PUBLICADO EL 11/03/2021 por Equipo Vinos y Pasiones.
Por Juan Diego Wasilevsky.
Alguna vez te preguntaste por qué las bodegas argentinas se
llaman como se llaman? En muchos casos, no hace falta indagar tanto, como
sucede con un amplio abanico de proyectos bautizados con el apellido de la
familia o el nombre completo del fundador, como es el caso de Bianchi,
Goyenechea, Zuccardi, Humberto Canale, Susana Balbo Wines, Alfredo Roca o
Etchart.
En otros casos, la zona en la que se emplaza la bodega
termina imponiéndose en el nombre, como sucede con Costa & Pampa, la
primera bodega de Chapadmalal, que cuenta con viñedos a escasos metros del mar.
O con Casa de Uco, el proyecto emplazado en una de las zonas de mayor altitud
de ese valle que le da su nombre.
Pero hay muchas bodegas cuyos nombres son un misterio para
muchos de quienes disfrutan de sus vinos. Por eso en esta producción te
invitamos a conocer las historias que hay detrás:
Bodegas Salentein.
Este establecimiento es uno de los pioneros del Valle de Uco
y fue fundado en 1996 por el empresario holandés Myndert Pon. El nombre Salentein
es el mismo que tiene una mansión y finca ubicada en la ciudad de Nijkerk, en
el corazón de Holanda. La misma fue construida en el siglo XVIII y, según
explicaron desde la bodega, en el año 1980 pasó a ser propiedad de la familia
Pon.
«Cuando Myndert Pon llega a la argentina elige el nombre
Salentein para darle nombre a la bodega que cambiaría para siempre la historia
del Valle de Uco», indicaron.
¿Hubo algún otro nombre que hayan barajado? Frente a esta
pregunta, desde la bodega plantearon: «Sí, Salentino, que surgía de la unión de
Salentein y Argentino, pero resultó ser una marca de vinos italiana que estaba
registrada en muchos países e imposibilitaba poder comercializarlos
internacionalmente y eso disentía con la visión que siempre tuvo Myndert Pon de
elaborar vinos de clase mundial en el Valle de Uco para exportarlos a la mayor
cantidad de países del mundo».
Bodega Monteviejo.
Dentro de Clos de los Siete, el proyecto que llevó adelante Michel Rolland en Valle de Uco, se encuentra una de las bodegas más reconocidas de la Argentina: Monteviejo, que alumbra grandes vinos de clase mundial, de la mano del reconocido enólogo Marcelo Pelleriti.
Ahora bien, ¿por qué eligieron ese nombre? En diálogo con
iProfesional, Pelleriti explicó que Catherine Père-Verge, dueña de la bodega,
lo eligió porque el primer château que adquirió en Pomerol, Francia, allá por
el año 1985, se llamaba Montviel, que en español significa, justamente,
Monteviejo.
Bodega Doña Paula.
La bodega, que posee viñedos en Luján de Cuyo y en Valle de
Uco es propiedad de Santa Rita Estates, perteneciente a su vez de Grupo Claro,
de Chile.
Esto explica la razón del nombre: «Doña Paula se llama así,
por Paula Jaraquemada, quien prestó refugio en su casa a 120 patriotas chilenos
liderados por O´Higgins. Actualmente es donde se encuentra el restaurante Doña Paula, dentro de la
Bodega Santa Rita de Chile», explicaron desde el establecimiento, que inició
sus operaciones en la Argentina en el año 1997.
Viña Las Perdices.
La bodega está ubicada en Agrelo, en el corazón de Luján de
Cuyo y comenzó sus operaciones en el año 2004, mientras que los primeros vinos
se empezaron a comercializar dos años más tarde.
La bodega hoy es liderada por el enólogo Juan Carlos Muñoz,
pero fue el nombre lo eligió su padre: Juan Muñoz Lopez, quien llegó a la
Argentina a comienzos de los años ’50 desde Andalucía para instalarse en
Mendoza, donde comenzó a dedicarse al cultivo de la vid.
En cuanto a la razón del nombre, explicaron que cuando él
llegó a estas tierras «se asombró de la cantidad de perdices que andaban por
los alrededores. Un vecino del lugar le comentó que estas aves de hermosos
plumajes eran viejas habitantes de la zona y que solían verse en grupos de tres.
