lunes, 28 de julio de 2025

Opiniones. Probando vinos como consumidor final.

 




Esta calificación es como consumidor final de compra de vinos en supermecados. 
No se tome como EXPERTO en eso estoy muy lejos...
El Saint Felicien (marca lengendaria en vinos argentinos) hoy de Catena Zapata Wines es de calidad. Vale. Precio bueno. Pero... 
... ... ... 
El malbec tiene exceso de gusto roble (desde el 2010 lo vengo probando) NO ME GUSTA.  Que lo sigan probando los que le gustan. ¡Enbuenahora para ellos si les gusta!

Del Alto Valle Este de Río Negro sigo recomendando OIR PINOT NOIR de BODEGA FAVRETTO. Que no compite pero que también sirve, y mucho, en la sugerencia de vuestras comidas y degustaciones de vinos argentinos.
Meras apreciaciones de un consumidor de vinos...
Nada más...
Imágenes: internet.


lunes, 14 de julio de 2025

Crónica del vino y la vid desde Villa Regina.



Crónica del vino y la vid desde Villa Regina.

/ Sabías que / Por Andrea Albertano.

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Hay lugares donde el tiempo tiene otros modos. Donde el trabajo no se mide en clics ni relojes, sino en maduración, aromas y espera. En Villa Regina, Alto Valle de Río Negro, Patagonia Argentina, cuando termina el verano, el trabajo se divide en dos, por un lado la chacra y otro en la bodega. Así lo cuenta Gustavo Favretto, tercera generación de viticultores, para JuAn Delicias Magazine.

Todo empieza cuando se termina la cosecha. Entre descubes, trasiegos, borras y bentonita la bodega se vuelve un campo minado. Entre mangueras que cuelgan y el rítmico sonido de las bombas a pistón, Gustavo Favretto, sube y baja las escaleras de la bodega con alma de maratonista.  “Ahora en junio 10 grados bajo cero, en marzo 40 grados de calor , hacer vino es mucho más que cosechar la uva, creo que cualquiera puede hacer vino, pero no todos¨, sentencia.

En el Alto Valle de Río Negro, las condiciones son singulares. Suelos aluvionales, drenaje perfecto, agua de río que nace del deshielo, brisas constantes. El sol madura sin quemar. El frío nocturno afina la acidez. A veces, el clima se impone con caprichos inesperados: en 2024, después de cuatro años, volvió a nevar en plena cosecha. “Se volvió a entalcar el Alto Valle”, escribió Gustavo en su cuenta de Instagram, como si el cielo hubiese decidido espolvorear la memoria con una capa de asombro blanco.

Entre fines de mayo y primeros días de junio, la viña ya está en reposo, la savia espera mansamente, las esqueléticas plantas parecen arrasadas por un vendaval. Comienza la poda manual y los tractores cincelan y rastrean los suelos duros para volverlos suaves y amables, así las futuras raíces tendrán el camino allanado.

 “El momento de poda es clave, un tijerazo mal dado es un futuro brote sin uva”, explica Gustavo.

En bodega, probar y decidir.

“Cada vino necesita su tratamiento. No es lo mismo un Pinot que un Malbec. No es lo mismo un vino que saldrá joven al mercado que uno que irá a barricas”, expresa mientras muestra los tanques de acero y las barricas de roble francés.

 “Es un juego de equilibrios. Como escribir un texto que tiene que decir mucho sin decirlo todo”, compara Gustavo, que alguna vez fue periodista y que aún escribe las contraetiquetas de sus vinos con la pluma del que supo contar historias en papel.

Algunos vinos, los más jóvenes, se embotellan en damajuanas a los pocos meses. Otros los de botellas reposan en barrica. Ahí, en la bodega, ocurre otra transformación. El roble aporta aromas, suaviza taninos, redondea lo que la fruta ya trajo del viñedo.

En ese silencio apenas roto por el eco de las pisadas, se afina el carácter del vino. A veces, se ensambla con otro varietal. A veces, se deja ser. Cada año es distinto. Cada vendimia es una nueva oportunidad de aprender, de corregir, de arriesgar.

Cuando por fin se decide que un vino está listo, se embotella. Con cuidado casi ceremonial. Se encorcha y se guarda. “Ahí comienza otra mística, la botella acostada en estiba luego de meses y a oscuras, encierra un misterio envuelto en un enigma ”, dice Gustavo.

