jueves, 16 de agosto de 2018

Reintegros a las exportaciones: malas noticias para la Vitivinicultura.

Reintegros a las exportaciones: malas noticias para la Vitivinicultura.
En el Observatorio Vitivinícola Argentino analizamos las medidas del Gobierno Nacional y cómo impactarán en la industria vitivinícola. El proceso de ajuste que venía reclamando el Fondo Monetario Internacional (FMI), ha llevado al Gobierno Nacional a suspender la baja de las retenciones para aceites y harinas de soja, la eliminación del Fondo Federal Solidario y a la reducción de los pagos de reintegros a las exportaciones de productos industriales, medida que claramente afecta a la industria vitivinícola.
Las medidas anunciadas, con un objetivo de reducción del déficit público, generarán, según el Ministerio de Hacienda, un “ahorro fiscal” estimado de $ 12.500 millones para lo que resta de 2018 y de $ 53.000 millones para 2019.
Entre las medidas se anunció una reducción de un 66% el monto total pagado en concepto de reintegros a la exportación, de acuerdo a un esquema diferenciado por producto.
Para Hacienda, la justificación de los reintegros a la exportación se debe a los impuestos indirectos que se acumulan durante el proceso de producción y que no tienen una devolución al exportarse. No obstante, sustenta esta medida, en el hecho de que la reforma tributaria y el pacto fiscal redujeron los impuestos al cheque y a los ingresos brutos.
En nuestro país, desde 1962 existen estímulos fiscales a las exportaciones. Uno de ellos, el reintegro, a pesar de haber comenzado a otorgarse en 1965, se encuentra legalmente vigente desde 1991.
Estos estímulos corresponden al reintegro que el Estado hace a los exportadores de los tributos interiores que se pagaron en las distintas etapas de producción y comercialización de bienes nuevos argentinos entre los que se encuentran tributos nacionales (Débitos y Créditos bancarios, derechos de importación y tasa estadística), tributos provinciales (Ingresos Brutos y Sellos) y municipales (tasa de seguridad e higiene).
Actualmente los niveles de Reintegro a la Exportación aplicables a diferentes posiciones arancelarias, entre ellas los productos vitivinícolas son los siguientes:
Posición arancelariaNombreValor reintegro actual
80610Uva en fresco3,50%
80620Pasa de uva3,00%
200961Jugo concentrado de uva6,00%
200969Jugo concentrado de uva6,00%
220410Vino espumoso6,00%
220421Vino en recipiente con capacidad inferior o igual a 2 l6,00%
220421Vino en recipiente con capacidad inferior o igual a 5 l6,00%
22042911Vino. Los demás5,50%
22042919Vino. Los demás5,50%

