martes, 28 de diciembre de 2021

La uva de mesa y la diversificación económica regional.

 En la zona del Alto Valle de Río Negro y Neuquén, este cultivo no tiene limitantes productivas para su desarrollo. La clave es realizar un análisis económico antes de iniciarse en la actividad.

Por INTA ALTO VALLE.

El cultivo comercial de uva de mesa existe en el Alto Valle desde principios de los ‘90 como una actividad productiva alternativa a los tradicionales cultivos de pera y manzana.

Hoy tres décadas despues, continúa vigente dada la sostenida demanda de esta fruta, sobre todo del mercado interno regional y de otras provincias como las pampeanas y patagónicas.

Conocer en detalle las características del cultivo, su potencial productivo y económico, permite advertir que se trata de una alternativa viable para la diversificación en la zona.

Según datos aportados por el Mercado Central de Buenos Aires (MCBA) en 2019, la producción nacional de uvas de mesa se calculó en 66.000 toneladas anuales. Además, se estima que el país exporta 5.000 toneladas y compra cerca de 2.000 toneladas de uva de mesa proveniente de Brasil (90%) y Chile (10%) en el segundo semestre, para satisfacer la demanda local.

La Norpatagonia brinda condiciones ideales para el cultivo de uva, por su clima seco y soleado, suelos aptos y agua de riego de muy buena calidad.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Vitivinicultura, las provincias de Río Negro y Neuquén producen 104 hectáreas de uva de mesa, de las cuales el 70% están plantadas con variedades rosadas, el 18% con variedades blancas y el 12% variedades negras.

Para Mario Gallina, investigador del INTA Alto Valle, la Norpatagonia brinda condiciones ideales para el cultivo por su clima seco y soleado, suelos aptos y agua de riego de muy buena calidad. “A pesar de que existen adversidades climáticas como las heladas tardías, granizo, vientos y posibles enfermedades fúngicas, estos aspectos sanitarios se resuelven con la aplicación de distintas herramientas tecnológicas”, explicó Gallina.

Por su parte, el manejo cultural se asimila más a cualquier frutal de pepita o carozo que al de uva para vinificar, por sus requerimientos de mano de obra, insumos, rendimientos y posibilidad de conservación en cámaras frigoríficas.
En cuanto al empleo, se trata de un cultivo con una importante demanda de mano de obra calificada para las tareas de poda y atado, desbrotes, acomodo de brotes, trabajo en los racimos y cosecha son manuales.

Una producción normal y estable promedia los 20.000 y 25.000 kg /ha, suele conservarse en frío hasta junio o julio (según cada variedad), y es en esa época cuando se vuelca al mercado y se obtienen mayores precios.

De acuerdo con Patricia Villarreal, investigadora del INTA Alto Valle, un parral de uva de mesa plantado a 2,5 metros entre filas y 2,5 metros entre plantas con una densidad de 1.600 plantas/ha, riego gravitacional por surco y defensa de heladas pasiva, requiere una inversión de u$s 31.405.

“Es importante considerar que el período de implantación del cultivo es de tres años y la primera producción comercial se obtiene al cuarto año”, señaló Villarreal.

Asimismo, el costo de las labores culturales realizadas durante el ciclo productivo (12 meses) es de u$s 9.241 por hectárea, sin considerar la cosecha.
En esa línea, es importante calcular que el costo de la etapa de recolección de la fruta varia con el rendimiento del cultivo y se estima un costo de u$s 0,104 por kilo.

“En el análisis económico debe incluirse la amortización del parral”, destacó Villarreal, y agregó que: “si se tiene en cuenta la inversión y una vida productiva de 22 años, la amortización anual puede llegar a ser de u$s 1.427 por hectárea”.

Los especialistas señalaron que a raíz del análisis económico se estima que el precio mínimo de venta de la uva de mesa es de 0,40 u$s/kilo para cubrir sus costos directos.
“Este valor es aceptable en el corto plazo, ya que sólo alcanza a cubrir los gastos del cultivo y la amortización de la inversión y no aporta recursos a los gastos generales del establecimiento ni una rentabilidad al productor”, remarcó Villarreal.

Para el cálculo de los ingresos se considera un precio promedio sin IVA de la uva de 0,65 u$s/kilo, dando como resultado un margen bruto de 5.709 u$s por hectárea. En ese sentido, se calcula que ese saldo permite cubrir una parte de los gastos generales de la empresa, al mismo tiempo que aporta a la rentabilidad al establecimiento.

De acuerdo con los técnicos, quienes opten por este cultivo deben tener en cuenta que una buena producción en cantidad y calidad es necesaria, aunque no suficiente, para lograr la rentabilidad deseada.
“El otro componente indispensable es la destreza en la venta y el cobro de la fruta, y muchas veces aumenta dicha rentabilidad al comercializar con el eslabón de la cadena más cercano al consumidor”, concluyeron.

Dato 

104 HasLa superficie que actualmente se cultiva con vides en las provincias de Río Negro y Neuquén.

sábado, 18 de diciembre de 2021

Bodegas rionegrinas tienen un envase ideal para el vino en copa. Utilizan una máquina gestionada por Provincia para vender el mismo vino de sus botellas en un envase que lo conserva por más tiempo.

 

La forma de envasar y fraccionar el producto tiene gran peso en las estrategias y los resultados de cualquier fabricante. Se pueden abrir mercados y llegar a nuevos consumidores si se incorporan formas de envasado novedosas, ofreciendo el mismo producto. Siguiendo ese principio, las bodegas rionegrinas comenzaron a envasar sus vinos en bolsas plásticas dentro de una caja con un grifo plástico para abastecer, esencialmente, al sector gastronómico.