En 2022 inauguró la sala de degustación, el turista puede probar esas botellas junto a una picada. Recorrer la bodega, ver las maquinarias antiguas, los documentos del abuelo Ferruccio, las fotos en sepia y sentarse en un cómodo living y leer un libro en una heterogénea y curiosa biblioteca.

Un legado que continúa.

Hoy, mientras muchas bodegas del país crecen en volumen, Favretto crece en historia. Manteniendo  la calidad, mejorando el proceso, contando con honestidad lo que la tierra da.

“Acá no hay milagros, hay trabajo. Y hay memoria. Mi abuelo llegó cuando esto era un médano. No había nada. Ni luz eléctrica. Ni agua corriente. Solo el deseo de plantar. Lo que yo hago es mantener el legado y tratar de mejorar cada año”, revela Gustavo.

Las tareas del vitivinicultor son incesantes: en unos meses más se vendrán las infaltables heladas primaverales. Ahí se pone en juego la cosecha 2026, vendrán las noches largas donde la temperatura bajará a menos de cero grados y los tiernos brotes de la vid tratarán de sobrevivir a la inclemencia. Pero no sobrevivirán por si solos, Gustavo y sus empleados se desvelarán toda la noche, pondrán  las bombas de agua con sus aspersores o el clásico riego por manto para tratar de darle humedad al suelo y generar una atmósfera donde se pueda defender la producción. Si son heladas cortas habrá uva en 2026, si la helada es muy larga habrá que soñar que el 2027 sea mejor.

Y así, cada día en Villa Regina es trabajo continuo. Es volver a empezar. Es agradecer. Es cerrar un ciclo y abrir otro. Con las manos manchadas de jugo, el vino latiendo en barrica, y la certeza de que hacer vino en Patagonia, hoy, también es un acto de amor.

Publicado en JuAn Delicias Magazine.

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viernes, 11 de julio de 2025

HUMBERTO CANALE. Más de 100 años y un millón de litros anuales de vino: el secreto de la emblemática bodega de Río Negro

 

Más de 100 años y un millón de litros anuales de vino: el secreto de la emblemática bodega de Río Negro.

Humberto Canale no solo es la bodega más antigua del Alto Valle, sino que se consolida como la más grande. La obtención de vinos finos no sería posible sin las particulares condiciones medioambientales del norte de la Patagonia.

A 116 años de su fundación, la bodega Humberto Canale no solo mantiene viva su historia: desde el Alto Valle del río Negro, sigue siendo una protagonista indiscutida del vino patagónico y nacional. Su permanencia no es casual: combina una filosofía de trabajo arraigada en la calidad, una administración muy ordenada y un crecimiento controlado, pero constante. Las particulares condiciones medioambientales de la región son un elemento clave.

La bodega, conducida por la cuarta generación de la familia Barzi-Canale, entendió antes que muchos que el mundo del vino cambió. Mientras baja el consumo per cápita a nivel global, se impone la búsqueda de productos de alta gama. Humberto Canale se adaptó sin perder su esencia.


La «bodega del millón» en el Alto Valle.


Ubicada en General Roca, Humberto Canale es la bodega en funcionamiento más antigua del Alto Valle del río Negro y también la más grande. “Hoy en el Alto Valle del río Negro, nuestra empresa es la que tiene mayor volumen de producción, mayor cantidad de viñedos, y vamos creciendo. Plantamos todos los años una determinada cantidad de superficie y erradicamos en viñedos solamente lo que consideramos que ya no tiene interés comercial o productivo, que por suerte no es mucho”, explica Juan Martín Vidiri, agrónomo y director de la empresa.

La bodega cuenta con 630 hectáreas totales, de las cuales 160 están plantadas con cepajes finos para vinos de alta gama. Produce 1,5 millones de botellas al año (más de un millón de litros) y emplea alrededor de 400 personas durante la etapa de la vendimia. En sus viñedos predominan las espalderas, ideales para uvas de calidad. “Otros sistemas como parral o tatura han quedado más para uvas de mesa o para otros niveles de producción, que no es lo que nosotros estamos buscando”, aclara Vidiri.