Recientemente realizamos un estudio con el objetivo de determinar el valor de los impuestos contenidos en el precio FOB de los productos vitivinícolas exportados, donde se cuantificaron todos los tributos correspondientes al proceso de comercialización de vino argentino en el exterior, incluyendo los impuestos que se pagan tanto en forma directa de cada uno de los eslabones – agrícola, industrial y comercial – más el aporte indirecto que considera las interdependencias sectoriales hacia atrás y hacia adelante.
Asimismo, se tomaron en consideración los pagos impositivos que resultan como consecuencia de las retribuciones a los factores que realiza la cadena, siendo éstos parte del aporte indirecto (hacia adelante) de la recaudación fiscal. Por otra parte, la cadena vitivinícola utiliza insumos que pagan impuestos a la producción, que constituyen un efecto indirecto hacia atrás y forman parte, por ello, de los aportes indirectos.
En el estudio se concluyó que estos impuestos representan un porcentaje mayor al porcentaje del reintegro recibido. Estos resultados de las estimaciones realizadas, motivó a que la Industria Vitivinícola solicitara aumentar los reintegros a las exportaciones de forma de compensar los tributos interiores que los exportadores pagan en las distintas etapas de producción y comercialización de vino, esto es, disminuir la presión fiscal sobre las exportaciones vitivinícolas.
En el caso de los reintegros a las exportaciones del vino fraccionado (de 6% sobre el valor FOB) se concluyó que el porcentaje de impuestos contenidos en el valor promedio FOB es de a 8%, es decir un 2% mayor al reintegro recibido. En el caso de las exportaciones de vino a granel (5,5% sobre FOB) esta diferencia es aún mayor ya que los impuestos contenidos en el precio FOB significan un 10,5% del precio FOB, es decir una diferencia de 5 puntos porcentuales.
Cabe destacar además que la industria vitivinícola presenta una importante carga impositiva evaluada en toda la cadena productiva. Recientemente se realizó un estudio con el objetivo determinar la carga impositiva que soporta el sector vitivinícola de Argentina definiendo a la carga impositiva  como la relación entre el total de impuestos que tributa la industria y el excedente de explotación empresario. Los resultados obtenidos muestran que, evaluada en su conjunto, la industria presenta un 65,4% de carga impositiva, en tanto que en la producción primaria esta relación es de 43,4%.
A estos resultados de carácter impositivo (retenciones a las exportaciones inferiores al impuesto contenido en el precio FOB) y carga impositiva se suman a otros factores que inciden negativamente en la competitividad del sector con efectos distributivos claramente significativos hacia las bases de la cadena:
  • Altos costos de transporte que representan entre un 6% y un 12% del valor FOB, lo que nos coloca en desventaja con nuestros competidores ya que pueden operar con un costo de transporte hasta del 40% menor en relación al costo de Argentina.
  • Es posible estimar que ante un posible AUMENTO EN LAS EXPORTACIONES DE VINO DE 5% significaría la producción de MÁS DE 1.300 HECTÁREAS ADICIONALES, mientras que un aumento de 10% representaría alrededor de 2.700 HECTÁREAS MÁS
  • Se estima que en 2016 la producción, elaboración, fraccionamiento y venta de vino en los mercados externos generó más de 5.700 PUESTOS DE TRABAJO EN LA PRODUCCIÓN DE UVA mientras que EN LA ELABORACIÓN FUERON CERCA DE 6.800 puestos de trabajo de equivalencia a dedicación plena. Esto marca el impacto que tendría en el empleo el aumento de exportaciones.
  • El vino es un producto de origen agrícola, pero con fuerte valor agregado: por cada dólar facturado en exportaciones, aproximadamente 30 centavos es valor agregado
La vitivinicultura argentina tiene condiciones y características que desde el punto de vista socio económico la destacan, entre ellas la intensidad en el uso de mano de obra y el alto valor agregado, razones que justifican ampliamente la reducción de la carga impositiva de la cadena.

miércoles, 15 de agosto de 2018

El espumante es un vino y como tal no debe tributar impuestos.

El espumante es un vino y como tal no debe tributar impuestos.


La exención del impuesto a los espumantes vence a fin de año y aquí presentamos un documento de descarga gratuita, elaborado por el Observatorio Vitivinícola Argentino y la Corporación Vitivinícola Argentina, en el que se fundamenta la eliminación del impuesto interno al espumante en tanto es un tipo de vino y los vinos no tributan impuesto interno, al tiempo que las empresas han realizado importantes inversiones en los últimos años que le han dado dinamismo y diversidad a la categoría. En el último tiempo las ventas de espumantes se han resentido por lo cual eliminar el impuesto se hace fundamental.
Este trabajo, además, muestra la caracterización de los espumantes en Argentina, su producción, las ventas en los mercados interno y externo y las inversiones que han desarrollado las empresas que los producen.
En el período 2005/2015 (aplicación del Programa) el volumen de espumante fraccionado y el número de bodegas fraccionadoras creció significativamente, pasando en el primer caso de 22 millones a 49 millones de litros y de 61 bodegas fraccionadoras a 167.
En 2017 la cantidad de empresas suman 133 y el volumen de elaboración 42 millones de litros.
En línea con el aumento de la producción, las ventas (despachos) de espumante en el mercado interno crecieron de aproximadamente 22 millones de litros en 2005 a 46 millones de litros en 2015 (un crecimiento acumulado del 106%).
El último año se registró una leve caída, alcanzado los 39 millones de litros el volumen de venta en Argentina.
Fotos ilustrativas web.

domingo, 12 de agosto de 2018

¿A qué productos se les puede llamar “vino”?