Con el correr de los días ellas se transformaron en simpáticas compañeras de
sus largas jornadas de trabajo. Fue entonces que decidió nombrar su bodega Viña
Las Perdices», indicaron.
Finca Quara.
Rodolfo Lavaque fue uno de los responsables de darle visibilidad
a los vino del Norte Argentino en las góndolas del mundo. Y la necesidad de que
los vinos tuvieran una fuerte identificación con el lugar de origen es lo que
motivó la elección del nombre.
«Cuando se pensó en lanzar una línea de vinos bien representativa
del norte, se buscó algún animal típico de la región. La quara, de la familia
de los camélidos, como son las llamas o las alpacas, surgió como la mejor
opción, en gran parte por sus características: es un animal fuerte, que
utilizaban los habitantes originales de la zona, principalmente, para
transportar cargas pesadas», explicó Ignacio Velasco, gerente de la bodega.
El directivo además explicó que, como requisito importante,
el nombre tenía que estar disponible para registro tanto en el país como en
otros mercados, pensando en el potencial exportador de los vinos de Cafayate,
«y el tener muchas vocales también facilitaba su pronunciación en otros
idiomas, otro factor que incidió en la decisión».
Bodega Amalaya.
La bodega de Cafayate, Salta, pertenece al Grupo Colomé y
que fue creada por el suizo Donald Hess, quien adquirió Colomé en 1998.
Desde la bodega explicaron que «Amalaya fue la palabra que
enamoró a Hess cuando compró su primera finca en Argentina, muy cerca de
Payogasta, llamada ‘El Arenal'».
«Su espíritu y su perseverancia, fue lo que lo llevó a
encontrar agua en una plantación sin uso, donde nadie había trabajado la
tierra, ni siquiera los incas. Así se ganó el apodo del «el loco Hess»,
señalaron para luego rememorar que Hess «llevaba un péndulo colgado y le
insistió a la empresa de perforaciones para que siguieran escavando, ya que
había sentido las vibraciones».
«Al momento en que encontraron agua, la persona que estaba
con Donald exclamó ‘¡Amalaya!’. Y así fue como, años más tarde, cuando Hess
decide comenzar su nuevo proyecto en Cafayate y desarrollar una línea
experimental de vinos basados en la variedad Malbec, homenajeó ese momento y lo
bautizó con ese nombre», concluyeron.
Huentala Wines.
La bodega fue fundada en Gualtallary en el año 2002, de la
mano del empresario Julio Camsen, dedicado a la actividad hotelera, financiera
y vitivinícola.
Según detallaron, Huentala significa «Valle de Guanacos» en
la lengua de los huarpes, la población originaria de la región en la que hoy se
encuentra Mendoza.
Huentala, además, es el nombre del hotel propiedad de la
familia Camsen, en la ciudad de Mendoza.
«Al dar sus primeros pasos en el negocio vitivinícola,
decidieron hacerlo con el mismo nombre, rindiendo homenaje a la tierra
mendocina, al terroir que da origen a los vinos«, indicaron.
Alta Vista.
La bodega fue fundada en 1998 por los franceses Patrick
d’Aulan y Jean Michel Arcaute.
«Ellos tenían como misión principal buscar los mejores
terroirs de Argentina y es ahí cuando descubren un lugar maravilloso: Vista
Flores, en el Valle de Uco. Muy cerca, e incluso atravesando este lugar, es
donde hoy se encuentran dos de nuestros principales terroirs: Temis, en El
Cepillo y Albaneve, en Campo de los Andes», explicaron.
Fue entonces que el nombre de la zona los inspiró y «lo
combinaron con lo imponente de la Cordillera de los Andes y la vista desde lo
alto, a más de 1.100 msnm, altura a la que se encuentran ubicados nuestros
viñedos».
El Porvenir de Cafayate.
La bodega se fundó en el 2000, mientras que la primera
producción de vinos fue en el 2002, vinos que se lanzaron comercialmente dos
años más tarde.
«El Porvenir era el nombre original de la antigua bodega.
