domingo, 31 de julio de 2022

Bodega y Viñedos “Santa Augusta” de Josué Prates.

 



BODEGA Y VIÑEDOS “SANTA AUGUSTA” DE JOSUÉ PRATES / PRATES Hnos. y Cía. S.C.A.
Don Josué Valentín Prates (1905 - 1982), oriundo de la comuna de Cordenons, provincia de Pordenone, región de Udine en el noreste de Italia, egresó de enólogo de la prestigiosa Escuela de Viticultura y de Enología de Conegliano el 24 de octubre de 1924; su espíritu inquieto, lo llevó a otear horizontes lejanos y bellezas inefables.
Arribó a la Argentina en el año 1927, con 22 años de edad y un sueño silencioso como la mariposa e impaciente como el noble halcón.
Tras haber estado en La Plata, donde junto a su hermano Juan trabajó como albañil, llegó a Carmen de Patagones para ejercer la docencia en la Escuela Agrotécnica “Carlos L. Spegazzini”; tiempo después, se trasladó a Fortín Mercedes para desempeñarse como administrador del establecimiento rural “San Adolfo” de Carlos Luro, constituido por 5 quintas que contaban con 53,00 hectáreas de viñas con su correspondiente bodega y plantaciones de durazneros, perales, membrilleros y damascos. Desde este establecimiento, a partir del año ’30 comenzó a viajar a Río Colorado para atender la bodega de Lorenzo Juliá.
En su primer viaje a Río Colorado, don Josué, quedó estupefacto y alucinado cuando al despuntar la noche lo sorprendió una patente imagen nitzscheana, le pareció que la luna estaba pariendo un sol, tan desmesurada y grávida se hallaba reposando sobre la meseta. Para don Josué toda esta inefable belleza solo podía ser descripta con una palabra única y sorprendente: Patagonia.
Radicado definitivamente en el valle del Colorado en el año 1935, contrae enlace con la maestra doña Emilia Futten y, entonces, don Josué de la uva de sus labios extrajo el vino de sus besos. Matrimonio del que nacieron tres hijos: Luciano Augusto “Nito” (24.08.1938 – 18.05.2015) Celia Angélica “Titina” (28.12.1939) y Juan Antonio “Juancho” (15.10.1945 – 23.04.2019).
Resultante de la orfebrería diaria del laburo inicia la implantación de viñedos en Colonia Juliá y Echarren y para el año 1946 adquiere en el barrio Villa Mitre una bodega propiedad de Juan Herrera, elaborando ese mismo año su primer vino; un vino da tavola, ligero y sabroso, estilo de los vinos de las llanuras costeras del Adriático. Ahora sí, sus destinos se iluminaron con un nuevo rayo de sol.
Al año siguiente, 1947, constituye junto con los productores vitícolas: Primitivo Barragán, Antonio Gentili, Domingo Criado, Isaac García, Juan Valero Herrera Buj, Albino Canullo, Francisco Grazzone y Ángel Alegre, la firma PRATES Y COMPAÑÍA S.R.L. e inician la ampliación de la bodega.
A partir de 1957 don Josué adquiere la totalidad de las cuotas sociales y constituye la razón social Bodega y Viñedos “Santa Augusta” de Josué Prates.
La bodega con una capacidad de vasija vinaria de 1.744.600 litros, elaboraba vinos común de mesa tintos, claretes, criollos y rosados. Asimismo, ha elaborado un vino blanco reserva muy untuoso, hecho con los racimos que quedaban en las cepas hasta la hora del vendimial estío, momento exacto en que las frías gotas del rocío danzaban sobre los mismos y oxidaban la piel de las bayas del Sauvignon Rio Colorado. La bodega fue inscripta en el Instituto Nacional de Vitivinicultura bajo el N° N 74111.
Los vinos eran fraccionados en bordelesas, barriles y barrilitos bajo la marca VALLE DEL COLORADO. En 1968 la firma establece un Depósito Auxiliar de vinos con una capacidad de 355.654 litros.
Envasó también vinos de mesa tinto, clarete, rosado y blanco en damajuanas de 5 y 10 litros, botellas de 950 cm3 y de 2 litros y un vino reserva clarete en botellas de 700 cm3con la marca VALLE DEL COLORADO; y vinos reserva en sus tipos blanco, rosado y tinto en botellas de 700 cm3 con la marca SANTA AUGUSTA. Es para resaltar el reserva rosado, un vino de mucha personalidad y carácter, de agradable sabor, símbolo de la elegancia. Históricamente se encuentra considerado, por su expresión aromática, entre uno de los mejores vinos rosados de la Patagonia, sino el mejor.
Asimismo, elaboraba un vino de mesa clarete –Apto para la Santa Misa– envasado en botellas de 950 cm3 con la marca SANTA AUGUSTA.
Los vinos eran comercializados en La Plata, Avellaneda, Quilmes, Bahía Blanca, Mayor Buratovich, Pedro Luro y Villalonga entre otras localidades de la provincia bonaerense.
Este prestigioso maestro de la enología patagónica sostenía que una botella de vino debía descorcharse por lo menos una hora antes de beberse, debido a que la oxigenación abre los vinos, deja que despierten los aromas.
La bodega en el año 1982 queda por decisión familiar en manos de Luciano A. “Nito” Prates, constituyéndose la firma PRATES Hnos. y Cía. S.C.A.
En esta última etapa “Nito” se dedico a elaborar mosto sulfitado y venderlo para edulcorar vinos. Uno de sus grandes compradores fue la firma Buglione – Valle Lindo S.A. de la Isla de Choele Choel.
La última elaboración de esta industria vitivinícola se registró en el año 1984 y un año más tarde la actividad de la bodega fue dada de baja por el Instituto Nacional de Vitivinicultura.
Es dable resaltar que don Josué Prates ha tenido una destacada actuación en el aspecto social y económico en el valle del Colorado, por lo que la comunidad coloradense ha hecho un imperecedero reconocimiento a su persona imponiéndole su nombre a una de las calles de la ciudad.
Un recuerdo muy especial para “Juancho” Prates, quien me ha acompañado juntamente con el querido amigo Ing. Nelson Gambino a recorrer una gran cantidad de viñedos y bodegas de Rio Colorado y siempre recuerdo el inmenso gesto de “Juancho” cuando me quiso obsequiar el título original de enólogo de don Josué, cosa que no acepté porque era parte del patrimonio cultural tangible de la comunidad riocoloradense y lo lógico era que quedara atesorado en el museo local.
Publicado en
Afiches de bordelesas de vino de la Patagonia Norte 
Federico Witkowski. 