¿A qué productos se les puede llamar “vino”?

Muchas veces, erróneamente, se le adjudican ciertos nombres a productos que realmente no lo son. En el caso del vino, eso ocurre cotidianamente. En esta nota, veremos, según lo reglamentado por el Instituto Nacional de Vitivinicultura de Argentina, a qué se le puede llamar vino.

Si bien, como en la gran mayoría de las situaciones, existen normativas que complementan una ley, en el caso de la Ley General de Vinos de Argentina, bajo el número 14.878, se explica en detalle, en su artículo 17, que se entiende por “vino”. Algunos de los puntos que transcribiremos se pueden tildar de demasiados “amplios” o “dudosos”, pero lo cierto es que por lo menos queda plasmado que el vino, proviene exclusivamente de la uva.
Pasemos a detallar el citado artículo en su totalidad:
A los efectos de la presente Ley, se considerará:
a) Vinos genuinos a los obtenidos por la fermentación alcohólica de la uva fresca y madura o del mosto de la uva fresca, elaborados dentro de la misma zona de producción. A este efecto la reglamentación fijará los grados baumé mínimos de las uvas, según las zonas y las condiciones climáticas. En consecuencia, ningún otro líquido cualquiera sea su origen o composición, podrá designarse con el nombre de vino, precedido o seguido de cualquier adjetivo, excepto los especificados más adelante;
b) Vinos especiales (licorosos y/o generosos):
1. Categoría A: Es el vino seco o dulce que, sin adiciones, posee un grado alcohólico no inferior a doce y medio por ciento (12 y 1/2 %) en volumen y/o una riqueza alcohólica adquirida y en potencia no menor de quince grados (15º GL.).
2. Categoría B: Es el vino seco o dulce cuya graduación alcohólica no sea inferior a quince por ciento en volumen (15%) y provenga, en parte, de la adición de alcohol vínico en cualquier momento de su elaboración.
3. Categoría C: Es el vino obtenido adicionando en cualquier momento de su proceso de elaboración indistinta, conjunta o separadamente, cualquiera de los siguientes productos: mosto concentrado, mistela, arrope, caramelo de uva o alcohol vínico con una riqueza alcohólica total no inferior a quince grados (15° GL.).
c) Vinos espumosos, champaña o champagne el que se expende en botellas con una presión no inferior a cuatro atmósferas (4 atm) a veinte grados centígrados (20° C) y cuyo anhídrido carbónico provenga exclusivamente de una segunda fermentación alcohólica en envase cerrado. Esta fermentación puede ser obtenida por medio del azúcar natural de la uva o por la adición de sacarosa. Se permitirá la adición de licores a base exclusivamente de vino con cognac o aguardiente vínico.
d) Vino gasificado, el que ha sido adicionado de anhídrido carbónico puro después de su elaboración definitiva debiendo hacerse constar dicha denominación en los marbetes adheridos a los envases de venta.
e) Vino compuesto (Vermouth, quinado o tónico), el elaborado con base mínima de setenta y cinco por ciento (75%) de vino alcoholizado o no con el agregado de substancias aromáticas, amargas y/o estimulantes, pudiendo edulcorarse con sacarosa o mosto concentrado o mistela y colorearse con caramelo. En la elaboración de los quinados deberán utilizarse extractivos de corteza de quina.
f) Productos analcohólicos de la uva son:
1. Jugo de uva, el producto de la molienda o prensado de la uva fresca, filtrado y estabilizado con productos aprobados por el Instituto antes de iniciarse el proceso de fermentación alcohólica. Se tolerará alcohol proveniente de fermentaciones accidentales, con un límite máximo de uno por ciento (1%) en volumen.
2. Mosto virgen de uva, el proveniente de la molienda o prensado de la uva fresca en tanto no haya empezado a fermentar.
3. Mosto de uva en fermentación, aquél en proceso de fermentación, cuya riqueza alcohólica no exceda de cinco por ciento (5%) en volumen.
4. Mosto sulfitado, el mosto estabilizado con el agregado de anhídrido sulfuroso en dosis que establezca la reglamentación.
5. Mosto concentrado, el obtenido del mosto de la uva en sus diversos grados de concentración mediante procesos térmicos al vacío o al aire libre, sin haber sufrido caramelización sensible.
6. Arrope de uva, el producto resultante de la concentración avanzada de mosto de uvas, a fuego directo o al vapor, sensiblemente caramelizado con un contenido mínimo de quinientos (500) gramos de azúcar por litro.
7. Caramelo de uva, un arrope de uva con mayor grado de caramelización y un contenido de azúcar no mayor de doscientos (200) gramos por litro.
g) Chicha de uva, el producto que resulta de la fermentación parcial del mosto detenida antes de alcanzar cinco por ciento (5%) de alcohol en volumen y con un contenido mínimo de ochenta (80) gramos por litro de azúcar reductor. Queda prohibida la elaboración de chicha a base de mosto concentrado.
h) Mistela, el producto que contenga como base mosto alcoholizado con alcohol vínico hasta un límite máximo de dieciocho (18%) de alcohol en volumen. El mosto utilizado deberá poseer directamente o previa concentración o por adición de mosto concentrado un contenido azucarino mínimo de doscientos cincuenta (250) gramos por litro.
i) Aguardiente de vino, pisco o brandy, el producto de la destilación especial de vino sano, cuya graduación alcohólica al salir del destilador no sea superior a setenta y cinco por ciento (75%) en volumen de acuerdo a la reglamentación que dicte el Instituto.
j) Cognac o coñac, el aguardiente de vino añejado en envases de roble por un término no inferior a dos años. Este lapso podrá computarse promediando el estacionamiento de partidas de distintas edades, ninguna menor de un año. Podrá autorizarse con carácter general el uso de envases de otras maderas de aptitud probada.
k) Grapa, grappa o aguardiente de orujos, el aguardiente obtenido por destilación de los orujos;
l) Alcohol vínico, el que se obtiene por destilación y rectificación de vinos, productos o subproductos derivados de la fermentación de la uva.
m) Los productos o subproductos derivados de la industria vitivinícola no definidos en el presente artículo deberán ser aprobados previamente por el Consejo Directivo, previos los informes técnicos pertinentes.
n) Toda bebida que presente características similares a las definidas pero que han sido obtenidas por procedimientos distintos a los enumerados en la presente, será calificada como bebidas artificiales.
Por otra parte, la Resolución C2-2016, afirma que se le podrá llamar “Producto a Base de Vino” a todo aquel obtenido a partir de un mínimo de 50% de vino genuino al que se le han agregado edulcorantes, aromatizantes, colorantes y productos de calidad alimentarias o de bebidas no alcohólicas incluyendo el agua. Por supuesto, esto debe quedar explícito en el etiquetado del producto.
Por Diego Di Giacomo.