Cuando fue adquirida por la familia decidimos preservar ese nombre porque nos
sentimos identificados con esto de tener la mirada puesta en el futuro, en las
próximas generaciones», indicó Lucía Romero, su propietaria.
En un principio le agregaron «de Los Andes», porque –tal
como agregó-, las etiquetas tenían –y tienen- la impronta Inca, parte de la
influencia andina que se encuentra en Salta y querían resaltar eso.
«Luego nos dimos cuenta que lo que queríamos dar a conocer
era nuestro terroir, nuestro lugar en el mundo:
Cafayate. Por eso hicimos un rebranding y mejoramos el diseño de las
etiquetas y cambiamos el nombre», agregó.
Bodega Gauchezco.
La bodega se fundó en el año 2007 en Mendoza por el
estadounidense Eric Anesi, quien viajó a la Argentina para conocer más sobre
los vinos argentinos.
«Siempre pensamos en ambos mercados, pero necesitábamos un
nombre que rápidamente nos posicionara en el exterior. Así que queríamos un
término que representara a Argentina y que cuando los consumidores vieran la
etiqueta supieran de inmediato que se trataba de un vino argentino.
Investigamos varios iconos nacionales y entre ellos el gaucho», indicaron.
Ahora, ¿por qué incluyeron la «z» cuando en realidad
gauchesco se escribe con «s»? «Cuando comenzamos el proyecto, en el año 2007
adquirimos una finca en la zona de Barrancas, Maipú que fue fundada en 1881.
Leyendo y estudiando la historia de la misma con biografía de la época, vimos
escrito el término ‘gauchezco’, con ‘z’. Lo adoptamos y resultó hasta más
atractivo», agregaron.
¿Hubo gente en estos años que les marcó esto último como un
error involuntario? «Sí, algunos, pero la verdad es que ya se acostumbraron y
cuando les contamos la historia refuerza la marca en ellos», concluyeron.
Trivento.
La bodega se fundó en 1996, en Mendoza y fue parte del plan
de expansión del holding Viña Concha y Toro. Según explicaron desde la bodega,
cuando Alfonso Larraín Santa María, presidente del holding, viajó a la
Argentina, adquirió en la zona de Maipú, en Mendoza, una bodega de 2 millones
de litros y una finca de 154 hectáreas, llamada «Los Vientos».
Cuando preguntó sobre la razón del nombre, el contaron sobre
los tres famosos vientos que soplan sobre la árida tierra mendocina: Polar,
Zonda y Sudestada. Esto motivó a los propietarios a bautizar a la bodega como
«Trivento».
Pyros Wines.
Pyros Wines fue creada en 2008, cuando Myndert Pon, tras
fundar Salentein, visitó por primera vez Pedernal, en San Juan, de la mano de
Rodolfo Perinetti, quien también lo había llevado al Valle de Uco en 1996.
«Pon quedó impactado por la naturaleza salvaje y el
potencial de este terruño para la producción de uvas de alta calidad enológica.
Fue allí que imaginó dar vida a vinos de clase mundial que fueran el fiel
reflejo de las características únicas y diferentes de este valle», indicaron.
El nombre de esta bodega, «hermana» de Salentein y Callia,
está vinculado con el terroir. «El suelo del valle está conformado por piedras
de sílice conocidas como ‘pedernal’ o ‘piedra de fuego’. Al golpearlas entre sí
crean una lluvia de chispas que, según las leyendas locales, fueron utilizadas
por los antiguos pueblos de la región para producir fuego», detallaron.
Precisamente son estas piedras las que dieron origen al
nombre Pyros», palabra griega que en castellano significa «fuego».
Finca Sophenia.
Los primeros viñedos se plantaron en 1998, mientras que la
bodega se comenzó a construir en 2002, de modo que son de los pioneros en
Gualtallary.
En cuanto al nombre elegido, desde la bodega explicaron que
«es un blend de dos nombres de mujer: Sophia y Eugenia, las hijas de los socios
fundadores, Roberto Luka y Gustavo Benvenuto».
Luka creó este nombre ya que conoció a Benvenuto debido a
que eran papás de dos íntimas amigas, que se habían conocido en el jardín de infantes.
