viernes, 17 de marzo de 2023

LOS VINOS OCEÁNICOS NADAN HASTA HACER PIE EN LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES.

 


En 10 años, pasaron de ser una rareza a una realidad consolidada. La incidencia del clima en los estilos de estas etiquetas con aire de mar.

Por Joaquín HIDALGO.

Publicado en Vinómanos.

Hace una década los vinos de la costa atlántica eran una suerte de quimera. Había, sí, algunos productores que tenían lunares de vides en áreas de influencia marítima entre la desembocadura del Río Negro y el área de Bahía Blanca. Pero la idea de una producción sostenida de vinos a pocos kilómetros del mar sonaba más a una fantasía que a una realidad.

Hoy el escenario es muy diferente. En particular para la provincia de Buenos Aires, donde un puñado de bodegas le pone sabor fresco al rocío de las olas. A la marecía, como le llaman los portugueses a ese spray con un sentido más delicado.

Es que entre el extremo sur de la provincia y el Partido de la Costa se afianzó un pequeño pero interesante polo de bodegas productoras entre las que Trapiche Costa & Pampa lleva la voz cantante, seguida de Castel ConeglianoPuerta del AbraAl Este Bodega Saldungaray, por mencionar los más destacadas.

Hay, además, algunos lunares de viña en el triángulo que forman Coronel Pringles, Bahía Blanca y Samborombón.

Vinos oceánicos de Buenos Aires: de experimento a negocio.

Trapiche Costa & Pampa elabora este año su vendimia número 11 y la superficie cultivada con viña asciende a 32 hectáreas en Chapadmalal.

Lo que pudo ser un sueño de unos locos allá por 2008, cuando comenzaron los primeros ensayos, hoy es un plan completo que recibe visitantes a diario, elabora 150 mil litros de vino al año y se queda sin nada antes de que promedie el año cada temporada.

Plantado originalmente con Pinot Noir, Sauvignon Blanc y Chardonnay, en los últimos años expandieron los horizontes con otras uvas que miran al mar. Destacan por lejos las variedades gallegas como Albariño y Mencía (esta última aún no está en producción), aunque también ofrece algo de Riesling.

El proyecto de Trapiche Costa & Pampa, primero viñedo experimental y desde 2013 una bodega en toda ley, terminó de darle fuerza a una movida que estaba dispersa en la provincia de Buenos Aires.

A la fecha es una parada indiscutible de quienes visitan La Feliz, ya que ofrece degustaciones y picadas en un entorno tan verde como insospechado, a 8 kilómetros del mar.

Vinos distintos.

Es que la zona, además de húmeda, es ventosa y fría. Se trata de un clima que determina un estilo singular de vinos.

De ese mismo plan se nutren en diferente medida Castel Conegliano y Puerta del Abra. El primero está ubicado en Sierra de Los Padres, enfocado en hacer Glera, la variedad del Véneto, en espumosos de perfume y sabor vibrante.

Puerta del Abra, por su parte, se encuentra en el paraje homónimo de Balcarce y ofrece un parque más amplio de variedades en el que a las blancas mencionadas hay que sumarle Cabernet Franc, Bonarda y Tannat. Albariño y Riesling es donde destaca.

El caso de Al Este y Saldungaray es diferente. Enfocados sobre todo en vinos tintos, la primera elabora un Malbec de la localidad de Médanos, sobre suelos de arena en el área lindante a Bahía Blanca, mientras que la segunda ofrece una parada al sur de Sierra de la Ventana con foco en un Cabernet Franc ligero.

Entre los lunares que están abriendo el juego, sin embargo, en el triángulo del sur de la provincia de Buenos Aires, destacan las uvas de Myl Colores, en los faldeos de la sierra del Pillahuínco en Coronel Pringles.

Ellos cultivan Pinot Noir para base de espumantes que embotellan bajo el nombre de Myl Colores y, con esas uvas, un productor de Bahía Blanca, Martín Abenel, elabora Pianot Noir (sic) mientras espera que su propio viñedo dé frutos en Punta Alta. En Tandil, Cordón Blanco apuesta por el Sauvignon Blanc.

El clima, estilos y maridaje.

Como la humedad y el clima frío del Atlántico determinan un bulbo que se extiende tierra adentro donde dominan esas condiciones, los viñedos que crecen en ese ambiente tienen uvas que están en las antípodas del resto del país.

Conservan una elevada acidez debido al frío, resultan menos concentrados por los suelos y las lluvias frecuentes y a la vez perfilan aromas de hierbas y frutas frescas –en particular los blancos– por lo que resultan delgados y vibrantes. Algo difícil de conseguir en el desierto del oeste.

Así, se produce la magia del maridaje local. A las consabidas rabas, se le suman los pescados, desde merluza a mero, de chernia a palometas. Las comidas de mar tienen brillo propio con este estilo de vinos blancos.

Buena muestra de ello son Costa & Pampa Sauvignon Blanc y Albariño, ambos 2021, y también Insólito Albariño 2021 y el rosado Vino de Flor Pinot Noir 2022, por mencionar algunos de los más ricos.

Publicado en Vinómanos.

https://vinomanos.com/2023/03/vinos-oceanicos-de-buenos-aires/


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