miércoles, 4 de marzo de 2020

Viñedos: se perdieron más de 3.000 hectáreas de uva. La superficie implantada cayó en el último año, pero se observa que las propiedades son cada vez más grandes.


El informe anual de superficie del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) reveló que en 2019 se perdieron 3.064 hectáreas de viñedos con respecto al año anterior. Para los referentes del sector, esta situación es consecuencia de la falta de políticas de Estado y deficiencias de infraestructura, entre otros aspectos sectoriales.
En detalle, los datos de la Subgerencia de Estadísticas y Asuntos Técnicos Internacionales del organismo vitivinícola indican que la superficie de vid de la República Argentina pasó de 218.233 hectáreas en 2018 a 215.169 hectáreas al 31 de diciembre de 2019.
Si se mira a largo plazo, se observa una situación diferente, ya que la superficie con viñedos creció 7% en el país desde el año 2.000, aunque la cantidad de viñedos es menor. Actualmente hay un total de 23.668 inscriptos en todo el país, 263 viñedos menos que en 2018 y 1.512 menos que en el año 2000. Entonces, la tendencia indica que cada vez hay menos propiedades, pero más grandes. El tamaño medio del viñedo en el año 1990 era de 5,8 hectáreas, en el año 2000 de 8  has y en el año 2019 de 9,1 has.
Mendoza con el 70% del total.
El tamaño medio de los viñedos en el país es de 9,1 ha., y dentro de las siete principales provincias vitícolas el viñedo medio más extenso corresponde a la provincia de Neuquén (18,8 ha), seguido por Salta (12 ha.), Mendoza (9,9 ha) y San Juan (9,3 ha), siendo Catamarca la que tiene los viñedos menos extensos (2,1 ha. Promedio).
No obstante, en superficie total, Mendoza ostenta la mayor cantidad de hectáreas (151.490), con el 70% de la superficie cultivada a nivel país, y con 15.302 viñedos inscriptos (64,7% del total).
Mendoza marca la media de lo que sucede en el país, ya que la disminución de hectáreas de la provincia supera el 50% de lo perdido a nivel nacional (1.539 hectáreas, respecto a lo registrado en el año 2018). Sin embargo, la superficie del último año en la provincia 7,4% superior a la registrada en el 2000.
Al igual que a nivel nacional, a pesar de que la superficie es mayor a la del inicio del milenio, la cantidad de viñedos es menor, y lo que ha crecido es el tamaño de las propiedades. Es que en el año 1990 el promedio era de 7,3 hectáreas, para 2000 era de 8,8 hectáreas, y a la fecha, el promedio alcanza las 9,9 hectáreas en Mendoza.
Producción por departamento.
Hacia el interior de la provincia, el departamento con mayor superficie cultivada es San Martín (18,6% del total), le sigue Luján de Cuyo (10,2%), Rivadavia (10%), Lavalle (8,7%), San Rafael (8,6%), Maipú (7,5%), y Junín (7,5%).
El comportamiento de cada municipio ha sido muy diferente en los últimos años. Desde 2010 hasta hoy, algunos departamentos registran aumentos considerables, como Luján de Cuyo (ganó 1.940 hectáreas), Tupungato (1.496 has de crecimiento) y San Carlos (1.202 hectáreas). Los departamentos que registran mayor disminución de superficie en este período son: San Martín (-2.272 has), Maipú (-2.147 has) y San Rafael (-1.374 has).
Desde el 2000 se han implantado en Mendoza 73.168 hectáreas, lo que implica una renovación de la superficie de vid en Mendoza. Como resultado el 53,3% de la superficie tiene una edad menor a los 20 años. En tanto, un 16,8% de la superficie tiene de 21 a 40 años, 20,4% entre 41 a 60 años, 7,2% entre 61 y 80 años. El restante 2,2% tiene más de 80 años de edad.
También ha cambiado el sistema de conducción, Mientras que al comienzo del milenio la mayor superficie de vid estaba conducida en parral, hoy la espaldera representa el 57,3% del total (un aumento del 33,9% desde el inicio del milenio), y el 42% corresponde al parral. Existe un 0,7% con otros sistemas de conducción. Hay un aumento de 21.964 has. de espaldera y una disminución de
Igualmente, el Malbec es la variedad que más ha aumentado su presencia en los cultivos locales, pasando de 14.338 has. en el año 2000 a las actuales 37.754 has. Le siguen en importancia por su crecimiento en superficie, aunque con bastante diferencia cuantitativa: Syrah (3.392 has. nuevas), Aspirant Bousquet (3.379 has), Bonarda (2.444 has) y Ancellotta (1.730 has). Esta última variedad es la que más ha crecido en términos relativos, ya que en 2000 solo habían plantadas 2 has de Ancellotta en Mendoza.