El sistema, conocido como Bag in Box (bolsa en caja, en inglés), tiene ventajas logísticas, permite mantener las condiciones del vino durante más tiempo una vez abierto el envase y genera menor impacto ambiental que el envasado en vidrio. Se utiliza una máquina especial, que fue comprada por el Ministerio de Producción y Agroindustria, que la puso a disposición de la Asociación Civil Ruta del Vino.

El objetivo es ofrecer un consumo de vino alternativo gracias a este formato otorgado en comodato, para que puedan ofrecer ese servicio a las bodegas.

“Estamos haciendo el primer fraccionamiento de vino en un envase nuevo para nosotros, que nos da la opción de ofrecer algo diferente y además nos da la oportunidad de llegar a más clientes en un entorno diferente”, expresó el enólogo de la bodega Humberto Canale, Horacio Bibiloni.

El director de Vitivinicultura de Río Negro, Marcelo Miras, contó sobre la iniciativa: “La propuesta se basó en el concepto de apoyar todos los emprendimientos que conlleven el desarrollo de la vitivinicultura provincial y la optimización de los recursos disponibles, siendo necesario aportar en las etapas finales de la producción y sobre todo en aquello que nos permitan, en tiempo y forma, colaborar asociativamente”.

El sistema de envasado bag in box es una solución para locales gastronómicos y el sector hotelero, por caso, ya que les permite ofrecer vino en copa sin la urgencia de tener que vaciar la botella antes de que el producto se eche a perder. También hay presentaciones pensadas para quienes consumen vino a diario en su casa, pero están lejos de tomar una botella entera.

La enóloga de Bodega Aniello, Eugenia Herrera, comentó que “es nuestra primera experiencia con esta máquina que se incorporó por medio del Ministerio de Producción. Es una alternativa a la que estamos apostando mucho, debido a la gran crisis de desabastecimiento de envases existente. No estaba en los planes hacer Bag in Box en la empresa, pero a partir de la ayuda del Gobierno vimos esta propuesta como una gran alternativa”.

¿Qué es la Bag in Box?

El envase contiene cajas de vino (adaptable a diferentes formatos), un grifo de plástico y una bolsa interna de polietileno. Este sistema, permite servir el “vino por copa” conservando sus propiedades organolépticas en el tiempo

Este formato es ideal para servicios de hostería, ya que se adapta al consumidor en cuanto a capacidad. Se pueden encontrar cajas desde 1,5 litros hasta 15 litros. También, es una buena opción para los consumidores diarios de vino, por la relación calidad-precio, sobre todo en relación a vinos jóvenes.

La innovación tecnológica que se ha dado en los últimos tiempos, propone formas de consumo conscientes con el medio ambiente. Bag In Box, posee un carácter ecológico, por su formato en cuanto a reutilización y evitar el uso de vidrio. Al ser más fácil y más ligero de transportar, el impacto ambiental de la producción de vino bag-in-box es muy inferior a la de las botellas tradicionales. Además todos los materiales que lo componen son reciclables. Además, el vino se conserva óptimo después de 30 días abierto.

Esta propuesta está enmarcada por una gestión, cuya línea integral es transversal en cada tipo de producción, y propone el agregado de valor, la sustentabilidad, y el desarrollo a partir de la aplicación de distintos tipos de tecnologías. Además, del acompañamiento a los productores y productoras de Río Negro, por medio de financiamientos y este tipo de propuestas, que ofrecen la posibilidad de llevar a otro nivel la producción local.

PUBLICADO EN LA MAÑANA DE CIPOLLETTI.

https://www.lmcipolletti.com/bodegas-rionegrinas-tienen-un-envase-ideal-el-vino-copa-n869697


domingo, 12 de diciembre de 2021

Vino, fútbol y una alianza con profundo sabor patagónico. La bodega Humberto Canale y Javier Zanetti se fusionaron para la creación de un producto de excelencia que se comercializará en el mercado europeo, pero que se elaborará íntegramente en el tradicional establecimiento roquense.

 


A veces de las casualidades depende la génesis de un proyecto o un asunto, cuya luz está ávida de ser develada y sólo falta la alineación de los astros correspondiente para que todo fluya sin esfuerzos.

Hay dos personas clave en esta idea de fusionar un vino de carácter patagónico por excelencia, con la figura irreprochable de quien fuera por muchos años el capitán del seleccionado argentino de fútbol y que hoy es el vicepresidente del Inter de Milán.
Javier Zanetti y el establecimiento roquense Humberto Canale hicieron contacto y aquí vamos a contarles cómo nació este vínculo tan particular que por ahora sabe a malbec y en un futuro también a pinot noir.

Andrés Guglielminpietro es uno de los grandes amigos que le ha dado el fútbol al Pupi Zanetti. Primero rivales en el tiempo que el Guly jugaba en el Milan, y luego compañeros en el Inter desde le 2001 al 2003. Para ambos ex jugadores la amistad se mantiene intacta y no ha colgado los botines.

El año pasado, en una de esas tardes donde la pandemia obligaba a darle forma a los proyectos que la peste postergó, el Guly y Martín Aguirre, un productor y empresario roquense radicado en Buenos Aires, coincidían en la idea de proyectar para sí un vino personalizado, de pocas botellas, bien particular. Casi boutique.

“Esto le tiene que gustar a Pupi…”, le dijo el Guly a Aguirre. Desde Italia, a Zanetti le encantó el proyecto y ahí comenzó a activarse la maquinaria de una idea con suaves taninos, de presente aroma frutal y amalgamado con olores de una buena madera.

“El Guly es un gran amigo desde hace muchos años y la verdad es que cuando me presentó a Martín y me empezó a hablar de la idea, enseguida me gustó y me entusiasmó. Empezamos a darle forma y hoy ya estamos cerca del lanzamiento. Estoy muy contento y muy feliz con eso”, afirmó el Pupi Zanetti desde Milán a Río Negro.

