La "Ruta del Vino" renovó autoridades con una sobremesa cargada de datos.
Hubo cumbre de bodegueros en Roca y Marcelo Miras fue proclamado presidente de la Asociación Ruta del Vino Río Negro Norpatagonia. Se generaron interesantes intercambios.
![]() |
Marcelo Miras, Juan Garabito, Carlos Banacloy, Guillermo Barzi Canale y Norberto Ghirardelli. |
Esta organización con el tiempo se fue sumando nuevos jugadores, como bodega Trina, de Río Colorado, con su restaurant y sus dormis que balconean al río Colorado, o la bodega Rivera del Cuarzo, que planta sus variedades en los faldeos de rojas bardas al sur del puente de Valle Azul.
Entre los homenajeados estuvieron Norberto Ghirardelli, por sus 20 años al frente de la entidad, cuando resolvieron hacer algo más, además de vinos y espumantes. Juan Garabito, ex gerente de Canale, también recibió una distinción porque, entre otras cosas, colaboró en abrir el mercado de Bariloche a los vinos del Alto Valle. Recordó que “le metimos mucha garra, porque al comienzo nadie nos daba mucha bolilla”, y lanzó el desafío: “Todavía tenemos mucho por trabajar porque tenemos un lugar con un clima único”.
Miras comentó algunos proyectos para mejorar el vínculo entre los amantes del vino de las ciudades de la región con las bodegas, que tienen atractivos diversos, algunas con restaurantes, otras con una atención familiar personalizada y productos caseros.
“Fue un gobierno autocrático de 20 años”, bromeó Ghirardelli al recibir un reconocimiento de manos del Ministro de Desarrollo Territorial, Carlos Banacloy, quien resaltó que “fue muy importante que ustedes hayan visto en aquel entonces el potencial turístico de nuestras bodegas y de toda la región”.
Los bodegueros para afianzar la propuesta turística avanzaron las degustaciones en entornos agrestes, como las que se hacen en el Valle de la Luna Rojo, en los atardeceres de verano, o aquellas que se hacen en las costas del río Negro en Valle Azul.
Entre los asistentes, además de los ya nombrados, se encontraban los dueños de casa, Lucrecia y Guillermo Barzi Canale, Gustavo Favretto de bodega Favretto de Regina, Ezequiel Naumiec de Trina (Río Colorado), Ana Viola de bodega Malma de Neuquén, y Ana Gennari de Fernández Oro.
Esta organización con el tiempo se fue sumando nuevos jugadores, como bodega Trina, de Río Colorado, con su restaurant y sus dormis que balconean al río Colorado, o la bodega Rivera del Cuarzo, que planta sus variedades en los faldeos de rojas bardas al sur del puente de Valle Azul.
Entre los homenajeados estuvieron Norberto Ghirardelli, por sus 20 años al frente de la entidad, cuando resolvieron hacer algo más, además de vinos y espumantes. Juan Garabito, ex gerente de Canale, también recibió una distinción porque, entre otras cosas, colaboró en abrir el mercado de Bariloche a los vinos del Alto Valle. Recordó que “le metimos mucha garra, porque al comienzo nadie nos daba mucha bolilla”, y lanzó el desafío: “Todavía tenemos mucho por trabajar porque tenemos un lugar con un clima único”.
Miras comentó algunos proyectos para mejorar el vínculo entre los amantes del vino de las ciudades de la región con las bodegas, que tienen atractivos diversos, algunas con restaurantes, otras con una atención familiar personalizada y productos caseros.
“Fue un gobierno autocrático de 20 años”, bromeó Ghirardelli al recibir un reconocimiento de manos del Ministro de Desarrollo Territorial, Carlos Banacloy, quien resaltó que “fue muy importante que ustedes hayan visto en aquel entonces el potencial turístico de nuestras bodegas y de toda la región”.
Los bodegueros para afianzar la propuesta turística avanzaron las degustaciones en entornos agrestes, como las que se hacen en el Valle de la Luna Rojo, en los atardeceres de verano, o aquellas que se hacen en las costas del río Negro en Valle Azul.
Entre los asistentes, además de los ya nombrados, se encontraban los dueños de casa, Lucrecia y Guillermo Barzi Canale, Gustavo Favretto de bodega Favretto de Regina, Ezequiel Naumiec de Trina (Río Colorado), Ana Viola de bodega Malma de Neuquén, y Ana Gennari de Fernández Oro.
De sobremesa.
La reunión, que comenzó sobre las 19,30 en el museo Canale, sirvió para un encuentro personal entre todos los bodegueros luego de tantas reuniones virtuales, y en los distintos grupos, se abordaron los temas comunes y que demandan una especial atención. El intercambio se dio al momento de la degustación (cada bodeguero llevó 2 o 3 botellas), y mientras pasaban algunas bandejas con empanadas caseras. Fritas y de horno.
