lunes, 24 de marzo de 2025

DESDE ITALIA, CON SABOR: LA HISTORIA DEL VERMUT.

 


DESDE ITALIA, CON SABOR: LA HISTORIA DEL VERMUT.

El vermut, una bebida que enamoró a generaciones en todo el mundo, tiene una historia fascinante. Sus orígenes y la manera en que se ha convertido en un ícono, especialmente en Argentina. Cuáles probar en las góndolas nacionales.

Emiliano Rodríguez Egaña.
Publicado en Vinómanos.
20/3/2025.
https://vinomanos.com/

Cada vez que te servís un vaso con vermú, soda y limón, sea para hacer la previa de un asdo o para estirar una conversación de trasnoche con tus amigas, lo que estás haciendo es activar una vieja historia de la que Argentina es más una excepción que una regla. La razón es sencilla: pocos países en el mundo tienen una tradición tan activa de vermuts, que se remonta más allá de tus abuelos.

Seguro la primera vez que oíste hablar de vermut (o vermouth o vermú) fue también la primera vez que viste a tu abuelo empujando un carrito cromado de dos pisos con ruedas, repleto de botellas, vasos de varias formas y tamaños, y el infaltable sifón para inaugurar el “copetín”. Él activaba una larga costumbre de inmigrantes que le dio a la Argentina un gusto vermutero. 

Pero este viaje empieza más atrás en el tiempo. En Grecia y en Roma ya tenían sus “conciati”, que eran vinos aromatizados con especias y hierbas. Y ciertamente eso es un vermut, una bebida a base de vino que lleva hierbas y botánicos. 

Claro que la razón por la que se agregaban estos botánicos no era la búsqueda de un determinado sabor, sino enmascarar la oxidación natural del vino. En definitiva, hacer que fuera bebible por más tiempo. 

Los siglos pasaron y en la Europa de la Edad Media se le adjudicaba a esta bebida propiedades curativas, especialmente por uno de sus componentes clásico: el ajenjo. De hecho «vermut» viene del alemán «wermut», que significa ajenjo.

El vermut moderno comenzó a gestarse en Turín, Italia, a finales del 1700. Fue Antonio Benedetto Carpano, quien trabajaba en la tienda de vinos y licores Marendazzo, quien, al experimentar con vino y una mezcla de hierbas y especias, creó la primera versión comercial de vermut. 

Hoy en esa esquina se puede ver una placa en conmemoración que dice: AB Carpano, en 1786, creó en esta casa su vermut, el primero de una industria típica y tradicional que contribuyó en gran medida a la fama y el prestigio de Turín en el mundo.

El mérito de Carpano fue crear una bebida con una cuidada selección de ingredientes que conquistó rápidamente al público. 

La placa en la piazza Castello.

Según cuenta Fulvio Piccinino en su libro “Il Vermouth di Torino. Storia e produzione del più famoso vino aromatizzato”, Carpano comprendió como nadie que el Moscato era la base apropiada para un vermut, al que le añadió lo que le proveían dos ciudades cercanas, Génova y Savona: hierbas y especias.

Durante el siglo XIX la popularidad del vermut se disparó, especialmente en Francia e Italia, donde se convirtió en algo habitual antes de comer. 

Si bien se trata de la misma bebida, Francia perfiló un estilo de vermut blanco más seco y floral con un dejo amargo, mientras que en Italia eran rojos con sabores dulces e intensos, gracias al ajenjo.

En la Belle Époque, la bebida se estableció como un símbolo de elegancia y sofisticación. Cafés y bares en París la adoptaron como un componente esencial de su oferta, y su consumo se extendió rápidamente por toda Europa.

El vermut en Argentina.

La llegada del vermut a Argentina fue a principios del siglo XX, de la mano de inmigrantes italianos y españoles. En Buenos Aires, la bebida se amalgamó a la cultura local del aperitivo, especialmente durante la época dorada de los cafés y bodegones porteños. 

El vermut se convirtió en una bebida social, disfrutada en reuniones familiares y encuentros entre amigos, marcando así su lugar en la vida cotidiana de los argentinos.