El compromiso con la calidad se refleja desde el viñedo. “Sin calidad de materia prima no podés tener calidad de vino. Cualquier receta maravillosa se va a desarrollar mucho mejor si los productos con los que se hace son de calidad”, afirma. Ese concepto guía cada decisión. Desde la poda invernal hasta el manejo de la canopia (la “pared” de hojas que debe interceptar bien la luz solar), cada etapa del cultivo se cuida al detalle. El objetivo es producir uvas equilibradas, con buena sanidad, estructura y expresión varietal

El rendimiento se maneja en función de cada cepaje. “Pinot Noir está en torno a los 7.000 u 8.000 kilos por hectárea. Es una variedad que no tolera bien los excesos de producción. En Malbec, Merlot, Cabernet Sauvignon, estamos en un rango de 9.000 a 12.000 kilos. Son buenos números, pero no buscamos el máximo rendimiento: cuando excedés determinados niveles, los mostos que se obtienen son desparejos, no son delicados, pueden tener aristas no agradables”, detalla.

Otro punto clave de la sostenibilidad del modelo es el orden financiero. “Una correcta administración, un correcto control de egresos y de ingresos es fundamental. Tener información, disponer de esa información y utilizarla. Y después, el grupo humano, la gente, marca la diferencia”, remarca Vidiri. Según explicó, el costo por kilo de uva oscila entre los 45 y los 55 centavos de dólar. Ese rango les permite sostener una ecuación económica saludable sin sacrificar calidad. “Hay una disyuntiva entre cantidad y calidad, y nosotros optamos por la segunda. Es parte de nuestra esencia y la clave de nuestro éxito”.

La calidad del vino, la clave de la prosperidad. 


La decisión de priorizar calidad por sobre cantidad no es solo empresarial, sino enológica. “El Alto Valle del río Negro, en el norte de la Patagonia argentina, tiene características agroclimáticas diferentes de otras zonas vitivinícolas del país. La baja cantidad de lluvias, los vientos frecuentes, la gran amplitud térmica… todo eso, acompañado de diferentes perfiles de suelo, hace que los vinos tengan características únicas”, señala Horacio Bibiloni, enólogo de la bodega.

Entre las variedades tintas se destacan el Malbec y el Pinot Noir, ambos muy demandados internacionalmente y con un sello local inconfundible. “El Pinot Noir da un vino realmente sobresaliente, característico, con mucha tipicidad”, apunta Vidiri. Bibiloni amplía: “En climas cálidos, el Pinot madura muy rápido y se obtienen vinos que no son complejos ni elegantes. Acá, gracias a las noches frescas, el proceso de maduración se desacelera y eso nos permite cosechar con una maduración mucho más adecuada. Hoy el Pinot Noir es la variedad que más nos diferencia de otras regiones”. 

El Malbec del Alto Valle, en tanto, se distingue del mendocino por su equilibrio natural y su perfil sobrio. “Quizás no tan profundamente aromático, pero sí con un gran color, un excelente cuerpo y muy balanceado. Tiene una mineralidad y una elegancia que lo hacen muy particular”, dice Vidiri.   

En blancos, destacan el Sauvignon Blanc, el Semillón y el Riesling. “Los vinos que elaboramos son frescos, frutados, con mucha tipicidad varietal. Buscamos asociar esas características de la región a toda nuestra filosofía de trabajo, donde trabajamos mucho en lograr vinos complejos y elegantes”, resume Bibiloni.   

El estilo de vinificación varía según el objetivo de cada línea. Los vinos blancos, en su mayoría, no pasan por madera y se embotellan pocos meses después de la cosecha. En cambio, los tintos de alta gama maduran entre 10 y 12 meses en barricas de roble francés y americano, y luego pasan al menos un año en botella antes de salir al mercado.  

La historia que empezó con inmigrantes y siguió con visionarios


La historia de Humberto Canale se remonta a fines del siglo XIX, cuando una familia de inmigrantes genoveses llegó a Buenos Aires y fundó una panificadora en San Telmo. El emprendimiento prosperó, se diversificó hacia pastas y conservas, y se transformó en una de las industrias alimenticias más importantes del país durante décadas. Uno de los hijos, Humberto Canale, ingeniero civil, fue funcionario público en tiempos de Julio A. Roca y discípulo del ingeniero Luis Huergo.   

