domingo, 21 de mayo de 2023

La moda de los tintos ligeros no es una moda: ¿cómo elegirlos?

 


La moda de los tintos ligeros no es una moda: ¿cómo elegirlos?

La variedad de uva es una de las claves. La botella, otra. En esta nota repasamos algunos puntos destacados de estos vinos que ganan espacios en las copas.

Por Joaquín HIDALGO.

Atrás quedaron los días en los que un tinto sólo se podía beber con cuchara, en que los vinos si no eran masticables no eran vinos y en donde la mermelada untable para el paladar era todo lo que estaba bien. Hoy campea toda una oferta de tintos entre ligeros y etéreos que le bajaron los esteroides a la góndola. Y eso está bien.
Atrás quedaron los días en los que un tinto sólo se podía beber con cuchara, en que los vinos si no eran masticables no eran vinos y en donde la mermelada untable para el paladar era todo lo que estaba bien. Hoy campea toda una oferta de tintos entre ligeros y etéreos que le bajaron los esteroides a la góndola. Y eso está bien.

Están quienes afirman que es una moda. Pero lejos de ser algo pret-a-porter, pasajero y de temporada los tintos ligeros y de cuerpo medio son una muestra de maestría: hacerlos bien, que luzcan entallados y que no se les note la hechura es el verdadero desafío. Un ejemplo sencillo: cuando hay estructura y cuerpo, cualquier dulzor y alcohol elevado quedan balanceados; cuando no hay otra cosa que el sabor, cualquier desbalance se nota enseguida. Más en zonas solares como las nuestras.

Y no solo por el parque varietal. Hacer tintos ligeros con Malbec o Cabernet requiere especial atención, mientras que darles vida con uvas como Pinot Noir, Bonarda, Criolla o la rara Bequignol parece más lógico, aunque escaso. Así las cosas, a la hora de beber tintos hoy campea en la góndola una sana propuesta en el punto medio entre los tintos enjundiosos y los blancos. Son, para decirlo en fácil, los tintos sutiles que da gusto beber para la sed, para las comidas y para terminar una comida repasando el último codito de pan sobre las salsas.

¿Ahora bien, cómo elegirlos? Algunos indicios a tener en cuenta, son:

Las variedades. El principal indicio de los vinos más ligeros y gastronómicos es la variedad de uva. Mientras que a un Petit Verdot y Tannat es prácticamente imposible llevarlos a un estilo ligero, es igualmente imposible hacer una Criolla, un Pinot Noir y un Bequignol con estructura y cuerpo. Es que la variedad es determinante de la estructura de vino en estos casos. La zona gris arranca con las variedades bordelesas, como Cabernet, Merlot y Malbec; o con las del Ródano, como Syrah. Estas uvas tienden a dar tintos de cierta estructura ya que sirven para ello, pero hay técnicas que las llevan hacia el lado ligero de la fuerza. Si en las etiquetas dice maceración carbónica, por ejemplo, no hay chances de que tenga estructura y será, como uno lo desea, un tinto ligero.

Técnicas para tintos ligeros. Como la idea del productor de un vino es que uno entienda a “botella cerrada” el estilo de vino que ofrece, suele dar indicios de cómo está elaborado. Para beber vinos ligeros hay que evitar estos conceptos: crianza, reserva, roble porque para que todas esas técnicas de crianza sirvan, los vinos tienen que tener cierta intensidad y estructura. Hay que apuntarle, en cambio, a los que no dicen nada de nada o aclaran que están elaborados con: maceración carbónica, maceración en frío o con maceración prefermentativa, también la palabra infusión se está poniendo de moda ene ese sentido. Es verdad, hay que ponerse a leer en detalle, pero son todos índices de ligereza.

El grado alcohólico. Es un índice irrefutable siempre que se lo mire con juicio. Un tinto que tiene entre 14% y 15% es imposible que sea ligero sino quiere saber sólo a alcohol. Entre 11% y 13% es la banda ideal. Claro que se puede dar el caso de un tinto de zona fría que aún con ese grado tenga unos taninos intensos y rugosos, que le quitan toda la gracia. Pero para es eso es importante juzgarlo con la variedad: un Cabernet Franc en ese punto tendrá taninos, ídem un Cabernet Sauvignon. No así Syrah y Bonarda, por caso.

La botella borgoña. Como el Pinot Noir es la variedad que campea en la Borgoña, Francia, la botella sin hombros es precisamente un índice de ligereza. Claro que puede haber casos engañosos, ya que la vestimenta –y eso es la botella– puede disfrazar cualquier estilo, pero en las generales de la ley se cumple. Lo importante es observar la botella, la variedad y el grado. Completado ese panorama es muy difícil pifiarla.

El estilo del productor. Sucede que cuando se llega a este punto es porque uno se ha convertido en un experto. Saber qué estilos elabora tal o cual productor no es para cualquiera. Pero, en la misma sintonía, cuando se bebe un vino que a uno le gusta y lo encasilla entre los tintos ligeros, hay que tomar nota del productor porque casi con seguridad (ojo al casi) repetirá el estilo en otros tintos. ¿Cuándo falla esta idea? Cuando se trate de bodegas con porfolios extensos, que ofrecen un vino para cada paladar.

Publicado en Diario La Mañana del Neuquén.

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