La idea desembocó en un par de bodegas que sirvieron de plataforma experimental, hasta que el Establecimiento Humberto Canale tomó el vino por las astas y ya no lo soltó más. “Que esta bodega haya aceptado hacer este producto, un vino tan prestigioso como son los de la Patagonia, es un placer. Poder trabajar con ellos será especial y esperemos que sea el puntapié inicial de muchas aventuras que emprendamos juntos”, aventura el Pupi, entusiasmado con el proyecto.

Es la hora del vino, y si es patagónico mucho mejor.
“Somos Patagonia, somos pioneros… Comenzamos con esto en 1909, lo fundó mi tío abuelo Humberto Canale y su gente, que con una gran visión compraron 400 hectáreas y plantaron 150 cuando nada había en el valle del Río Negro. Fue la primera industria agro regional. Es una responsabilidad enorme para los que continuamos ese legado, sostenerlo y desarrollarlo con productos honestos y de buena calidad”, se enorgullece Guillermo Barzi, quien está al frente de la emblemática bodega.

“ Tenemos la responsabilidad de ser Patagonia y me siento plenamente orgulloso de esta unión con Javier Zanetti, notable como futbolista y también desde lo social con su ‘Fundación Pupi’”.

Guillermo Barzi padre habla pausado y toma con acierto las palabras para buscar en su memoria el recorrido de sus 55 años en el establecimiento. No podría ser de otra manera. En Canale pareciera que el tiempo corre más lento. Los trabajadores pasan, todos se saludan, sonríen y nadie grita ni se apura. Sólo se escucha el sonido de la chacra y sus viñedos, y su paz puede despertar cierta perplejidad a los que somos sapos de otro pozo. Aunque claro, acostumbrarse a ello sería lo más natural del mundo.

A más de 11.000 kilómetros de distancia de Canale, Pupi Zanetti reconoce saber muy poco de vinos y todo lo que respira aquí pero sí lo alientan “las buenas referencias de la bodega y las características de los vinos, que son muy finos y muy prestigiosos. Combinar todo eso con mi persona, me llevó a decir que sí al proyecto y que comencemos a transitar este camino juntos. No conozco mucho de cepas, mi mujer sí un poco más y nos gustó que de entrada vayamos por el malbec”.

Es así entonces que la primera tirada del producto será de malbec “una cepa que es la bandera emblemática del país. Si bien en nuestra región y en la bodega también predomina mucho el pinot noir, que va a ser nuestra segunda entrega, inicialmente en el lanzamiento queríamos hacer fuerza con el malbec patagónico”, cuenta Guillermo Barzi (h), quien está al frente del proyecto por parte de Canale.

“Para hacer un buen producto, hay que pensar el vino desde el viñedo. Lo que se hizo fue una selección específica en cada fila en el cuadro y se eligieron los racimos de manera puntual. Por eso también la exclusividad y las pocas botellas. Aquí no hay grandes volúmenes y queda todo acotado a lo mejor, a capa más alta de producción de la bodega”, asegura ‘Guillo’ Barzi.

En la etiqueta que lucirá el flamante vino de Javier Zanetti sobresale, como no podría ser de otra manera, el ‘4’. El número estampado en el dorsal de las camisetas que ha vestido el ex futbolista, como también el ‘8’ que lució en la Selección Argentina, están presentes en toda la producción del vino.

“Pupi siempre jugó con el 4 y el 8 en la espalda y es por eso que todo está relacionado con esos números. Para darte un ejemplo la primer tirada, que es de malbec, va a ser de 4.448 botellas. Además, los precios de comercialización en un principio también tendrá que ver con esos números”, revela Guillermo Barzi (h), quien está al frente del proyecto por parte de la bodega Canale.
Además, el lanzamiento oficial del vino será el 4 de marzo del año que viene en Milán, aunque también podría ser el 4 de abril. Es decir, el 4 del 4.

“El espíritu de este proyecto se basa en los principios culturales y los valores que son distintivos de nuestra empresa, que son muy similares a los de Javier y eso fue lo que nos acercó a hacer algo así”, agrega Barzi y cuenta cómo es que Canale se involucró en esta aventura.


“Cuando surge la idea, que la trajo Martín Aguirre que es de Roca y nosotros que somos un establecimiento históricamente de acá, empezamos a delinear una idea, nos fuimos entusiasmando y acá estamos: en la búsqueda de un producto final con un nivel de perfección acorde a las pretensiones del proyecto”.

La fórmula para la elaboración de este vino no estaba escrita sino que fue apareciendo de a poco. Se aportaron elementos llenos de orgullo y tradición, que son secretos guardados en barricas de más de cien años y que de tanto en tanto se revelan. Un vino especial se busca, su mixtura se descubre y aquí, en esta bodega, hay especialistas para hacerlo.

“Fuimos a nuestro mejor viñedo de malbec, que es un cuadro que lo llamamos acá el N° 9 de la chacra 185, que está acá, en nuestra finca. Desde ahí sale este vino. Se seleccionan las uvas y después el cien por ciento de la producción va a un proceso en barrica de roble entre 10 y 12 meses, y otro tiempo similar en botella. El vino de Pupi en todo este tiempo va adquiriendo de a poco componentes distintivos que lo hacen único”, describe Barzi.

“La poción mágica siempre está. Nosotros tenemos la ventaja de que somos una bodega de 112 años y tenemos viñedos muy viejos. Entonces usamos parte de esa uva , que nos da la mejor nariz, el mejor aroma. Después vamos por las que nos dan el mejor bouquet y así”.
En el vino de Pupi se fueron buscando cada una de esas pequeñas cositas de los diferentes lugares del malbec, dentro un mismo lote.

“La cara sur de ese viñedo, como le da el sol de una manera, es diferente al de la cara norte. Y el suelo, a tres metros de distancia uno de otro, también suele ser diferente. Es por eso que sabemos cuáles son las plantas, dentro de esa misma parcela, que serán las adecuadas para elaborar el vino que estamos buscando”.

“Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia”.
Pupi Zanetti se animó y fue la bodega Canale quien le tendió la mano. El camino se abre entre los viñedos y esto recién comienza.
Salud!

Zanetti, la Patagonia y “Alen, luz de luna”.


Javier Zanetti sabe de la excelencia de los vinos de la región y además en más de una oportunidad ha estado recorriendo las bellezas de la Patagonia en modo vacaciones, principalmente en la zona andina.

“Con mi mujer, cuando todavía no teníamos hijos, anduvimos por allá. Era el momento para aprovechar en conocer la Patagonia. Es hermosa, yo se la recomiendo a todos los italianos que me dicen quiero viajar a Argentina. A todos les digo que no se pueden perder la Patagonia”, cuenta el Pupi desde su casa Milan a Río Negro.
Sobre los lugares recorridos en nuestra región, Zanetti afirma haber estado en Bariloche y también en San Martín de los Andes, a donde llegó como consecuencia de una situación bastante particular.

“En la década del ‘90 con mi mujer mirábamos la novela ‘Alén, luz de luna’, que se rodó en San Martín de los Andes. Decíamos siempre que era un hermoso lugar, que teníamos que estar algún día ahí. Hasta que fuimos hasta allá y recorrimos los lugares donde se hizo la novela”, recuerda el Pupi.
‘Alén, luz de luna’ fue una telenovela que se emitió por Canal 13 y que fue dirigida por Diana Álvarez. Protagonizada por Gustavo Bermúdez y Héctor Alterio como actores principales, la tira tuvo un gran suceso en todo el país y los paisajes de San Martín de los Andes le dieron un marco inmejorable a la historia.


PUBLICADO EN DIARIO "RÍO NEGRO", domingo 12 de diciembre del 2021.

https://www.rionegro.com.ar/vino-futbol-y-una-alianza-con-profundo-sabor-patagonico-2074304/

Fotos publicadas en Diario "Río Negro".

martes, 7 de diciembre de 2021

EL MERLOT ARGENTINO RESISTE CON HIDALGUÍA DESDE LA PATAGONIA, Y TIENE CON QUÉ.

 


Ahora que una parte de los consumidores de esta cepa vuelve a elegir la elegancia, los buenos Merlot están ahí para aportar un sabor diferente. 

Los del sur del país ofrecen frutas, especias y, sobre todo, futuro.  

Por Joaquín Hidalgo. 

El Merlot está de capa caída. Los compradores, los importadores, los ´opinadores´ lo corrieron de sus ambiciones –como si le hicieran bullying– y lleva ya más de una década en el cono de sombras. No está claro por qué. Ni cómo.

Pero sí hay una fecha fatídica que marca el calendario: la película Sideways –Entrecopas (2004)– disparó contra la variedad y movió buena parte del gran consumo hacia otras uvas y estilos, especialmente en Estados Unidos, principal góndola de vinos del mundo.

Fue una estocada del mercado. De buenas a primeras el Merlot –cuyo nombre deriva de merle, mirlo en francés, pájaro que come sus frutos cuando están maduros– dejó de cantar en supermercados, vinotecas y restaurantes. 

Y así, algunas regiones productoras quedaron con un patrimonio ocioso y lo arrancaron o replantaron, mientras que otras desde entonces defienden a la variedad, como lo hacen algunos consumidores enamorados.

Es tal el caso del Merlot patagónico. Con una superficie cultivada de 500 hectáreas, al sur del río Colorado el Merlot aún ofrece el sabor frutado y especiado que lo caracteriza, en un puñado de vinos que dan cuenta de un pasado y sobre todo de un futuro. 

Razones para esa resistencia hay muchas. Pero la más importante de todas es que, en los lechos arcillosos formados por el río Negro y Neuquén, las raíces del Merlot patagónico viven felices.

También podemos sumar otra. Menos evidente, pero es la que está llena de futuro. Al Merlot, los estilos ampulosos, dulces y licorosos, con taninos firmes que campearon en la década pasada, le sientan mal. Muy mal. 

Con variedad de matices y elegancia, abanico de sutilezas y cierta delgadez, la exigencia de un estilo que no está en su ADN lo convirtió en un tinto anabolizado que al final perdió la complexión armoniosa que lo caracterizaba. Y se cayó del mercado.

Pero ahora que soplan otros vientos en el consumo, ahora que una parte de los consumidores está de vuelta y elige la elegancia, los buenos Merlot están ahí para aportar un sabor diferente.

El gusto del Merlot.

Los más famosos son los bordeleses, pero en particular los de Pomerol, donde se producen algunos de los más celestiales Merlot. 

Ahí, en climas donde la lluvia es la justa y las arcillas de los suelos retienen y administran el agua a lo largo del ciclo, esta variedad alcanza niveles de energía y sutileza que enamoran.

En la gama de las frutas rojas, un buen Merlot vibra en la escala del cassis y la guinda, con matices de frutas negras, como arándanos o moras, si están más maduros. 

La nota característica, sin embargo, es cierto toque especiado, con una pimienta negra que subraya el carácter del vino. En la boca es donde se explica buena parte de su fama: con taninos finos y algo reactivos –que marcan las encías cuando es joven–, el cuerpo medio del Merlot adelgaza con los años y funde a los taninos ya convertidos en el fino polvo del tiempo con la textura de la seda. 

En ese punto es cuando los grandes ejemplares ganan trazos de trufa y hongos, tierra mojada y recuerdan al cuero.

Pero nada de esa gloria líquida se alcanza si el Merlot parte desbalanceado. Por eso la región es tan importante como el manejo en la bodega.

Merlot patagónico.

Recientemente probé una docena de Merlot patagónicos con diversos puntos de madurez. En todos ellos los taninos son finos y, en casi todos, el balance es un dato precioso. 

