El camino está flanquedo por álamos amarillos que se funden en el morado de los ciruelos y el celeste de un cielo sin sol. El auto zigzaguea por las calles, en un tiempo de pandemia difícil, en el que la belleza de las chacras entrega un respiro. Por las ventanillas sucias que dejó la lluvia días atrás se ven las viñas alineadas que se abrazan al alambre. Como el resto de las plantas perdieron sus hojas y se preparan para su siesta de invierno. Gaspar Rastrilla abre la tranquera y pide que lo sigan a la bodega en la que cada día le saca el jugo a este sur.
Es joven y está lleno de proyectos. Estudió enología en Mendoza, se recibió hace 8 años y trabajó en Mendoza, Nueva Zelanda, en Estados Unidos, hasta que decidió volver a Aonikenk, la primer bodega de su vida, la de Domingo su papá. Cuenta que se llama así porque buscó algo que represente a la zona, y un homenaje a los tehuelches le pareció justo. Por eso, Pincén es el nombre de sus vinos, en honor al gran cacique de esos primeros habitantes de estas tierras.
“Cuando pensé que estudiar, ya existía el proyecto. Estaba la viña, pero no la bodega. Papá hacía algo de vino casero, pero para él. Cuando empezó con la elaboración, se inscribió como bodega. Hacemos tintos en las tres variedades que tenemos: malbec, merlot y cabernet sauvignon, las tres se dan muy bien en la zona y elaboramos varietal y un blend que tuvo muy buena reputación”, dice Gaspar.
El Alto Valle rionegrino antes estaba plagado de bodegas gigantes que fueron desapareciendo, algunas permanecen y de a poco otras vuelven a surgir. Las nuevas son más chicas, pero sus vinos más perfectos. La gente se contacta por Instagram, Facebook, y en ellas se organizan visitas. Un día entre las viñas y llevar unos buenos vinos, motivan el interés de todos los turistas.
Matías Piermarini, referente técnico del Ministerio de Turismo, explica que las bodegas del Alto Valle (ver abajo) son tradicionales y familiares. “Es algo importante para destacar del enoturismo aquí. Esa es la gran característica de los caminos del vino de Río Negro. Cada propietario es el que hace todas las labores: atienden al público, están arriba del tractor, se encargan del riego, cuidan de la helada, del granizo. Cuando los turistas llegan a estos lugares sienten como viven estos productores”, cuenta.
En Fernández Oro, Gaspar muestra los tanques de acero inoxidable, explica que el proceso de cosecha es el que más trabajo lleva, y que en esos días, el tiempo no alcanza para nada, por lo que el turismo queda en segundo plano. Pero en esta época está más tranquilo y se hacen visitas guiadas con reserva previa. Recorre las instalaciones y se mete en los salones que está construyendo para instalar una nueva cava y un salón para recibir a los turistas.
“En las bodegas de Mendoza o Neuquén, los atenderá un guía, acá los productores. Son monumentos vivos, de la historia productiva regional”.
Matías Piermarini, Ministerio de Turismo.
El producto de lo que se cosechó en el verano, está en los tanques que enmarcan todo el salón de la bodega. Luego pasará un par de años hasta llegar a la botella. “En nuestra zona la vid es muy noble. Es una zona con mucha amplitud térmica, que es importante para las uvas al vinificar”, dice y aclara que son orgánicos, aunque todavía no hicieron la certificación no usan ningún insecticida. “El viento de la Patagonia, que a algunos les parece molesto, hacen que el viñedo tenga sanidad por sí solo”, explica.
Mucho para conocer.
Cerca de Aonikenk, Osvaldo Gennari llega al bodega que lleva el apellido de su familia como bandera. Cuenta el papá llegó desde Colonia Rusa, la mamá desde Mainqué y se instalaron en esas tierras a hacer dehidratado de peras, luego de ciruelas, duraznos y manzanas.
“Hoy se estila mucho que tal vino se toma a tanta temperatura. Lo que digo siempre es que cada uno tiene que elegir y decidir cómo tomarlo. Si querés ponerle hielo, si querés ponele soda. Tomalo como quieras, pero tomalo. Un vino bueno, es ese que pasa derecho de la boca, que no cuesta tragarlo. Mi forma de catarlo es ver cuando pongo la botella en la mesa, si baja en seguida es bueno”, concluye Osvaldo.
Bodegas para visitar cuando se pueda pasear.
Para poder hacer una visita guiada hay que coordinar previamente para conocer días, horarios y protocolos.
Ministerio de turismo.
Publicado en Diario "Río Negro", 7 de junio del 2021.
https://www.rionegro.com.ar/alto-valle-una-gran-escala-de-los-caminos-del-vino-rinegrinos-1844089/
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