Juntos fundaron la bodega en 1909, atraídos por el desarrollo ferroviario y el potencial agrícola del Alto Valle. Las primeras vides (Cabernet Sauvignon, Merlot, Semillón, Sauvignon Blanc) se importaron desde Burdeos, inspirados por la idea de replicar en la Patagonia un terroir de prestigio. “La zona no es análoga a Burdeos, pero vieron el río, el clima, y pensaron que podía funcionar. Y efectivamente, funcionó”, cuenta Vidiri. Décadas después se incorporaron nuevas variedades, como el Pinot Noir, que resultaron un hallazgo para la región.  

Hoy, la bodega conserva un parral mixto de 1937 con Cabernet y Riesling, y un Semillón de 1942. “Son viñedos que están disponibles para visitar, que están en muy buena condición y siguen dando excelentes producciones”, señala Vidiri.   

Durante muchos años, el principal mercado fue el interno. A partir de los años 70 comenzaron las exportaciones y los reconocimientos internacionales. “Recuerdo la alegría del primer premio, en Francia, un Cabernet Sauvignon que sacó medalla de oro. Fue una validación de lo que ya sabíamos: que esta región tenía condiciones de excelencia para vinos tintos”, dice Vidiri.   

Actualmente, Humberto Canale exporta entre el 35% y el 40% de su producción a Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Brasil y mercados de América Latina. “La vitivinicultura argentina no se comprende sin la pata exportadora. Es esencial”, agrega. 

Después de más de un siglo, Humberto Canale no solo se mantiene: crece. Lo hace evaluando cada inversión, cuidando cada decisión agronómica, respetando su historia y apostando por el futuro. “Todos los años hacemos nuestras evaluaciones y vemos en qué área productiva podemos invertir y plantar o erradicar”, resume Vidiri.   

La clave, repite, está en la combinación entre administración profesional, pasión familiar y trabajo bien hecho. “Humberto Canale fue de los primeros que plantó y es la empresa que todavía sigue en funcionamiento y con crecimiento, con nuevos productos y con todas las ganas de seguir escribiendo la historia”. 

Publicado en diario Río Negro.

Domingo 6 de Julio del 2025.

Foto: Florencia Salto.

https://www.rionegro.com.ar/rural/mas-de-100-anos-y-un-millon-de-litros-anuales-de-vino-el-secreto-de-la-emblematica-bodega-de-rio-negro/



miércoles, 9 de julio de 2025

Si Instagram hubiese existido en 1816: el menú patrio por pasos que hubiese sido furor.

 

Si Instagram hubiese existido en 1816: el menú patrio por pasos que hubiese sido furor.

¿Te imaginás un menú de 5 pasos en plena declaración de la independencia?

No había stories, ni influencers, ni foodies… pero sí platos sabrosos, vino y una mesa con historia. Hoy te proponemos revivir ese espíritu de libertad con una cena (o almuerzo) temática que reinterpreta los sabores de 1816 con maridajes modernos y una mirada con corazón patrio.

La historia nos cuenta que en la vida cotidiana de 1816 el vino ya formaba parte de las mesas criollas. En su libro Al gran pueblo argentino, salud, el historiador Felipe Pigna describe cómo el vino Carlón, de color oscuro y sabor recio, se convirtió en una de las bebidas más consumidas durante las primeras décadas del siglo XIX. Proveniente de la región de Benicarló, de la provincia de Castellón (España), el Carlón se tomaba en jarras, sin pretensiones, y era protagonista en tertulias, fogones y celebraciones patrias.

Entre gauchos, soldados y políticos, el vino era sinónimo de encuentro y de pertenencia. Mientras se debatía la libertad en la Casa de Tucumán, en las cocinas se cocinaba la patria con zapallo, maíz, carnes de olla, quesos criollos y dulzuras caseras. Hoy, más de 200 años después, te invitamos a imaginar cómo hubiese sido un menú por pasos en ese contexto, con un guiño actual.


PASO 1 – Entrada

Empanadas criollas de carne cortada a cuchillo
En 1816 eran un clásico de las reuniones. La carne quizás era charqueada, la cebolla generosa y la cocción, a horno de barro.

Maridaje moderno:

  • Bonarda o Cabernet Franc jóvenes, bien frutados.
  • También un rosado seco de Malbec, o un Torrontés seco del NOA ideal para balancear la grasa justa del relleno.

