DESDE ITALIA, CON SABOR: LA HISTORIA DEL VERMUT.
El vermut, una bebida que enamoró a generaciones en todo el mundo, tiene una historia fascinante. Sus orígenes y la manera en que se ha convertido en un ícono, especialmente en Argentina. Cuáles probar en las góndolas nacionales.
Emiliano Rodríguez Egaña.Cada vez que te servís un vaso con vermú, soda y limón, sea para hacer la previa de un asdo o para estirar una conversación de trasnoche con tus amigas, lo que estás haciendo es activar una vieja historia de la que Argentina es más una excepción que una regla. La razón es sencilla: pocos países en el mundo tienen una tradición tan activa de vermuts, que se remonta más allá de tus abuelos.
Seguro la primera vez que oíste hablar de vermut (o vermouth o vermú) fue también la primera vez que viste a tu abuelo empujando un carrito cromado de dos pisos con ruedas, repleto de botellas, vasos de varias formas y tamaños, y el infaltable sifón para inaugurar el “copetín”. Él activaba una larga costumbre de inmigrantes que le dio a la Argentina un gusto vermutero.
Pero este viaje empieza más atrás en el tiempo. En Grecia y en Roma ya tenían sus “conciati”, que eran vinos aromatizados con especias y hierbas. Y ciertamente eso es un vermut, una bebida a base de vino que lleva hierbas y botánicos.
Claro que la razón por la que se agregaban estos botánicos no era la búsqueda de un determinado sabor, sino enmascarar la oxidación natural del vino. En definitiva, hacer que fuera bebible por más tiempo.
Los siglos pasaron y en la Europa de la Edad Media se le adjudicaba a esta bebida propiedades curativas, especialmente por uno de sus componentes clásico: el ajenjo. De hecho «vermut» viene del alemán «wermut», que significa ajenjo.
El vermut moderno comenzó a gestarse en Turín, Italia, a finales del 1700. Fue Antonio Benedetto Carpano, quien trabajaba en la tienda de vinos y licores Marendazzo, quien, al experimentar con vino y una mezcla de hierbas y especias, creó la primera versión comercial de vermut.
Hoy en esa esquina se puede ver una placa en conmemoración que dice: AB Carpano, en 1786, creó en esta casa su vermut, el primero de una industria típica y tradicional que contribuyó en gran medida a la fama y el prestigio de Turín en el mundo.
El mérito de Carpano fue crear una bebida con una cuidada selección de ingredientes que conquistó rápidamente al público.
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La placa en la piazza Castello. |
Según cuenta Fulvio Piccinino en su libro “Il Vermouth di Torino. Storia e produzione del più famoso vino aromatizzato”, Carpano comprendió como nadie que el Moscato era la base apropiada para un vermut, al que le añadió lo que le proveían dos ciudades cercanas, Génova y Savona: hierbas y especias.
Durante el siglo XIX la popularidad del vermut se disparó, especialmente en Francia e Italia, donde se convirtió en algo habitual antes de comer.
Si bien se trata de la misma bebida, Francia perfiló un estilo de vermut blanco más seco y floral con un dejo amargo, mientras que en Italia eran rojos con sabores dulces e intensos, gracias al ajenjo.
En la Belle Époque, la bebida se estableció como un símbolo de elegancia y sofisticación. Cafés y bares en París la adoptaron como un componente esencial de su oferta, y su consumo se extendió rápidamente por toda Europa.
El vermut en Argentina.
La llegada del vermut a Argentina fue a principios del siglo XX, de la mano de inmigrantes italianos y españoles. En Buenos Aires, la bebida se amalgamó a la cultura local del aperitivo, especialmente durante la época dorada de los cafés y bodegones porteños.
El vermut se convirtió en una bebida social, disfrutada en reuniones familiares y encuentros entre amigos, marcando así su lugar en la vida cotidiana de los argentinos.
Durante muchas décadas de ese siglo, los aperitivos en general fueron protagonistas de las mesas, pero para los años ´80 su consumo quedó cristalizado en una franja etaria que no dictaba la moda. Ya no era tema de conversación.
Sin embargo, en el comienzo del siglo XXI el vermut saltó de las mesas a las barras catapultado por su versatilidad y su incondicionalidad: suele ser una bebida que no exige demasiadas explicaciones. Lo cierto es que el vermut es un componente esencial de una infinidad de tragos, es fácil de beber y tiene muchas situaciones de consumo.
En los últimos tiempos hubo una ecuación que se comprendió muy bien: ya no había que buscar un único paladar popular sino que los gustos podían estar atomizados siguiendo un claro signo de época.
Y aquí, sobre la base del vino, muchas marcas se pusieron a jugar con diferentes botánicos y distintas proporciones en busca de una alquimia única que definiera la identidad de cada producto.
Hoy existe una góndola inmensa de vermut en donde conviven las grandes marcas con los pequeños productores, todos con la misma misión: entregar un producto de calidad y bien diferenciado.
Cuáles probar
Desde luego hoy podemos encontrar fácilmente una botella de Carpano con sus clásicas notas a caramelo, como también Cinzano Segundo, con el Malbec argentino como vino base.
También hay otros como La Fuerza, única marca latinoamericana en el top 10 según el medio inglés Drinks International. La tradicional Dellepiane no se queda afuera del ranking de los más vendidos con su Prego Rosso.
Recientemente, varias bodegas se lanzaron a crear sus propias versiones. Tal es el caso de Fasano, un vermut que combina Malbec con Moscatel como base de Bodegas Bianchi, como así también Cordero con Piel de Lobo Rosso, de Mosquita Muerta Wines.
Como muestra de vermut artesanal podemos mencionar a Malasangre Rojo a base de Malbec y Bonarda, que se puede probar en el vermubar de Belgrano que lleva el mismo nombre.
Bodega Piedra Negra, por su parte, sumó dos propuestas ideales para la alta coctelería, de la mano de François Lurton y su esposa Sabine: el Vermouth Léonce en sus versiones “Malbec” o “Criolla”. También Durigutti Family Winemakers tiene su Guardianes del Cerro, un vermut de autor que se distingue por sus notas cítricas.
Y también hay lugar en la góndola para el vermut premium: Gancia presentó Perro Negro, elaborado en pequeñas partidas y con botellas numeradas. Con origen en Mendoza, tiene una complejidad única dada por botánicos de los Andes, ruibarbo italiano, notas dulces de vainilla y miel (equilibradas con la frescura cítrica de la naranja), toques mentolados de salvia y ajenjo, con un perfil especiado de clavo, canela y anís, y un mosto fresco como endulzante.
PUBLICADO EN VINÓMANOS.
https://vinomanos.com/2025/03/la-historia-del-vermut/
* Destacado color amarillo de Vinómanos.
** Imágenes: Vinómanos.