Puestos a elegir un puñado de ricos y motivadores Merlot de la Patagonia, con chances de volver a cautivar al gran público, estos son buenos ejemplos: 

Malma Reserva 2020, en un plan delicado; Fin del Mundo Reserva 2020 (aunque la añada vigente es la 2019) con cierto trazo licoroso y frutado; Miras Joven Merlot 2021, uno de los más complejos en aromas y boca llena de sabor; Aniello 006 Merlot 2020, con pizca de menta y fruta negra, y Humberto Canale Estate Merlot 2020, de fruta negra y pimientas bien precisas.

Lo interesante de Patagonia para Merlot, y también para la otra gran cepa bordelesa, el Cabernet Sauvignon, es que ofrecen hoy una paleta estilística y de sabor que agrega matices a los ya conocidos. Probarlos es viajar a otro paisaje gustativo. Y eso siempre vale la pena.

PUBLICADO EN VINÓMANOS.

https://vinomanos.com/2021/12/merlot-patagonico/

domingo, 5 de diciembre de 2021

Las nuevas -y extrañas- cepas del vino argentino, Las bodegas invierten tiempo y conocimientos para elaborar ejemplares sorprendentes a partir de uvas no tradicionales. Elegirlos es acceder a experiencias de consumo fuera de serie. Repasamos las mejores -y más extrañas- nuevas cepas..

 

si se mira con atención, de un tiempo a esta parte, las góndolas de las vinotecas (y también las de algunos supermercados) exhiben ejemplares argentinos de cepas que apenas nos suenan o que directamente jamás escuchamos nombrar. Cordisco, Ancellotta, Marselan, Pedro Giménez, Gewürztraminer, Marsanne, Barbera, Garnacha, Raboso, Caladoc, Pinot Gris… y la lista continúa. Son varias las bodegas, grandes y pequeñas, que apuestan al uso de variedades experimentales.

Así es: estamos ante una tendencia que responde, por un lado, a una búsqueda de los productores por diferenciarse y cautivar a un consumidor de vino cada vez más exigente y curioso y, por el otro, a la demanda de un público -muchas veces joven, muchas veces conocedor del mundo del vino- que busca sorprenderse y experimentar. Este círculo virtuoso se consolida con el aporte de los enólogos que, casi como un juego pero con mucha (pa)ciencia, pasión y dedicación, se embarcan en el desafío de trabajar con cepas sobre las cuales hay poca información o de las que casi no se sabe cómo responden a nuestros suelos y climas.

“Hoy, para diferenciarse, los productores usan estas cepas en vinos varietales -es decir, elaborados al menos en un 85% con la uva indicada en la etiqueta-, más allá de que muchas de ellas han sido usadas en cortes desde siempre y simplemente el consumidor no lo sabía. Si pienso en blancas hablo de Riesling, Gewürztraminer, Grüner Veltliner o Semillón. Si pienso en tintas, Criolla, Bonarda, Ancellota y Syrah son las que tienen una superficie cultivada representativa en el país y tienen oportunidad de crecer. Luego, hay grandes vinos producidos con cepas como Charbono, Canarí, Glera y Mourvedre, pero dada la poca producción, solo algunos afortunados acceden a estas botellas que, además, suelen tener un valor más elevado”, explica Marisol de la Fuente, sommelier y periodista especializada en vinos (www.solsommelier.com.ar).

La experta recomienda fervorosamente indagar en estos nuevos varietales para “desarrollar los sentidos y apreciar las diferencias en cada tipo de vino”. Hay para entretenerse: se calcula que existen en el mundo alrededor de 5000 variedades de uvas de las cuales hoy se utilizan unas 300 para vinificar. De ese total, solo una pequeña fracción se cultiva en nuestro país, pero muchas bodegas locales trabajan fuerte para que las opciones continúen en ascenso. Y por cada una de estas uvas poco tradicionales que se incorpora, se abre todo un abanico de posibilidades según en qué región del país se cultive y las decisiones que se tomen durante todo el proceso de elaboración, porque si bien cada una tiene su propio set de aromas, sabores y color, “el bouquet completo dependerá del terroir -suelo, altura, clima- y de los trabajos en el viñedo y en la finca”, asegura De la Fuente.


Un desafío para los enólogos



Puestos a considerar el principal problema que supone elaborar vinos a partir de variedades no tradicionales, los enólogos coinciden en apuntar a la falta de fuentes de información, lo cual implica arrancar casi de cero. Esto es aún más complejo con ciertas cepas que a veces ni siquiera están registradas en el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV). Por ejemplo, la mendocina Krontiras Wines trabaja en Luján de Cuyo la Asyrtiko, una uva blanca originaria de la isla de Santorini, Grecia, de la cual no hay prácticamente registros de su cultivo en Argentina. Esta misma bodega, tras varios años de investigación, sacó al mercado su Krontiras Explore Agliánico, elaborado a partir de esa uva tinta, también griega, que suele prosperar muy bien en suelos volcánicos.

Gabriel Bloise, enólogo de Chakana Wines, explica claramente por qué abordar cepas exóticas puede demandar décadas de trabajo: “Se trata de encontrar variedades que se adapten a cada lugar, de entender cuáles de las que crecen en otras zonas con climas y suelos similares, se pueden dar” en una región determinada. Quentin Pomier, enólogo de Bodega Piedra Negra, coincide, y sostiene que el desafío reside en expresar lo que brinda la naturaleza: “El objetivo es interpretar la variedad, su comportamiento en el lugar donde está plantada, cómo cultivarla, qué potencial nos da y, por ende, cómo vinificarla y criarla para que se exprese plenamente”, resume. ¡Menuda tarea!