Durante muchas décadas de ese siglo, los aperitivos en general fueron protagonistas de las mesas, pero para los años ´80 su consumo quedó cristalizado en una franja etaria que no dictaba la moda. Ya no era tema de conversación.

Sin embargo, en el comienzo del siglo XXI el vermut saltó de las mesas a las barras catapultado por su versatilidad y su incondicionalidad: suele ser una bebida que no exige demasiadas explicaciones. Lo cierto es que el vermut es un componente esencial de una infinidad de tragos, es fácil de beber y tiene muchas situaciones de consumo. 

En los últimos tiempos hubo una ecuación que se comprendió muy bien: ya no había que buscar un único paladar popular sino que los gustos podían estar atomizados siguiendo un claro signo de época. 


Y aquí, sobre la base del vino, muchas marcas se pusieron a jugar con diferentes botánicos y distintas proporciones en busca de una alquimia única que definiera la identidad de cada producto.

Hoy existe una góndola inmensa de vermut en donde conviven las grandes marcas con los pequeños productores, todos con la misma misión: entregar un producto de calidad y bien diferenciado. 

Cuáles probar

Desde luego hoy podemos encontrar fácilmente una botella de Carpano con sus clásicas notas a caramelo, como también Cinzano Segundo, con el Malbec argentino como vino base. 


También hay otros como La Fuerza, única marca latinoamericana en el top 10  según el medio inglés Drinks International. La tradicional Dellepiane no se queda afuera del ranking de los más vendidos con su Prego Rosso.  

Recientemente, varias bodegas se lanzaron a crear sus propias versiones. Tal es el caso de Fasano, un vermut que combina Malbec con Moscatel como base de Bodegas Bianchi, como así también Cordero con Piel de Lobo Rosso, de Mosquita Muerta Wines


Como muestra de vermut artesanal podemos mencionar a Malasangre Rojo a base de Malbec y Bonarda, que se puede probar en el vermubar de Belgrano que lleva el mismo nombre.

Bodega Piedra Negra, por su parte, sumó dos propuestas ideales para la alta coctelería, de la mano de François Lurton y su esposa Sabine: el Vermouth Léonce en sus versiones  “Malbec” o “Criolla”. También Durigutti Family Winemakers tiene su Guardianes del Cerro, un vermut de autor que se distingue por sus notas cítricas.


Y también hay lugar en la góndola para el vermut premium: Gancia presentó Perro Negro, elaborado en pequeñas partidas y con botellas numeradas. Con origen en Mendoza, tiene una complejidad única dada por botánicos de los Andes, ruibarbo italiano, notas dulces de vainilla y miel (equilibradas con la frescura cítrica de la naranja), toques mentolados de salvia y ajenjo, con un perfil especiado de clavo, canela y anís, y un mosto fresco como endulzante.

PUBLICADO EN VINÓMANOS.

https://vinomanos.com/2025/03/la-historia-del-vermut/

* Destacado color amarillo de Vinómanos.

** Imágenes: Vinómanos.

miércoles, 19 de marzo de 2025

Bodega Viñas del Nant y Fall.

 


Muy cerca de la ciudad de Trevelin (Chubut), en el Valle 16 de Octubre camino hacia la frontera con Chile, se encuentra el Establecimiento Agroturístico Nant y Fall que se presenta como un sitio de acampe con chacra y viñedos, estos últimos cuentan principalmente con la variedad Pinot Noir.


Esta es la segunda vez que visito la bodega y en la chacra pueden verse el desarrollo de las vides de Pinot Noir y también del Riesling y Gewurtztraminer. Todos los viñedos están protegidos por sistema de aspersión para minimizar los efectos de las heladas, que se producen varias veces al año y en las diferentes estaciones.
La nueva bodega se ha construido en un espacio que anteriormente ocupaba una huerta y está equipada con maquinaria de primera línea, que incluye prensa neumática y tanques de acero inoxidable pequeños y medianos, acordes al volumen que maneja la bodega.
Actualmente elaboran Pinot Noir en tinto y rosado, además algunas botellas de Riesling y Gewurtztraminer.