Por el contrario, las variedades que más disminuyeron superficie en este período son: Criolla Grande (perdió 10.612 has), Moscatel Rosado (-5.108 has), Pedro Giménez (-4.238 has) y Cereza (-3.314 has).
Es válido destacar además que de las 25 variedades más cultivadas en Mendoza, hay 24 que tienen aptitud para elaboración y solo una variedad es apta para consumo en fresco, Red Globe.
Rosadas y blancas.
La disminución de hectáreas en Mendoza durante el último año responde especialmente a una reducción en variedades rosadas y blancas aptas para elaboración, que explican 1.287 y 781 respectivamente, de las 1.539 hectáreas perdidas en total.
Por su parte, la superficie de variedades aptas para consumo en fresco aumentó 25 hectáreas y las uvas aptas para pasas disminuyeron 32 hectáreas en el último año.
Concentración de la actividad.
De acuerdo con Mauro Sosa, titular del Centro de Bodegueros y Viñateros del Este, la vitivinicultura no escapa al fenómeno de profundización de concentración de la tierra en Argentina, lo que tiene que ver con el abandono de viñedos y su posterior venta. “Eso va directamente a aumentar la concentración de la propiedad de dichos establecimientos. Parece que estamos yendo hacia una vitivinicultura sin agricultores, y en nuestro caso sin productores ni elaboradores”, comentó.
Para el bodeguero, resulta necesario que el Gobierno y el sector privado se ocupen seriamente de este fenómeno. “La baja rentabilidad influye: el productor abandona sus viñedos y las bodegas cierran sus lagares. En los últimos tres o cuatro años los precios se han mentenido en el orden de los $ 8 para el vino tinto (precio sostenido) cuando la inflación ha llegado a superar el 50%. No hay capital que resista eso”, agregó.
“A su vez, tenemos del otro lado un mercado recesivo que aporta su problemática desde el punto de vista del consumo. No hay mucho secreto en esto y si no hacemos algo cuanto antes, y empezamos a discutir profundamente estas situaciones, vamos a terminar en un modelo de 12 litros per cápita, cinco bodegas exportadoras, y cinco abasteciendo el mercado interno de vinos. Los demás se repartirán las migajas de un mercado cada vez más chico, tanto en oferta como en demanda”, cerró.
Para el titular de Coninagro, Carlos Iannizzotto, la pérdida de 3.000 hectáreas viene siendo arrastrada por varios años hacia atrás. “En el país hay un descenso de las explotaciones agrícolas, por falta de políticas de Estado, infraestructura vial, hídrica y energética”, comentó.
La falta de conectividad es otro factor que, según Iannizzotto, desalienta a las actividades rurales y favorece el abandono. “Poco a poco los productores dejan de realizar tareas. No cierran y lo anuncian como una fábrica, pero cae la producción y la rentabilidad. Tenemos caídas en bodegas y en establecimientos productivos, lo que termina en una concentración industrial porque cuando el productor no puede defender su precio, los pocos que lo compran, lo definen”, apuntó.
Para el referente del sector, la falta de créditos a tasas accesibles contribuyó a agravar la situación, especialmente para los pequeños productores sin posibilidades de autofinanciarse. En este marco, la propuesta de Coninagro es “promover el asociativismo, el desarrollo rural por medio de la conectividad, y una fuerte apuesta al mercado externo para que, en forma conjunta con el Estado, el empresario pueda solucionar los problemas de sobrestock”.
Sin largo plazo.
Para Nicolás Vicchi, subgerente de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas de Argentina (Acovi), se requiere una lectura a diez años para entender cómo las altas y bajas en los precios afectaron a los pequeños productores.
“Estamos viendo una caída de más de 2.500 hectáreas de un ciclo a otro, pero cerca del 97% de las mermas corresponden a superficies de menos de diez hectáreas. Son los pequeños productores los que han caído”, explicó.
Para Vicchi, un análisis de una década permite ver cómo no solo la vitivinicultura se vio afectada, sino que la falta de desarrollo de políticas para mantener a la gente en el ámbito rural generó, como efecto colateral, una caída en el PBG rural de los departamentos.

De lo publicado en Diario “Los Andes” de Mendoza, sábado 29 de febrero de 2020.

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