¿Qué mueve a las bodegas y a los enólogos a incursionar en estos procesos de largo plazo que, además, no aseguran necesariamente finales felices? Bloise prefiere no hablar de tendencias: “Para nosotros la historia es otra, es una búsqueda y quizás por eso no esperamos resultados inmediatos sino que vamos probando. Cuando encontremos algo que nos haga felices entonces haremos un blend o un varietal de alguna cepa no convencional”, afirma.


La que es punta de lanza.



Una de las tintas atípicas que más viene resonando en el último tiempo en Argentina es la Ancellotta. “Es la que más ha crecido en términos de superficie plantada. Esto pone de relieve que las bodegas estamos descubriendo una uva distinta e importante. Si bien en las etiquetas no figura tanto, se la suele usar como corte”, explica Eduardo Rodríguez, enólogo de Corbeau Wines, que ha tomado la bandera de este varietal para hacer de él una insignia de la bodega.

De hecho, Corbeau cuenta con el viñedo de Ancellotta más grande del país (90 hectáreas), ubicado en San Martín, Mendoza. Para llegar al Pixels Ancellota y al flamante Mad Bird Reposado Ancellotta 2018, el trabajo fue arduo: “Cuando comenzamos, hace 13 años, todo era prueba y error. Lleva mucho tiempo conocer cómo trabajar con una nueva variedad. Incluso hoy -cuando creemos que ya la conocemos lo suficiente-, seguimos realizando pruebas”, cuenta Rodríguez. La bodega también incursiona con otras uvas poco tradicionales: lanzó un espumoso a base de Roussanne y Marsanne, dos variedades no tan conocidas en Argentina pero que constituyen un blend muy utilizado en Francia.

En el caso de Chakana, las pruebas preliminares con Ancellotta no arrojaron los resultados deseados. “Donde la plantamos no funcionó”, cuenta Bloise. Sin embargo, “variedades como Garnacha y Mourvèdre van muy bien, lo mismo que Petit Verdot, aunque no incluiría esta última entre las no convencionales”, sostiene el enólogo, y cuenta que la Petit Verdot la incluyeron en el Nuna Tetrada, un corte inusual orgánico y biodinámico que conjuga esa uva con Tannat, Cabernet Franc y Malbec.


Dos blancas atípicas.



En su finca orgánica localizada en Los Chacayes, Valle de Uco (Mendoza), Bodega Piedra Negra trabaja con dos blancas poco cultivadas en Argentina, las cuales han ido tomando protagonismo en su portfolio: Pinot Gris y Tocai Friulano. La primera es un clon del Pinot Noir que se cultiva en todo el mundo pero que en Argentina ocupa apenas 491 hectáreas, según los datos que arroja el INV en su Informe anual de superficie 2020.

Se caracteriza por su color grisáceo o marrón-rosado y por ser refrescante y de delicado aroma. En tanto, la Tocai Friulano es una variedad italiana no muy difundida en nuestra tierra pero que aquí -dicen los expertos- ha logrado adquirir personalidad y diferenciarse de las tradicionales Chardonnay y Sauvignon Blanc con sus aromas intensos y buen equilibrio. Piedra Negra sacó al mercado un Pinot Gris Orgánico y, dentro de la línea Jackot, su Tocai Friulano Orgánico, un vino que el enólogo de la bodega no duda en calificar como “muy sorprendente de contrastes”. Lo recomienda a quienes buscan experiencias memorables.


Famosas afuera, novedosas acá.



Cordisco es el nombre que recibe en nuestro país la variedad italiana Montepulciano d’Abruzzo. Es una cepa introducida por los inmigrantes de ese país, pero aún hay muy poca superficie cultivada en Argentina (80.7 hectáreas según el informe del INV). Los Durigutti, haciendo honor a su origen, consiguieron el material genético de un viñedo en extinción en San Juan, lo llevaron a Mendoza y lo reprodujeron y plantaron. “Hoy tenemos 0,8 hectáreas y producimos unas 3.500 botellas por año con esa cepa”, cuenta Héctor Durigutti, de Durigutti Family Winemaker. ¿El resultado? Un tinto fresco y con fruta muy viva que hoy integra la línea Proyecto Las Compuertas y que, según cuenta el enólogo, “ha tenido una gran aceptación especialmente entre los jóvenes y en gastronomía, porque es fácil de beber y con un alcohol muy amable”.

Otra variedad que es muy conocida en el mundo pero incipiente en la Argentina es la Riesling, que aquí se cultiva en apenas 74.4 hectáreas. En este caso es una uva blanca originaria de Alemania que también se cultiva en Francia y otros países, generalmente en regiones de clima fresco. En Argentina, Luigi Bosca la viene trabajando desde hace tiempo: “Comenzamos probando en la década del 80 en Finca El Paraíso (Maipú) para terminar cultivándola en Finca Los Nobles (Las Compuertas) en la década del 2000″, cuenta Pablo Cúneo, director de Enología de la bodega. El resultado de esos estudios -que incluyeron la selección del material vegetal y la selección del sitio donde mejor se expresaran las características varietales- es el Luigi Bosca Riesling. “En cuanto a la vinificación, también hemos recorrido un camino de aprendizaje que aún continúa. En este aspecto es muy importante la definición del momento de cosecha y el manejo de las fermentaciones para lograr una expresión típica”, señala el enólogo.

Manuel Pérez Caffe, ingeniero agrónomo y cocreador de Sarapura Wines, también destaca “el resurgimiento de variedades llamadas ‘tintas B’, como el Syrah, el Bonarda, el Merlot y el Tempranillo”. La bodega lanzó su Tempranillo en la primera añada y sorprendió a un público poco habituado a beber vinos que la tuvieran como cepa principal. “En la segunda, hicimos base en el Merlot y pasó lo mismo”, subraya. Es que la novedad a veces viene de la mano de lo que ya conocemos, solo que pensado (y procesado) de una manera disruptiva. Semillón, Tempranillo, Criolla, Tannat, Chenin Blanc o Sangiovese, algunas variedades tradicionales que vuelven al ruedo y tientan a los consumidores.


