sábado, 22 de octubre de 2022

Una de las pioneras en el territorio de Río Negro: Bodega y Viñedos Barón de Río Negro S.A.

 


Bodega y Viñedos Barón de Río Negro S.A.

En la última década del siglo XIX, los hermanos Miguel y Patricio Piñeiro Sorondo (1871 – 1935), distinguidos miembros del Jockey Club de la ciudad de Buenos Aires, se instalan en tierras de lo que hoy es Allen y, entonces, un nuevo verbo afloró en sus labios.
Superado el rudo trabajo de desmonte y emparejamiento de las tierras adquiridas, inician la implantación de viñedos y así para el año 1898 inauguran su primera pileta subterránea de fermentación. Tal año era el que se hallaba grabado en el frente de la pileta según el relato testimonial del Ing. Agr. Samuel “Sammy” Piñeiro Pearson (1933 – 2009), hijo de Jorge Piñeiro Pearson y nieto de don Miguel Piñeiro Sorondo.
En 1907 don Patricio Piñeiro Sorondo impulsa la formación de la Cooperativa de Irrigación Agrícola Gral. Roca; para 1908 los hermanos plantan, con destacado optimismo, las primeras cepas de la variedad Pinot, traídas desde Francia, y al año siguiente establecen, en una parcela de 5,00 hectáreas de superficie, la primera chacra experimental del Alto Valle.
Asimismo inician la edificación de la bodega sobre la cava subterránea existente. La cual, se fue ampliando con el tiempo adquiriendo una capacidad total de 800.000 litros de vino.
La firma denominada Establecimiento “Los Viñedos” por entonces, años más tarde, cuando se fueron incorporando los 2 hijos de don Patricio: Julio y Lino Piñeiro Sorondo, y los 5 hijos de don Miguel: Jorge, Diego, Celina, Eudocia y Miguel Piñeiro Pearson, pasa a llamarse: Bodega y Viñedos Barón de Río Negro S.A.; industria ésta, que durante mucho tiempo sostuvo el prestigio vitivinícola de la región.
En 1910, conjuntamente con un grupo de colonos, don Patricio Piñeiro Sorondo funda el pueblo de Allen. Para ese mismo año, la firma tenía plantadas 20 hectáreas de vides y al año siguiente plantaron 10 ha más.
El Allen 1912, criado en toneles de roble, no sólo fue el primer gran vino de esta bodega, sino uno de los vinos más notables producidos en la región. Sus vinos adquirieron rápida fama.
En 1919 estos vinos son requeridos en todo el territorio nacional, alcanzando merecida fama el Tres Coronas Especial y particularmente el Barón de Río Negro; y, un vino amontillado, denominado El Caid. Asimismo, elaboraban un vino Tipo Oporto Blanco envasado en botellas de 630 cm3 con la marca Barón de Río Negro.
Hacia finales de esta 2da década, los hermanos Piñeiro Sorondo incorporaron a su bodega una partida de bordelesas de roble de Nancy. Asimismo, empezaron a elaborar vinos de rápida expedición, tintos tipo gruesos, para cubrir la alta demanda de las poblaciones del interior neuquino y de los mercados de Bahía Blanca y sus alrededores. También elaboraron vinos tipo claretes demandados por los pueblos del centro de la provincia de Buenos Aires, ubicados a la vera de las vías del Ferrocarril del Sud, en un radio de 200 km de Bahía Blanca hasta las inmediaciones de la ciudad de Buenos Aires, llegando a la zona balnearia de Mar del Plata.
En el año 1922, a los vinos Barón de Río Negro, les fue acordado el 2do Gran Premio consistente en Gran Diploma de Honor en la Exposición Universal de Río de Janeiro.
Fallecido don Miguel en el año 1934 y enfermo don Patricio, quien falleció un año después, y la firma atravesando por serios problemas económicos, le fue ofrecida su administración al Ing. Agr. Isaac Darquier (1901 – 1956), quien la ejerció durante casi 20 años.
En la tristemente famosa crisis del ’30, los hermanos Piñeiro Sorondo pierden la propiedad de las tierras y quedan como arrendatarios, hasta que en el año 1936 a través de un crédito del Banco Hipotecario Nacional recuperan nuevamente la empresa.
En la cena de inauguración del Salón Teatro Municipal de Allen en el año 1936 se sirvió una sidra con el marbete Nueve de Julio que la firma había especialmente elaborado para dicho acontecimiento.
En el año 1939 irrumpe en el mercado argentino el primer champagne rionegrino, el afamadísimo Baronet, habiendo tenido luego una sostenida demanda nacional e internacional. Así, primero en Europa y luego en Asia, hizo alarde en las más elegantes mesas; también en Francia, cuna de esta candorosa bebida, tuvo especial aceptación. Se mantuvo inalterable en su calidad y conservó su prestigio durante largos años. Diego Piñeiro Pearson –autor del trabajo ESTUDIO sobre la Despoblación de la Campañas (1945)– fue quien comenzó con su elaboración. La cantidad de botellas de Baronet producidas por año oscilaba entre las 25.000 y 30.000 unidades.
Y, entonces, a cada uno de los integrantes de las familias Piñeiro Sorondo y Piñeiro Pearson, les sonrió el alma, cosquilleada tanto por brisas cortantes como por el vino espumoso; almas impetrantes y jubilosas, que se gritaron a sí mismas: ¡Salud!
El establecimiento contó con una superficie total de 260 hectáreas de viñedos, donde se destacaban los cepajes: Pinot noir, Pinot gris rionegrino, Merlot, Cabernet-Sauvignon, Malbec, Laska, Chardonnay y Chenin.
A principio de los años ’50 la firma comenzó una importación directa desde Escocia de whisky Old Nick con la etiqueta BARÓN DE RÍO NEGRO S.A.
La firma continuó luego bajo el gerenciamiento de los hermanos Cr. Jorge Piñeiro Pearson (h) e Ing. Agr. Samuel Piñeiro Pearson. La última elaboración de vino se registró en el año 1970.
En merecido reconocimiento a don Patricio Piñeiro Sorondo, fundador y motor fundamental para la historia de la ciudad de Allen, se le erigió un monumento en el año 1939, y a partir del 24 de julio de 2007 sus restos descansan definitivamente en el cementerio de Allen junto a los de su esposa Catalina Brickman y su hijo Julio.
En el cementerio de la Recoleta en Buenos Aires se hallan los restos de don Miguel Piñeiro Sorondo y de su esposa doña Celina Pearson Halle. Una de las calles de la ciudad ha sido designada con el nombre de Miguel Piñeiro Sorondo.
Aún hoy en la región se evoca con nostálgico recuerdo el soberbio champagne rionegrino Baronet, en cuya etiqueta se leía la locución latina “VINCIT QUI DURAT” (Vence aquel que persevera).