Por otra parte el establecimiento cuenta con un restaurante y visitas guiadas con diferentes alternativas en todo momento.
También se pueden comprar otros productos regionales en un local muy bien acondicionado, que era donde anteriormente se ubicaba la Bodega.
Bello emprendimiento familiar que brinda alojamiento turístico en diversas modalidades, buena comida típica y la posibilidad de acompañar con los vinos de la chacra.

EL BLOG DEL VINO PATAGÓNICO.

sábado, 15 de marzo de 2025

Cooperativa Agrícola de Producción y Consumo Viñateros Unidos.

Visita del gobernador Castello en Cipolletti, año 1960. Visita a la Bodega Flor del Prado. En la imagen se ven las damajuanas de vino. Gentileza: Archivo Cabus Trenes.

Vino, legado y pasión: El renacer de Flor del Prado en la Patagonia.

Cipolletti fue protagonista de una época en la que existieron importantes marcas de vino de mesa, como las que elaboró la Cooperativa Agrícola de Producción y Consumo Viñateros Unidos. En esta nota repasamos el pasado y el presente de un ícono del Valle de Río Negro.

Por Mariana Lesa Brown.

En la década del 30, la ciudad de Cipolletti ya tenía entre su población una gran cantidad de inmigrantes de origen europeo, principalmente italianos y españoles. Parte de esta comunidad trabajaba la tierra para plantar vides, una de las actividades principales en la zona. La producción de uvas en el Alto Valle alguna vez fue protagonista, por sobre las chacras de peras y manzanas que afloraron varias décadas más tarde. El vino que tomaban nuestros abuelos, era el vino de mesa de que se producía en Río Negro.

Algunos vecinos de Cipolletti como Luis Vaira recuerdan que, en la época de la vendimia, cuando la calle San Luis era de tierra, los productores se veían haciendo cola para entregar las uvas en tambores de 200 litros. “Había chatas tiradas por caballos y otras por tractores y se veían camiones Bedfor, Desoto, Ford y Chevrolet”, recuerda el señor Vaira en el perfil de Facebook Cipolletti de Ayer.

En el mismo sitio, Klaudio Nittinger, rememora imágenes de los productores que esperaban a que les pesaran la producción en la báscula sobre calle San Luis, donde descargaban lo suyo en la planchada. Ambos vecinos se refieren a lo que sucedía en la Cooperativa Agrícola de Producción y Consumo Viñateros Unidos.

La tradición del vino de mesa.

Sobre calle Mariano Moreno y San Luis, donde hoy se encuentra un moderno centro comercial, alguna vez funcionó la Cooperativa de Viñateros creada por los por inmigrantes Saturnino Álvarez Calvo, José Brierre, Vittorio Gallardini, Rafael García Montero, Emiliano González Rodríguez, Eduardo Gunzelmann, Firn Kier, Logan Mac Kidd, Pedro Navarro, Giulo Nicolai y Julio San Miguel.

Según los datos recolectados por el Ing. Federico Witcowski, el acta de fundación, que tiene fecha 15 de junio de 1933, fue redactada por el finés Firn Kier, quien además fue gerente de la Cooperativa por varios años.

Algunas de las marcas que elaboró la Cooperativa fueron Flor del Prado, Piedra Pintada, Ciudad de los Césares y Árbol Caído. Los vinos de mesa eran de tipo blanco, rosado y clarete y más adelante, hacia fines de la década del 40, se comenzaron a elaborar vinos reserva bajo la marca Flor del Prado en botellas de 750 cc. También se llegó a comercializar el vino en damajuanas de 5 y 10 litros y en botellas de 930 cc.

Ya en la década del 80, la cooperativa también lanzó su propio champagne tinto, el COVIU, bajo el programa “El Champagne de las zonas frías”.

Recuerdos de enólogo.

De ascendencia española, Juan José Ferragut nació en Cipolletti y estudió enología en Mendoza. Hacia fines de la década del 60, entró a trabajar a la Cooperativa como enólogo, a la vez que estudiaba Ingeniaría Agrónoma en Cinco Saltos.