Afiches de bordelesas de vino de la Patagonia Norte
 
Federico Witkowski 

jueves, 14 de julio de 2022

La nueva uva portuguesa con la que se puede hacer vinos de calidad en Argentina.

 

El Instituto Nacional de Vitivinicultura aprobó el uso de la uva Tinta Cao para la elaboración de vinos finos y ahora la lista se amplía a 47. Para qué se usa y cómo son sus vinos.

El Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) aprobó la utilización de una nueva cepa de uva para la elaboración de vinos finos y varietales. Lo hizo por intermedio de la resolución 18/2022 que fue publicada este martes.

Se trata de la Tinta Cao, o Tinta Cão, una variedad originaria de Portugal que en Argentina tiene una presencia muy menor y aún así se utilizaba hasta el momento para la elaboración de vinos no varietales.

La resolución llegó tras una presentación que hizo la empresa La Agrícola S.A. de Familia Zuccardi, que permitió la apertura de un expediente. El INV realizó un estudio para determinar si es una cepa apta o no para este tipo de vinos a través de la Dirección de Estudios y Desarrollo Vitivinícola. Finalmente la aprobó.

Hasta el momento, la cepa estaba habilitada para producir vinos sin mención de varietalmostos y jugos. Sin embargo, es una cepa nueva que solo tiene una vendimia como legal, ya que su aprobación llegó en octubre de 2021.

Tinta Cao.

Este varietal es originario de Portugal y crece principalmente en la región de Duero. Hay registros de su utilización ya en el siglo XVI, por lo que se la considera una uva con mucha trayectoria.

Es una de las cinco cepas con las que en esta región se producen los mundialmente famosos vinos Oporto. Sin embargo, no es la más utilizada ni conocida. También se siembra en Australia y Estados Unidos.