Algunas cifras.



Entre 2000 y 2020 el Malbec arrasó en crecimiento de hectáreas cultivadas. Entre las menos tradicionales, algunas parecen querer mostrarse. Lógicamente, la cantidad de hectáreas cultivadas en la Argentina con cepas no tradicionales es ínfima en relación con la que ocupan las variedades que sirven de base a los vinos más valorados por los consumidores locales e internacionales.

Mientras que existen 45.650 hectáreas de Malbec y 14.100 de Cabernet Sauvignon, por nombrar dos poderosas, hay apenas 50 de Agliánico, 80 de Cordisco, 31 de Garnacha, 22 de Raboso y 74 de Riesling. Entre las raras, se destacan la Ancellotta, con 2.200 hectáreas, y el Pinot Gris, con 490. (Fuente: Informe Anual de Superficie 2020 INV).


Quién te ha visto y quién te ve.



En el mundo del vino resuenan nombres de variedades ‘pasadas de moda’ que hoy regresan renovadas. En la que podríamos caracterizar como una búsqueda casi frenética de experiencias nuevas, los consumidores no solo se animan a cepas desconocidas sino también a otras que tuvieron su época de gloria y habían pasado al olvido, pero que hoy vuelven con un concepto diferente. “Una cepa que está resurgiendo es el Tannat. Y hay otras variedades que son tradicionales, como la Criolla, con las que siempre se hicieron vinos baratos, pero ahora se usan para hacer cosas nuevas”, observa Gustavo Bertagna, primer enólogo de bodega de Susana Balbo, al tiempo que también destaca la llegada de novedades a partir del uso de técnicas no tradicionales con variedades que sí lo son.

En ese rescate de viejas conocidas, Andeluna ha apostado por el Semillón, una variedad muy utilizada a mediados del siglo XX pero para hacer cortes o vinos en los que no se mencionaba el cepaje. “Encontramos este varietal en Valle de Uco, con muchos años de plantación, y me pareció súper interesante contribuir a su resurgimiento. Vemos que en el mundo, en general, hay un interés creciente por el Semillón y, si bien en Argentina aún hay pocas hectáreas cultivadas, se están elaborando muy buenos vinos”, cuenta Manuel González Bals, enólogo de la bodega.

Otra variedad representativa en el pasado que había caído en el olvido es la Chenin Blanc. “A raíz de una selección realizada por el INTA en la década del 80 buscando una mayor y mejor productividad, la cepa comenzó a dar vinos de baja calidad, con pocos aromas y gustos”, explica Roberto De la Mota, enólogo de Bodega Mendel. Por suerte, algunos productores continuaron elaborando las viejas variedades tradicionales. A partir de 2009, Mendel decidió producir Semillón y luego Chenin Blanc. “Además de poseer las uvas y tener la intención de reivindicar estos nobles cepajes, debo sumar la experiencia de haberlos elaborado en el pasado, cuando trabajaba con mi padre, con buenos resultados”, destaca De la Mota. Cuenta que la historia ha sido similar con el Merlot: “Es un excelente cepaje que ha tenido mala prensa luego de un film en el que se lo criticaba mucho”, recuerda, aludiendo al film Entre Copas. La clave, dice, es “cultivarlo en zonas frescas para conservar los aromas afrutados y sus características varietales”.

Este ha sido un brevísimo resumen de algunas propuestas del mercado. Hay muchísimas opciones más y todas merecen ser degustadas porque las bodegas las las vienen trabajando a conciencia. Si la idea es sorprendernos e incrementar nuestra capacidad de percepción de aromas y sabores, tenemos que olvidarnos de tomar siempre lo mismo. ¿Listos para aventurarse en la búsqueda?

Por Yanina Bouche.-

PUBLICADO EN DIARIO "RÍO NEGRO", SÁBADO 4 DE DICIEMBRE DEL 2021.

https://www.rionegro.com.ar/las-nuevas-y-extranas-cepas-del-vino-argentino-2063182/

viernes, 3 de diciembre de 2021

Un representante de San Luis consiguió el segundo puesto en concurso de coctelería. Facundo Gagliano participó del concurso nacional para bartenders con su trago original “Las Venas Abiertas”.


Gaglano dice que "el sommelier es servicio" y que debe conocer de alimentos y bebidas en general. 
Foto: Gentileza.

El joven sommelier internacional, Facundo Gagliano, participó representando a San Luis en la competencia nacional de esta especialidad con su cocktail “Las Venas Abiertas” y obtuvo el segundo puesto. La competencia se realizó en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el pasado 30 de noviembre, pero que recién este jueves le anunciaron el resultado.

 

Gagliano, que debió competir con más de cien colegas de todo el país, ya había sorteado dos etapas preliminares del #CocktailChallenge, y ahora se hizo acreedor a un premio de 20 mil pesos y además tendrá la posibilidad de hacer un viaje educativo a la planta que la firma Dellepiane (organizadora del concurso)  tiene en Villa Mercedes.

El empleado de una distribuidora local de bebidas está recibido de Técnico de Alimentos en la Universidad Nacional del Comahue (con sede en Villa Regina, Río Negro), también es Sommelier Internacional (Wine Institute) y tiene el nivel 1 de Court of Master Sommelier.

Para participar, Gagliano contó que  envió su receta paso por paso con la técnica: presentación, cristalería, aromas e ingredientes, lo que definió como “un instructivo de cómo armar el cocktail para que cualquiera lo pueda realizar”.

 

Además debió explicar la inspiración e historia del trago, sus ingredientes y el por qué de cada uno de ellos; además de un audiovisual en el que mostraba como realizarlo.

Facundo dice que “el sommelier es servicio” y aclara que “sin servicio es como un cocinero sin fuego. Los exámenes internacionales, mundiales y competencias evalúan el servicio como uno de los aspectos más importantes”.