Don Miguel Piñeiro Sorondo el primer y único Barón de Río Negro.

La anécdota acontece en el año del Centenario de la Patria en la confitería del exclusivo y paquetísimo palacio del Jockey Club de la ciudad de Buenos Aires, transformado en el centro predilecto de la actividad social más encumbrada de la Capital, un ambiente privilegiado para aristocráticas recepciones y en el que se acostumbraba agasajar a los visitantes ilustres que arribaban a Buenos Aires.
En él se hallaba don Miguel Piñeiro Sorondo compartiendo una mesa con gente de la más alta alcurnia porteña, disfrutando de un clima distendido y de convencional armonía, esperando la llegada del hábil negociador de la diplomacia brasileña: José Mª da Silva Paranhos Jr. (1845 – 1912), más conocido por el Barón de Río Branco, por entonces Ministro de Relaciones Exteriores de la República Federativa del Brasil. Ante semejante personaje, hinchado de solemnidad, cada uno de los asistentes rigurosa y cortésmente le expresaban su personal saludo, al mismo tiempo que se iban presentando; al llegarle el turno a don Miguel, éste le da un apretón de manos y con envidiable seguridad aristocrática se presenta a su vez ante el título nobiliario del visitante –Barón de Río Branco– como Barón de Río Negro.
De este espontáneo y tan ocurrente episodio, va a surgir luego el nombre de los tan afamados vinos y, asimismo, la razón social de la firma.

Afiches de bordelesas de vino de la Patagonia Norte 
Federico Witkowski. 

Afiches de bordelesas de vino de la Patagonia Norte.
 
Federico Witkowski.

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