 PASO 2 – Plato principal

Locro patriota con maíz blanco, zapallo y carne de olla
Plato de raíz ancestral, mezcla de ingredientes autóctonos y técnicas coloniales. El locro unía clases, regiones e ideas. Era el plato de la libertad.

Maridaje moderno:

  • Malbec clásico, con algo de crianza en roble.
  • ¿Querés sumar un toque especiado? Probá con un blend con Syrah o Tempranillo.

 PASO 3 – Intermedio

Queso criollo y pan casero al rescoldo
En las pausas entre platos, el queso artesanal y el pan con grasa o al rescoldo eran infaltables.

Maridaje moderno:

  • Un Pet Nat de uva criolla, burbujeante y ligero.
  • O incluso un vino naranja, que rescate técnicas antiguas con mirada actual.

 PASO 4 – Postre

Pastelitos de batata o membrillo
Crocantes, dulces, hechos con amor en aceite o grasa caliente. Se servían en bandejas o cestos, y eran símbolo de festejo.

Maridaje moderno:

  • Un espumoso dulce natural que juegue con el dulzor.
  • O un Torrontés tardío bien frío.

 PASO 5 – Brindis por la Patria

Vino Carlón servido en jarra de barro
Era el vino de los próceres. Oscuro, recio, sin etiquetas. Un símbolo popular y patrio.

Brindis actual:

  • Elegí un vino natural o sin sulfitos, que conecte con esa esencia rústica y honesta.
  • O hacé tu propio blend casero con vinos distintos, como se usaba hacer.En 1816, la libertad se cocinaba a fuego lento, con recetas que venían del corazón.
En 1816, la libertad se cocinaba a fuego lento, con recetas que venían del corazón.
Hoy, podemos volver a saborear esos momentos con una mirada moderna que honra la historia.
Que este 9 de julio sea una excusa perfecta para armar tu propio menú patrio por pasos y brindar, como aquellos hombres y mujeres, por un futuro con identidad.

Publicado en EL VINO DEL MES.

https://www.elvinodelmes.com.ar/blog/2025/07/si-instagram-hubiese-existido-en-1816-el-menu-patrio-por-pasos-que-hubiese-sido-furor.html

https://www.elvinodelmes.com.ar/blog/


jueves, 3 de julio de 2025

Bodega WAPISA. Localidad de San Javier, Río Negro.

 


Bodega WAPISA.

La Bodega Wapisa se ubica a unos 30 km de Viedma en la localidad de San Javier y pertenece al grupo de Bodegas Tapiz, antes manejada por el grupo americano Kendall-Jackson y  actualmente conducida por la familia Ortiz.

El nombre Wapisa deriva de la lengua Yamana de los aborígenes de Tierra del Fuego y hace referencia a las ballenas que deambulan por nuestras costas.

Esta Bodega Patagónica cuenta con viñedos propios adyacentes a la Bodega con las variedades Sauvignon Blanc, Merlot, Malbec y Cabernet Sauvignon, además utiliza uvas de otros viñedos implantados en la región con un total de 60 hectáreas en producción de las 120 disponibles.

Las instalaciones se encuentran donde anteriormente existía la Bodega Lapeyrade, la cual fue demolida para instalar en el predio una Bodega totalmente nueva. En la actualidad poseen una capacidad de elaboración de 300.000 litros en tanques pequeños y medianos de acero inoxidable, piletas de mampostería y variada tonelería de roble.

Durante la visita coordinada por la agencia "Viedma Experiencias" (acá) pudimos probar algunos vinos desde tanques en proceso de elaboración, como un sauvignon blanc, un pinot noir y un malbec; luego desde barricas un pinot noir, un cabernet y un merlot que la Bodega actualmente no fracciona como varietal.

Finalmente se realizó una degustación de los vinos actuales de la cartera de productos de la bodega a Bodega, que fueron un Sauvignon Blanc 2023, Pinot Noir 2023, Malbec 2023 y Cabernet Sauvignon 2023.


Foto de la Web de la Bodega.

Agradezco el profesionalismo y la calidez de Marcela y Gabriel (de Viedma Experiencias) y a continuación dejo algunas notas de cata de los vinos que pasaron por el Blog:

 Wapisa Pinot Noir 2023