La planta se caracteriza por tener rendimientos muy bajos y estos es uno de los motivos por lo que ha caído en desuso aún en Portugal. Se adapta mejor a los climas fríos, por eso se sospecha que en el Valle de Uco puede tener un buen rendimiento.

Produce vinos de mucha calidad, finos. Es una uva muy valorada por su capacidad para ser utilizada en la composición de un corte. De hecho, de esta manera se utiliza en los vinos Oporto. Posee un perfil aromático floral y un color no muy intenso. Le aporta longevidad a los vinos que compone.

Desde ahora, se podrán realizar vinos de calidad, cortes, Reserva y Gran Reserva con este varietal. También se podrá hacer uso de la Indicación Geográfica (IG) para este varietal.

Se suma a otras 46 cepas que también están habilitadas y son las siguientes:

Malbec, Merlot, Cabernet Sauvignon, Syrah, Pinot Negro, Pinot Meunier, Tannat, Lambrusco Maestri, Barbera, Sangiovese, Bonarda, Tempranillo, Cinsaut, Carignan, Petit Verdot, Cabernet Franc, Carmenere, Corvina Veronesse, Rondinella, Ancellota, Croatina, Lambrusco Grasparossa, Casavecchia, Garnacha y Tinta Cao entre las tintas. Gewurztraminer, Pinot Gris y Canari entre las rosadas. Y Chardonnay, Chenin, Sauvignon, Semillón, Sauvignonasse, Riesling, Torrontés Riojano, Ugni Blanc, Moscato Bianco, Pinot Blanco, Prosecco, Viognier, Pedro Giménez, Petit Manseng, Moscatel de Alejandría, Alvarinho, Grüner Veltliner, Fiano y Verdelho para las blancas.

PUBLICADO EN GUARDA 14 DEL DIARIO LOS ANDES.

domingo, 10 de julio de 2022

BLANCOS Y ESPUMANTES DE ACÁ NOMÁS: LOS VINOS BONAERENSES QUE REVIVEN UNA TRADICIÓN.


BLANCOS Y ESPUMANTES DE ACÁ NOMÁS: LOS VINOS BONAERENSES QUE REVIVEN UNA TRADICIÓN.

La pampa tiene el ombú (en realidad el caldén), pero también uvas con las que 11 bodegas hacen sus etiquetas. Mirá con qué sorpresas te podés encontrar al descorchar.

POR JOAQUÍN HIDALGO.

Publicado en Vinómanos.

Hace poco más de una década, cuando probé los incipientes vinos bonaerenses, esos vinos del sur de la provincia de Buenos Aires, la intriga era doble: por un lado, ¿qué motivaba a algunas personas a plantar viña en la pampa húmeda?; por otro, ¿qué clases de vinos podrían llegar a hacer en un mercado dominado por una oferta continental y desértica?

De las dos preguntas, la segunda se responde hoy con bastante claridad. Sobre 11 bodegas elaborando las 159 hectáreas de la provincia, repartidas en 48 viñedos según la información del Instituto Nacional de Vitivinicultura, casi todas tienen algún vino con alcance comercial en un área razonable de la provincia. 

Entre ellas hay que discriminar las que no son viníferas –no porque no se pueda hacer vino, sino que juegan un partido propio– que son unas 25 hectáreas de Isabella, la variedad más plantada.

Es que en la zona de Berisso, a orillas del Río de La Plata, hay una tradición de elaborar vinos con esta uva nativa de América, famosa por su sabor exótico. Las 25 hectáreas se salvaron de la erradicación de 1934 (de la que te explicamos más abajo, seguí leyendo) porque para la ley no eran uvas viníferas. Así pervive lo que se conoce como “vino de la costa”.

Pero las hectáreas que siguen dan el tono de lo que se puede beber entre los vinos bonaerenses: 20 de Sauvignon Blanc, 20 de Chardonnay, 7 de Glera, 3 de Riesling, 2 de Albariño y 1 de Moscato Giallo, todo ello entre las blancas. Es decir, unas 53 en total. 