viernes, 10 de agosto de 2018

Impensado: los uruguayos ya consumen casi 40% más de vino en promedio que los argentinos. Mientras que en el país vecino el consumo per cápita se acerca a los 28 litros, en la Argentina descendió hasta los 20,3 litros, su mínimo histórico.

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Impensado: los uruguayos ya consumen casi 40% más de vino en promedio que los argentinos.

Mientras que en el país vecino el consumo per cápita se acerca a los 28 litros, en la Argentina descendió hasta los 20,3 litros, su mínimo histórico.


La Argentina es un país conocido internacionalmente por el fútbol, el tango, la carne y el vino.
Y si bien la Argentina está dentro del top 10 entre los máximos productores a nivel mundia, la realidad es que la bebida nacional no ha parado de perder terreno en la mesa de cada día. 
Un informe de la División Vinos del Banco Supervielle, en base a datos anualizados hasta el mes de mayo, detalla que mientras que hace una década en el país se bebían más de 28 litros per cápita, en la actualidad este nivel se desplomó hasta los 20,3 litros.
"Entre 2006 y 2009 nuestro consumo era parecido al que hoy tienen algunos países europeos de estándares relativamente elevados, pero luego pasamos a promedios que son propios de países nuevos, que están aún en etapa de expansión", indica el asesor Javier Merino.
Así, mientras que en la Argentina este indicador se contrajo un 27% en poco más de una década, otros mercados que también producen pero no están tan fuertemente identificados con la industria vitinícola, como es el caso de Uruguay, experimentaron un movimiento en sentido contrario, a punto tal que el consumo per cápita en el país vecino ya se acerca a los 28 litros en promedio, es decir, un 37% más que en el mercado doméstico. 