 

Y contó que “si bien se suele pensar que el sommelier se relaciona solo con el vino, realmente tiene que estudiar sobre todas las bebidas  y alimentos en general. Pero también productos como puros, habanos y obviamente la cocktelería, que es la parte más importante”.


La receta de su coctel.


“`Las Venas Abiertas´ está inspirado en las riquezas aportadas por la pachamama y la sabiduría de los pueblos originarios latinoamericanos para extraer el mayor provecho de ellos”, señaló Gagliano y detalló que los ingredientes incluye: 60 mililitros (ml) de Caña Argentina 1° de Agosto, 30 ml de licor de cacao tres plumas, 15 ml de jugo de limón, 1 barspoon de yerba mate, palo santo para ahumado de vaso y una rodaja de limón para decoración.

 

Para la preparación dijo que primero se debe ahumar el vaso con el plao santo, en la coctelera agregar hielo y el resto de los ingredientes, tapar y agitar enérgicamente unos segundos.

Colocar una roca de hielo grande en el vaso y verter con doble colado (colador oruga y de doble tamiz) la bebida en él. Y después todo es disfrutar.

PUBLICADO EN EL DIARIO DE LA REPÚBLICA - San Luis. Imagen de la misma publicación.

https://www.eldiariodelarepublica.com/nota/2021-12-2-14-20-0-un-representante-de-san-luis-consiguio-el-segundo-puesto-en-concurso-de-cocteleria

jueves, 2 de diciembre de 2021

Dos bodegas, una rionegrina y otra mendocina, se unieron para crear un vino exclusivo. Humberto Canale y Lagarde en modo alianza, una estrategia que ponen en valor y acción para potenciar la creatividad.

 Humberto Canale y Bodega Lagarde se unen nuevamente para dar vida a Dos Cielos, un blend de uvas tintas que nació en 2004 y fue pionero en fusionar uvas de terroirs tan extremos como Cuyo y Patagonia. Hoy, ambas bodegas anuncian la salida al mercado de la segunda añada de esta creación, que ya está disponible en vinotecas de todo el país.

Bodega Lagarde cuenta con 124 años desde su fundación y se encuentra en Mendoza, mientras que Humberto Canale es una bodega con 112 años de historia, ubicada en Río Negro. Ambas son bodegas familiares, que elaboran vinos con uvas propias, provenientes de viñedos antiguos, trabajados siguiendo un fuerte compromiso con el medio ambiente y la sustentabilidad.

Lagarde pertenece a la familia Pescarmona, es una de las primeras bodegas fundadas en Mendoza por aquellos visionarios que llevaron la vitivinicultura a la región de Cuyo y posee viñedos que datan de 1906. En tanto que Humberto Canale es propiedad de la familia Barzi Canale, pionera en la producción de vinos en la Patagonia, que cuenta con viñedos de 1937.

“Dos Cielos se juntan, dos terruños se fusionan y un vino resulta de esa ceremonia perfecta”, así definen a este vino sus ideadores Sofía Pescarmona (CEO de Lagarde) y Guillo Barzi Canale (Director y propietario de Humberto Canale), quienes son tercera y cuarta generación de viticultores, respectivamente. Fue juntos que, a principios de este siglo, se embarcaron en una idea que por entonces era poco común: producir un blend con uvas de diferentes provincias vitivinícolas. El resultado fue un vino elegante e inolvidable para quienes tuvieron la oportunidad de probarlo.

«Este vino me emociona porque es un proyecto que hermana a dos familias que comparten valores, una pasión indiscutida por el vino y el hecho de siempre estar emprendiendo, aún en los tiempos difíciles. Dos Cielos es hermanar a dos terruños muy diferentes, pero que comparten a una misma madre: la cordillera de los Andes», explicó Sofía Pescarmona, CEO y copropietaria de Lagarde.

“Dos familias argentinas unidas por la amistad y la pasión por elaborar vinos inolvidables funden nuevamente diferentes varietales de sus regiones vitivinícolas para dar vida a una nueva añada de Dos Cielos, un corte caracterizado por un delicado equilibrio, que augura un notable potencial de guarda”, agregó Guillermo Barzi Canale.

La añada 2019 está compuesta principalmente por Malbec. La elaboración de este vino fue tradicional, se utilizaron levaduras indígenas y tuvo una crianza de 18 meses en barriles de roble francés. Solo 6.000 botellas forman esta exclusiva partida, que se comercializará en estuches de madera de tres unidades.


Dos Cielos 2019.

A la vista, Dos Cielos 2019 es de color rojo rubí oscuro, limpio y brillante. Es aromáticamente intenso y muy complejo, con notas a frutas rojas y negras maduras así como en confitura. En boca es un vino de taninos finos y buena acidez, que le aportan una estructura firme. Es persistente y de final largo, augurando un gran potencial de guarda.

«En la elaboración de este vino nos planteamos como objetivo que el mismo tuviera una identidad propia. En él conviven en armonía las expresiones de dos terruños diferentes, esto lo convierte en un vino único», explicó Horacio Bibiloni, enólogo de Humberto Canale. Por su parte, Juan Roby, enólogo de Lagarde, agregó: “Cumplimos la meta planteada al lograr un vino muy intenso y expresivo, que para mí se define por su complejidad y su estructura fina y elegante”.

La etiqueta está inspirada en el arte Madí, lenguaje estético que se expresa con mínimos elementos y pureza de formas. Está simbolizado por dos planos puros, representando los cielos de Mendoza y de la Patagonia, que terminan fusionados en uno.

PUBLICADO EN DIARIO "RÍO NEGRO".

https://www.rionegro.com.ar/dos-bodegas-una-rionegrina-y-otra-mendocina-se-unieron-para-crear-un-vino-exclusivo-2060470/