Ferragut trabajó seis meses a la par del antiguo enólogo y luego de su fallecimiento, se hizo cargo de toda la bodega. “En la parte directiva también había parientes, de parte de mi abuelo y de mi padre, eran socios y mi abuelo materno de apellido Álvarez fue presidente de la cooperativa durante 12 años” recuerda.

La zona donde estaba la bodega eran todas chacras, aun en el predio se conservan las piletas de hormigón cilíndricas que hoy enaltecen el patio del centro comercial. La Cooperativa no tenía viñedos de su propiedad, sino que admitía la producción de los socios provenientes de Cipolletti, Fernández Oro, Allen y Centenario. “Las puertas estaban abiertas”, aseguró Juan José sobre el hecho de que hubo más de 100 aportantes de uvas, de los cuales el 70% eran socios.

El vino abocado era el mismo para todas las marcas, pero por la concesión de zonas se le cambiaba la marca, no había menor calidad, asegura el enólogo. “La bodega tenía 6,5 millones de litros de capacidad anual”, afirma Ferragut.

Algunos de los apellidos que más recuerda Juan José son el de Isidro García, cuyo hijo Rafael García fue gerente de la Cooperativa durante muchos años, además de Demetrio, Troviani, Lombi, Rastellini y Prieto, todos pertenecientes a familias de inmigrantes asentadas en el Valle.

La cantidad de personas que trabajaban era variable según el momento, se tomaba personal temporario para reforzar durante la vendimia. Pero en general había unas 35 o 40 personas involucradas en la elaboración.

Según la visión del enólogo, los mejores momentos de la Cooperativa se dieron entre la década del 1960 al 80, “estábamos muy en competencia con otras bodegas cooperativas de Allen y demás. Se compró maquinaria y creo que esos 20 años fueron los más importantes de la cooperativa”, aseguró.

Por ese entonces, Ferragut recuerda que la mayor parte de la producción se vendía al mercado local “no dábamos abasto” dijo. También remarcó uno de los hitos que tuvo la Cooperativa hacia 1990: “La mayor facturación fue de 600 mil litros de vino en un solo mes”, detalló.

Relato de una caída.

Si bien el consumo de vino no disminuyó, la producción de uvas en la zona sí. Por mayor conveniencia económica, muchos productores se convirtieron a la producción de manzanas, peras y frutas de carozo. “Nos faltaba uva”, recuerda Ferragut, quien admite que tampoco estuvieron exentos de los avatares del clima, en algún momento tuvieron que comprar vino en Mendoza, ya que no se permitía el traslado de uva en forma interprovincial.

La producción comenzó a decaer, según sus recuerdos, a principios de los 90. También había hipotecas de préstamos que en algún momento había sacado la Cooperativa. En un edicto publicado en el Boletín Oficial de Río Negro en abril del 2007, se anuncia el remate de las marcas COVIU; CVU; Flor del Prado; Lágrimas del Limay y Viejo Limay. Por su parte, en el año 2012 el INAES le retira a la Cooperativa la autorización para funcionar.

Según la información aportada por Witkowski, “la última elaboración de esta bodega se registró en al año 1998”. Según el experto, la Cooperativa no pudo superar el colapso económico-financiero que la asfixiaba, “un año más tarde solicitó la baja de la actividad ante el Instituto Nacional de Vitivinicultura clausurando definitivamente sus puertas”, describió. Sumado a esto, “las periódicas crisis que afectaron al sector vitivinícola en el ámbito nacional, influyeron localmente hasta llegar a sumir a la actividad vitivinícola regional en un sostenido estancamiento”, describió el ingeniero.

Flor del Prado y un nuevo comienzo.

Décadas después la marca Flor del Prado tuvo una nueva oportunidad y un nuevo renacer; por recomendación de Roberto García, Luciano Fernández adquirió la marca en un remate. Fernández, que es nieto e hijo de chacareros y viñateros de Río Negro, decidió encarar la producción vitivinícola en su terruño familiar, ubicado a metros de la confluencia de los ríos Limay y Neuquén.

