domingo, 14 de noviembre de 2021

Merlot: un viejo conocido para redescubrir en Patagonia.

 

Merlot: un viejo conocido para redescubrir en Patagonia.

La cepa que busca salir del "cono de silencio" con los nuevos vientos que soplan a la hora del consumo de vino. En nuestra región hay distintas propuestas a probar.

Por Joaquín Hidalgo.
EMerlot está de capa caída. Los compradores, los importadores, los opinadores lo corrieron de sus ambiciones –como si le hicieran bullying– y lleva ya más de una década en el cono de sombras. No está claro por qué. Ni cómo. Pero sí hay una fecha fatídica que marca el calendario: la película Sideways –Entrecopas, 2004– disparó contra la variedad y movió buena parte del gran consumo hacia otras uvas y estilos, especialmente en Estados Unidos, principal mercado de vinos del mundo.
Fue una estocada del mercado. De buenas a primeras el Merlot –cuyo nombre deriva de merle, mirlo el francés, pájaro que come sus frutos cuando están maduros– dejó de cantar en las góndolas de los supermercados, las vinotecas y los restaurantes. Y así, algunas regiones productoras quedaron con un patrimonio ocioso y lo arrancaron o replantaron, mientras que otras defienden a la variedad como lo hacen algunos consumidores enamorados.

Entre esas regiones está la Patagonia. Con una superficie cultivada de 500 hectáreas, al sur del Río Colorado el Merlot aún ofrece el sabor frutado y especiado que lo caracteriza, en un puñado de vinos que dan cuenta de un pasado y sobre todo de un futuro. Razones para esa resistencia hay muchas. Pero la más importante de todas es que, en los lechos arcillosos formados por el Río Negro y Neuquén, las raíces del Merlot viven felices.

También podemos sumar otra razón. Menos evidente, pero es la que está llena de futuro. Al Merlot, los estilos ampuloso, dulces y licorosos, con taninos firmes que campearon en la década pasada le siente mal. Muy mal. Variedad de matices y elegancia, variedad de sutilezas y cierta delgadez, la exigencia de un estilo que no está en su ADN lo convirtió en un tinto anabolizado que al final perdió la complexión armoniosa que lo caracterizaba. Y se cayó del mercado.

Pero ahora que soplan otros vientos en el consumo, ahora que una parte de los consumidores están de vuelta y eligen la elegancia, los buenos Merlot están ahí para aportar un sabor diferente.

El gusto del Merlot.

Los más famosos son los bordeleses, pero en particular los de Pomerol, donde se producen algunos de los más celestiales Merlot. Ahí, en climas donde la lluvia es la justa y las arcillas de los suelos retienen y administran el agua a lo largo del ciclo, esta variedad alcanza niveles de energía y sutileza que enamoran.

En la gama de las frutas rojas, un buen Merlot vibra en la escala del cassis y la guinda, con matices de frutas negras como arándanos o moras si están más maduros. La nota característica, sin embargo, es cierto toque especiado, con una pimienta negra que subraya el carácter del vino. En la boca es donde se explica buena parte de su fama: con taninos finos y algo reactivos –que marcan las encías cuando es joven–, el cuerpo medio del Merlot adelgaza con los años y funde a los taninos ya convertidos en el fino polvo del tiempo con la textura de la seda. Ahí es cuando los grandes ejemplares ganan trazos de trufa y hongos, tierra mojada y recuerdan al cuero.

Pero nada de esa gloria líquida se alcana si el Merlot parte desbalanceado. Por eso la región es tan importante como el manejo en la bodega.

Merlot Patagónicos.

Esta semana que pasó probé una docena de Merlot patagónicos con diversos puntos de madurez. En todos ellos los taninos son finos y, en casi todos, el balance es un dato precioso. Puestos a elegir un puñado de ricos y motivadores Merlot de la Patagonia, con chances de volver a enamorar al gran público, estos son buenos ejemplos: Malma Reserva 2020, en un plan delicado; Fin del Mundo Reserva 2020 (aunque la añada vigente es la 2019) con cierto trazo licoroso y frutado; Miras Joven Merlot 2021, uno de los más complejos en aromas y boca llena de sabor; Aniello 006 Merlot 2020, con pizca de menta y fruta negra; Humberto Canale Estate Merlot 2020, de un fruta negra y pimientas bien precisas.Lo interesante de Patagonia para Merlot, y también para la otra gran cepa bordelesa, el Cabernet Sauvignon, es que ofrecen hoy una paleta estilística y de sabor que agrega matices a los ya conocidos. Probarlos es viajar a otro paisaje gustativo. Y eso siempre vale la pena.

Cabernet sauvignon patagónico.

En el recorrido por los vinos patagónicos emerge un viejo conocido que ahora, calentamiento global mediante, consigue madurar casi todos los años: el Cabernet Sauvignon. Para prestarle atención a la finesa de taninos que aporta la región. Buenos ejemplos son Noemia Due Cabernet Sauvignon 2017, Saurus Select Cabernet Sauvignon 2020 y Intimo Cabernet Sauvignon 2020.

Publicado en el Diario "La Mañana de Neuquén", 14 de noviembre del 2021.

https://www.lmneuquen.com/merlot-un-viejo-conocido-redescubrir-patagonia-n860530

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