Uno de los puntos álgidos para la industria vitivinícola regional es el uso de la marca Patagonia, que llegó a tribunales internacionales a partir de un reclamo de exclusividad efectuado por el poderoso grupo chileno Concha y Toro.
Las bodegas patagónicas se encuentran en un proceso de consolidar su identidad y poner en valor que procesan sus propias uvas, “cosa que no todos podrían demostrar”, acotó uno de los asistentes.
No dejó de asombrar que una bodega regional ya se abastece en un 80% de energía renovable, luego de haber cubierto los techos de los galpones de paneles solares.
La reunión, que comenzó sobre las 19,30 en el museo Canale, sirvió para un encuentro personal entre todos los bodegueros luego de tantas reuniones virtuales, y en los distintos grupos, se abordaron los temas comunes y que demandan una especial atención. El intercambio se dio al momento de la degustación (cada bodeguero llevó 2 o 3 botellas), y mientras pasaban algunas bandejas con empanadas caseras. Fritas y de horno.
Uno de los puntos álgidos para la industria vitivinícola regional es el uso de la marca Patagonia, que llegó a tribunales internacionales a partir de un reclamo de exclusividad efectuado por el poderoso grupo chileno Concha y Toro.
Las bodegas patagónicas se encuentran en un proceso de consolidar su identidad y poner en valor que procesan sus propias uvas, “cosa que no todos podrían demostrar”, acotó uno de los asistentes.
No dejó de asombrar que una bodega regional ya se abastece en un 80% de energía renovable, luego de haber cubierto los techos de los galpones de paneles solares.
Popurrí vitícola.
El año, en términos comerciales, no es el mejor. Coincidieron que “se sobrevive” con un mercado interno restringido. De todos modos, algunos con acceso a mercados del exterior, comentaron algunas inversiones.
También aparecieron etiquetas nuevas a parir de una modalidad que va ganando terreno: Dueños de viñedos que lanzaron etiquetas propias, pero que vinifican en algunas de las bodegas ya consolidadas.
Entre las mesas se hicieron notar algunas jóvenes mujeres estudiantes de enología, alguna ya tomando las riendas de un emprendimiento familiar.
También se analizaron cuestiones ambientales, como la huella ambiental y el impacto que tiene el uso de determinadas botellas para envasar los vinos. Hay botellas que llegan a pesar casi 1 kilo, y otras de 500 gramos. “Si tengo mi chacra certificada como orgánica, no es muy coherente que use botellas tan pesadas”, reflexionó un bodeguero que planea hacer un cambio de envases.
La forma convexa, que tiene la base de ciertas botellas en la parte inferior (culo hundido), tiene diversas explicaciones. Un veterano de los barriles explicó que era para evitar que, al servir, el vino viaje por la botella y rebote, ocasionando salpicaduras. Lo cierto es que ese hundimiento se llama 'picada', y surgió en el siglo XVIII cuando se generalizó el uso de botellas de vidrio para conservar el vino. En aquel entonces, la fabricación de las botellas era artesanal y hacerlas con el fondo liso resultaba muy difícil a los sopladores de vidrio.
El año, en términos comerciales, no es el mejor. Coincidieron que “se sobrevive” con un mercado interno restringido. De todos modos, algunos con acceso a mercados del exterior, comentaron algunas inversiones.
También aparecieron etiquetas nuevas a parir de una modalidad que va ganando terreno: Dueños de viñedos que lanzaron etiquetas propias, pero que vinifican en algunas de las bodegas ya consolidadas.
Entre las mesas se hicieron notar algunas jóvenes mujeres estudiantes de enología, alguna ya tomando las riendas de un emprendimiento familiar.
También se analizaron cuestiones ambientales, como la huella ambiental y el impacto que tiene el uso de determinadas botellas para envasar los vinos. Hay botellas que llegan a pesar casi 1 kilo, y otras de 500 gramos. “Si tengo mi chacra certificada como orgánica, no es muy coherente que use botellas tan pesadas”, reflexionó un bodeguero que planea hacer un cambio de envases.
La forma convexa, que tiene la base de ciertas botellas en la parte inferior (culo hundido), tiene diversas explicaciones. Un veterano de los barriles explicó que era para evitar que, al servir, el vino viaje por la botella y rebote, ocasionando salpicaduras. Lo cierto es que ese hundimiento se llama 'picada', y surgió en el siglo XVIII cuando se generalizó el uso de botellas de vidrio para conservar el vino. En aquel entonces, la fabricación de las botellas era artesanal y hacerlas con el fondo liso resultaba muy difícil a los sopladores de vidrio.
*** Publicado en Más Producción de La Mañana de Neuquén.
Imágenes del mismo medio.
31/7/2025.
No hay comentarios:
Publicar un comentario