Se vende menos.

Esto, lógicamente, se tradujo en un menor nivel de ventas en el mercado doméstico: en 2007, por ejemplo, las bodegas habían despachado al mercado local un total de 124,3 millones de cajas de 12 botellas cada una, lo que arrojó un total de 1.491 millones de botellas comercializadas. 
Tomando los datos anualizados hasta el mes de mayo, según consigna el informe del Banco Supervielle, se comercializaron apenas 97,9 millones de cajas, es decir, unas 1.174 millones de botellas.
¿Qué implicó esto?

Que en poco más de diez años se "evaporaron" unas 317 millones de botellas.
Merino detalló que en 2007, "la economía argentina todavía crecía y se había estabilizado la caída estructural del consumo. Pero luego llegó el efecto de la crisis internacional, cayó el PBI argentino e impactó sobre los ingresos de los consumidores", provocando una paulatina y continua caída de la demanda doméstica de vinos, con el agravante –alertó el experto- de que "es poco probable que se retorne a los volúmenes que se consumían en la última década".
Esto, a su vez, está teniendo impacto en el primer eslabón de la cadena: según el informe de la entidad, una hectárea de viñedos permite elaborar unas 800 cajas de vino.
Esto significa que, en los últimos años, como consecuencia del menor consumo, el mercado interno dejó de demandar la producción que generan unas 20.000 hectáreas.

Punto a favor: no es el mismo vino.

Desde el Banco Supervielle destacaron que, si bien hubo una fuerte caída en los volúmenes, mejoró sustancialmente la calidad.
"Detrás de esos 20 litros que hoy se consumen por año han habido cambios notables", explicaron.
Y uno de los más notorios fue el de la premiumización: en 2003, cuando el consumo per cápita en Argentina superaba los 30 litros anuales, se demandaban mayoritariamente vinos básicos.
En efecto: cada 0,44 litros que las bodegas despachaban en botella, 1 litro llegaba en envases tetrabrik o damajuanas.
Luego de una década, hacia el 2014, esa relación se invirtió, en línea con un fenómeno que también se observó alrededor del mundo.
El problema es que, a partir de ese año, ambas categorías comenzaron a caer.
El informe de la entidad indagó acerca de por qué bajó tanto el consumo de vinos en general. Y, más allá de la clásica rivalidad con la cerveza, Merino fue más allá y relacionó la baja de la demanda con las sucesivas crisis económicas.
"Existe una estrecha relación entre la generación de riqueza del país y el consumo de bebidas: ambas evolucionan en forma similar", señaló.
El experto afirmó que es notable que en las dos grandes crisis de los últimos 20 años, la caída del PBI per cápita provocó una caída del consumo".

"La evidencia indica que tres cuartas partes de la evolución del consumo está explicada por la evolución del producto bruto. El resto parece estar relacionado a nuevos hábitos de consumo y variaciones de precios", concluyó.


Publicado en 
http://www.areadelvino.com/articulo.php?num=30535
Destacado amarillo Area del vino.

martes, 7 de agosto de 2018

Siracusa Laska Rosé 2017. Este vino de Familia Pirri proviene de viñedos de mas 70 años de implantación de una cepa del éste de Europa, de la cual la familia posee unas 15 hectáreas.

Siracusa Laska Rosé 2017.

Este vino de Familia Pirri proviene de viñedos de mas 70 años de implantación de una cepa del éste de Europa, de la cual la familia posee unas 15 hectáreas.
Bodega: Familia Pirri 
Zona: Ingeniero Huergo - Río Negro 
 

Color: rosa ladrillo brillante y de baja intensidad. 
Aroma: frutado de fruta roja dulce, guindas y cerezas, su alcohol bien integrado. Volumen medio de aroma.
Sabor: suave y sedoso, con ataque dulce y media acidez. En la boca presenta buen equilibrio de tendencia centro - adelante. Su graduación alcohólica es de 12,2° y cierra con persistencia media a alta.
 