De las tintas, la más plantada es Pinot Noir, con 14 hectáreas, seguida por 12 de Malbec, 12 de Merlot, 12 de Cabernet Sauvignon, 10 de Tannat, 8 de Cabernet Franc, 2 de Barbera y con 1 hectárea cada una siguen Sangiovese, Bonarda y Syrah. Suman 73, a las que se agregan otras 8 en parcelas ínfimas y dispersas.

Así tirados, los números dicen menos que las botellas. Pero hay que prestarle atención a una cosa. Por un lado, el 40% de las variedades son blancas. Eso, si no metemos el Pinot Noir que sirve para hacer burbujas, con lo que la base para vinos blancos y espumantes alcanza el 50% de la superficie.

Estas cifras convierten a la provincia de Buenos Aires en un caso único para la Argentina: produce blancos y espumosos oceánicos con la mitad de sus uvas, mientras que con la otra mitad explora un terreno casi desconocido, el de los tintos de influencia oceánica.

De hecho, al menos dos de los productores ponen foco en burbujas: el conocido ya Costa & Pampa, que pertenece a Trapiche y es pionero en el partido de General Pueyrredón desde 2008, al que se suma ahora Castel Conegliano, de la familia Chies, con primera vendimia en 2021. 

Si los primeros están enfocados en método tradicional, Castel elabora Prosecco con acento italiano, lo que explica que entre las blancas estén Glera y Moscato Giallo (uvas que forman este estilo).

Otros proyectos ponen un pie en las burbujas, aunque menos ambiciosos. Se trata de Myl Colores en Pringles, y Puerta del Abra en Balcarce. Este último además ofrece Riesling y Albariño, las dos blancas, en una vertiente similar a Costa & Pampa que produce Sauvignon Blanc y Chardonnay. 

A ellos se suma Cordón Blanco, que elabora Sauvignon Blanc en Tandil. Es en este terreno donde queda muy claro que los productores de Buenos Aires tienen un camino propio por recorrer, con blancos que no se pueden conseguir en ningún otro lado del país, justo en un momento en que los blancos parecen volver a las mesas.

Vinos bonaerenses: los tintos oceánicos.

La movida de los productores bonaerenses nació al amparo del éxito tinto en Argentina, lo que explica que los primeros productores apostaron por estos vinos. Pionero en la elaboración de Malbec en el sur de Buenos Aires, Bodega Aleste, en Médanos, plantó y se destacó con Tannat y Malbec. Corría el año 2000.

Detrás de este primer empujón vinieron otros productores. Cerros Colorados y Bodega Saldungaray en Sierra de La Ventana; luego, entre los partidos de Torquinst, Saavedra, Tandil y Tres Arroyos aparecieron algunos lunares de viña que fueron abriéndose paso. 

En paralelo, en el norte de la provincia volvían a la vida algunos viñedos en torno a Campana, como Bodega Gamboa, o Antípodas, en Junín.

Los tintos ofrecen una paleta gustativa en la vereda opuesta a Cuyo, por ejemplo. Como el clima es húmedo, carecen de concentración, pero ganan en frescura y frutas vívidas, con taninos reactivos. En estilo más bordelés, si se quiere.

Resta contestar aquella primera pregunta de 2010: qué motiva a estos productores a hacer sus vinos. La respuesta tiene un matiz histórico. En la provincia de Buenos Aires se hicieron vinos hasta la prohibición de plantar viñas en 1934, que favoreció a Cuyo, lo que acabó con un rico patrimonio. Recuperar esa historia es una posible respuesta. 

La otra es la que ofrece Martín Abenel, un loco apasionado del vino que desde Bahía Blanca y en el garaje de su casa elabora SanteVins desde 2013. ¿Qué lo mueve? La emoción de hacer vino con sus manos. Empezó con 13 botellas y hoy elabora varios estilos posibles, de los que hace 3.000, lo que lo convierte en un productor artesanal para la ley. 

Con más o con menos dinero en los bolsillos, todos quienes plantan y elaboran en Buenos Aires se mueven tras el encanto de la misma magia. ¡Salud vinos bonaerenses!

PUBLICADO EN VINÓMANOS.

https://vinomanos.com/2022/07/vinos-bonaerenses/