La marca Flor del Prado también significa un homenaje a su abuelo Félix Antonio Amoruso, exmiembro de la Cooperativa de Viñateros Unidos. Según expresaron desde la bodega, la idea de resignificar la marca, tiene que ver con “poner en valor lo que habían hecho nuestros abuelos. Sentimos que renace un vino inspirado en nuestra historia”, agregaron.

Sin embargo, aclararon que “como vino no tiene mucho que ver con ese vino de mesa que tomaban en damajuana nuestros abuelos, pero sí con el espíritu de los que quisieron hacer del Valle algo productivo”, expresaron desde la nueva bodega Flor del Prado que hoy elabora vinos premium de Cabernet Franc, Pinot Noir y Malbec.

En todo caso, la idea de volver a revivir ese Valle productivo donde alguna vez los pioneros se dedicaron a la vitivinicultura, antes que a los frutales, está más en boga que nunca, nos representa y nos llena de orgullo, por la calidad de los vinos que nos da esta tierra.





Publicado en Más Producción de LA MAÑANA DE NEUQUÉN.

https://masp.lmneuquen.com/vitivinicultura/vino-legado-y-pasion-el-renacer-flor-del-prado-la-patagonia-n1179917

viernes, 7 de marzo de 2025

Viñedos y Bodega Epifanio S.A / Ernesto y Ricardo Epifanio S.A.


Viñedos y Bodega Epifanio S.A / Ernesto y Ricardo Epifanio S.A.

Por Federico Witkowski.
La historia vitivinícola de esta sociedad se inicia en el año 1972 cuando se conforma la razón social Los Parrales S.A., firma presidida por don Justo Epifanio.
En el año 1974 esta firma familiar adquiere la bodega propiedad de Amodeo y Di Donato emplazada en la Chacra 108, Lote 5, en circunscripción del ejido municipal de Villa Regina y a su vez se produce el cambio de denominación de la firma por el de Viñedos y Bodega Epifanio S.A. En el año 1979 esta entidad vuelve a cambiar nuevamente de denominación comercial girando bajo la razón social Ernesto y Ricardo Epifanio S.A.
La bodega fue registrada por el Instituto Nacional de Vitivinicultura bajo el Nro. N – 72049; la misma, poseía una capacidad real de vasija vinaria de 1.550.600 litros y elaboraba vinos reservas blanco y tinto fraccionados en damajuanas de 4.750 cm3 que las expendían con la marca comercial EPIFANIO.
Asimismo, han elaborado vinos finos genéricos blanco y tinto y vinos varietales envasados en botellas de 700 cm3 que distribuían con las marcas EPIFANIO, BARDINO y Señor de las Bardas. Vinos estos que han sido de muy destacada calidad, cobrando notoriedad su varietal Merlot que se adueñó de los paladares de la región.
En una Argentina que está siempre sembrada de crisis, la década de los ‘90 presentó una economía cargada de dificultades y riesgos, en la cual la actividad vitivinícola regional quedó gravemente afectada provocando el colapso financiero de varias bodegas que se vieron obligadas a clausurar definitivamente sus lagares.
De tal manera esta bodega efectúa su última molienda de uvas en el año 1995 y para 1997 su actividad es dada de baja por el Instituto Nacional de Vitivinicultura.
Es para destacar que el Ing. Agr. Ricardo Epifanio había concurrido a Francia a realizar una Especialización en Viticultura y Enología. Asimismo, cuando los ingenieros Atilio Cassino y Alcides Llorente se retiraron de la docencia universitaria, quedó a cargo del dictado de la Cátedra de Viticultura en la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Comahue.
En reconocimiento a su labor solidaria desarrollada en pro de la comunidad de General Roca el Concejo Deliberante ha sancionado una Ordenanza Municipal imponiéndole el nombre de Doctor Justo Epifanio a una calle de la ciudad.


Marbetes de damajuanas de vino de bodegas de la norpatagonia.