Valor: 200 pesos
Calidad/Precio: Excelente
Conclusión: Exótico y gran rosado Patagónico que presenta aromas fruta roja dulce, guindas y cerezas. En la boca se comporta "suave" y con buen equilibrio. Cierra con persistencia media a alta.
De lo publicado en el Blogs de Fabián Mitidieri.

viernes, 3 de agosto de 2018

Inversión de US$ 10 millones y el fin del perfil bajo. La familia Bemberg deja atrás la cerveza y coloca su apellido en los vinos de alta gama.

Inversión de US$ 10 millones y el fin del perfil bajo.

La familia Bemberg deja atrás la cerveza y coloca su apellido en los vinos de alta gama.

Anoche nacieron los vinos Bemberg. La familia fue la dueña de Quilmes que vendió en 2006 a su competidora brasileña Brahma. Actualmente es la propietaria del grupo Peñaflor que lidera en la industria del vino.

Tuvieron que pasar 130 años para que el apellido Bemberg deje definitivamente atrás una historia ligada a la cerveza y el nombre pase a ser sinónimo de vinos de alta gama. Anoche, en una gala con el esplendor de otros tiempos en Villa Ocampo, en la que fue la casa de la célebre Victoria, se anunció el nacimiento de los vinos Bemberg. Por cierto, colocar ese apellido en las etiquetas es una decisión cargada de simbolismo. La familia abandona así el bajo perfil que siempre la caracterizó.
En la gala se recordó a Otto Bemberg nacido en Colonia, Alemania en 1827, que puso un pie en el país en 1852 para importar tejidos y exportar granos. Pasó un tiempo hasta que en 1888 y en sociedad con su hijo del mismo nombre, comenzara con la actividad que transformaría a su familia en una verdadera dinastía en el negocio de la cerveza. La primera cerveza Quilmes asomó en 1890 en el que fue un derrotero empresarial casi sin altibajos, salvo en tiempos de Juan Domingo Perón. Si todo tiene un final, los Bemberg vendieron Quilmes en abril de 2006 a su competidora brasileña Brahma, a cambio de US$ 1200 millones. Se trató de la mayor compra en efectivo de una empresa argentina en esa década.
En 2010 los Bemberg se inclinaron por el vino al adquirir al fondo de inversión DLJ el Grupo Peñaflor, líder en esa industria tanto en el mercado interno como en exportaciones, con ventas voluminosas a más de 80 países.
A la fiesta en Villa Victoria asistieron los principales clientes de Peñaflor, algunos llegados especialmente desde el exterior. Y como rezaba la tarjeta de invitación, allí dio comienzo “una nueva historia”.
Según trascendió, a la sexta generación de los Bemberg les pareció una buena idea colocar su nombre en una etiqueta de vino. Y en el que fue un punto de inflexión, le encargaron a Daniel Pi elaborar vinos muy especiales. Pi fue elegido el mejor enólogo argentino en 2017 por el galardonado y temido crítico inglés Tim Atkin.
El proyecto comenzó tras una inversión de US$ 10 millones. Como no podía ser de otra manera, se trata de vinos de muy alta gama para ser vendidos exclusivamente en vinerías y ofrecidos en los mejores restaurantes del mundo.
Una de las bodegas que los elabora está en plena expansión en Gualtallary, un rincón de la mendocina Tupungato, desértico y rocoso que ofrece viñedos que trepan hasta los 1.600 metros sobre el nivel del mar. Gualtallary es sinónimo de vinos frescos y tensos. No solo de Malbec, sino también de Cabernet Franc, Pinot Noir, Chardonnay y Sauvignon Blanc. Los vinos también contienen las mejores uvas de las parcelas de las fincas que tiene la familia en otras regiones del país. Decididamente, el apellido Bemberg no puede correr ningún riesgo. 
Publicado en Diario "Clarín", 18/07/2018 - 21:31