«Hoy Eugenia potencia el nombre y es una profesional
trabajando en la bodega y encabezando las funciones de Marketing y Relaciones
Publicas», señalaron.
¿Se barajó otra alternativa? Frente a esta pregunta, desde
la bodega explicaron que «hubo algunos otros nombres pero la convicción sobre
Sophenia se afianzó luego de realizar investigaciones a través de una red de
agencias de comunicación de distintos lugares del mundo».
Bodega Andeluna.
La bodega, emplazada en el Valle de Uco, fue fundada en el
año 2003 por el estadounidense Herman W. Lay y Ricardo Reina Rutini. El nombre
nació como respuesta a su lugar de pertenencia y conjugando dos hemisferios del
vino: el terrenal y el mítico. Así,
«Ande» representa la montaña y el terroir en sí mismo y «Luna» surgió pensando
en «el espacio de inspiración y magia, imprescindibles para que pueda nacer un
gran vino».
Andeluna se encuentra bajo la conducción de la Familia
Barale desde 2013. Uno de los principales motivos por los cuales los herederos
de Lay los eligieron como sucesores de su padre, «fue el compromiso para
continuar con sus ideales y principios», indicaron.
Finca Beth.
La bodega consta de una finca que se compró en el año 2009 y
fue plantada en 2010.
Su propietario, Enrique Sack, explicó que «Beth es la
segunda letra del alfabeto hebreo. Una vez hablando con un rabino me dijo que
en la vida siempre hay que ser beth y nunca creerse aleph, que es la primera
letra; es decir, creerse el primero, el número uno. Que siempre hay que ir por la vida con humildad y no creérsela. Y si
podés lograr eso, vendrán buenas bendiciones».
Sack agregó que «algo muy importante también es que la Torá,
el libro sagrado para la religión judía, comienza con la letra beth. La
casualidad, o no, se dio el día que estaba caminando la finca para ver si la
compraba. Y ahí sonó mi celular y, justamente, era este rabino, que me preguntó
dónde estaba y le comenté que estaba en Mendoza, recorriendo una finca y
dudando si la compraba o no. Y ahí me dijo: ‘Si pensás que te va a hacer feliz,
comprala’. Y así fue».
Lui Wines.
El proyecto personal de Mauricio Vegetti –quien hasta hace
poco fue el enólogo de Gauchezco Wines-, nació durante su época de estudiante,
allá por 2002.
«Primero como un vino para amigos, para tomar durante los
asados con guitarreada. Y con el tiempo, tomó un impulso más comercial», señaló
el enólogo.
En cuanto al nombre, afirmó que es su apellido materno y,
por ende «tiene un gran significado y resume mucho de lo que soy. Además, en
italiano significa ‘el’ y se presta para el juego de que Lui es ‘el’ vino del
‘Japo’, un apodo que puso mi madre».
«Hoy te diría, ya con hijos, que Lui terminan siendo las
siglas de mi vida», agregó, para luego rememorar que en un comienzo, el
proyecto se llamaba «Lui Narváez», porque surgió como un emprendimiento con un
amigo.
La Liga de enólogos.
El proyecto salió a la luz en el año 2017, si bien se había
comenzado a gestar tiempo antes.
«Con respecto al nombre, siempre supimos que queríamos que representara algo colectivo por el hecho de ser una bodega cocreada por siete enólogos. Teniendo como objetivo democratizar el consumo de vino para acercar la industria a los jóvenes y empujar nuevas ocasiones de consumo, empezamos a hacer bromas comparándonos con ‘La Liga de la Justicia’ y el voto fue unánime», aseguraron.
«Creemos que el mayor aporte fue sumar propuestas que permitan
acercar al consumidor joven, siendo poco ostentosas, fáciles de consumir y
descontracturadas. También, partiendo de la premisa de ‘hacer justicia’
presentamos al mercado vinos elaborados con variedades poco convencionales en
un país donde aún reina el Malbec», indicaron.
Fuente:
https://www.iprofesional.com/vinos/297812-vinos-las-historias-detras-de-los-nombres-de-bodegas-argentinas
Publicado en Vinos y pasiones.
Cuadro de imágenes: CEPAS ARGENTINAS.
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