaba a él y su familia. Cuando se le preguntaba si la icónica frase —“Moscato, pizza y fainá”— tenía que ver con su producto, respondía con naturalidad: “Sí, exactamente. Nosotros tenemos registrada esa frase. Es una relación muy porteña, esa combinación de Moscato y pizza, especialmente en las pizzerías donde se come de pie. Es un clásico”.

El empresario entendía que el consumidor actual busca experiencias diferentes, pero con raíces conocidas. “Hoy en día, el consumidor busca productos nuevos, y qué mejor si vienen de una bodega reconocida”, remarcaba, en referencia a esa mezcla entre lo retro y lo confiable que propone su vermú. Además, detallaba una de las claves del éxito: “Estamos probando un vermú de 15 grados, en contraste con otras bebidas que tienen 35 o 40 grados, lo que lo hace más versátil: podés tomarlo con tónica, con naranja, con soda, o solo. Tiene mucha variedad de opciones”.

Además de su impronta empresarial, Crotta dejó una huella en el deporte mendocino. Fue dirigente del Club Atlético San Martín durante casi 14 años.



Publicado en LOS ANDES.

https://www.losandes.com.ar/economia/vitivinicultura-fallecio-el-reconocido-bodeguero-carlos-crotta-n5944732