viernes, 30 de abril de 2021

La tradicional bodega mendocina Luigi Bosca presentó el jueves su nueva colección De Sangre.

 


Entre la tradición y la innovación.

En el marco de sus 120 años, la tradicional bodega mendocina Luigi Bosca presentó el jueves su nueva colección De Sangre, una línea que conjuga la tradición centenaria y la innovación enológica. Todo enmarcado en su filosofía arraigada en el conocimiento, el respeto y la admiración hacia el terroir de Mendoza.

Se trata de siete vinos elaborados bajo el concepto de selección de parcelas que son el resultado de una minuciosa búsqueda de microzonas y suelos con componentes particulares que derivan en una expresión pura y transparente del terruño. Se trata de siete ejemplares sumamente expresivos y elegantes, con gran carácter y precisión, y un fuerte sentido de pertenencia a su lugar de origen.

Luigi Bosca De Sangre está integrada por el Malbec 2018; Malbec D.O.C. 2019: Cabernet Sauvignon 2018; Cabernet Franc 2018; Malbec Edición Limitada 2017; White Blend 2020 y Red Blend 2019.

“De Sangre es el resultado de mirar el pasado, tomar experiencia, generar un aprendizaje y mirar al futuro”, contó Alberto Arizu (h), CEO de la bodega. “Los Arizu llevamos en la sangre la tradición de reunirnos para celebrar la vida en familia, y desde siempre lo hacemos con un vino especial que atesoramos para compartir con nuestros afectos. Así, Luigi Bosca De Sangre es una colección que elegimos para disfrutar, compartir y celebrar. Son vinos que expresan la esencia de una pasión que nos define”, explicó.

Por su parte, Pablo Cúneo, Director de Enología, agregó: “Entendemos que la calidad nace en el viñedo, y es por eso que uno de los pilares más fuertes de nuestra filosofía de elaboración es la búsqueda constante de la precisión para lograr la mejor y más pura expresión de cada variedad. Buscamos hacer vinos transformando lo esencial de la naturaleza en la singularidad de creaciones excepcionales y memorables. De Sangre es un fiel reflejo de este enorme trabajo que hacemos entre todos los que integramos Bodega Luigi Bosca”.

La estrella de esta línea, definida así por Alberto Arizu, es el Cabernet Sauvignon 2018, pero también se destaca la diversidad de Malbecs que logran mostrar cada uno cosas bien distintas. “Por un lado tenemos vinos que expresan muy bien el terroir, y por otro, vinos que están llamados a generar una clase de vinos que nacen del equilibrio de distintas regiones bien diversas”, dijo el CEO de la bodega.

Arizu y Luigi Bosca lograron completar con De Sangre Cabernet Sauvignon el objetivo de tener un vino de clase mundial que pueda competir en el varietal más consumido del mundo y también volver a las fuentes con el primero de los varietales que plantaron en 1901. “El primer varietal que hizo Luigi Bosca fue el Cabernet Sauvignon. Uno de nuestros viñedos más antiguos que es El Paraíso tiene plantado el varietal. Ese fue el impulso que nos llevó a trabajar en un Cabernet Sauvignon ‘world class’. Hemos logrado un vino que sin duda se va a destacar a nivel mundial por todas las características que tiene De Sangre”, dijo en diálogo con Los Andes Arizu, quien es la cuarta generación de la familia que está al frente de la bodega.

De lo publicado en GUARDA 14.

GUARDA14

Semana de estrenos: estos son los nuevos vinos que llegan desde lo informal y la tradición.

Diario "Los Andes" de Mendoza, jueves 29 de abril del 2021.

domingo, 25 de abril de 2021

Michel Rolland, el mejor enólogo del mundo: “La Argentina es demasiado complicada para los inversores extranjeros”.

 


Michel Rolland, el mejor enólogo del mundo: “La Argentina es demasiado complicada para los inversores extranjeros”.

Hace 33 años que el llamado “rey del vino” hace negocios en el país, donde tiene su propia bodega. Se define como un “viejito que ya no trabaja tanto, pero no quiere jubilarse”. Las críticas, el impacto de la pandemia y su tinto preferido.


“El año que viene cumplo 50 años cosechando vino”, le dice Michel Rolland a Infobae. A los 73 sigue siendo una de las figuras emblemáticas de la industria vitivinícola global y para muchos aún el mejor enólogo del mundo. “Soy un viejito inofensivo”, se autodefine en medio de una carcajada.

Nació en Pomerol, Francia, cuna del Merlot más prestigioso del mundo. Su padre era productor y él estudió enología para convertirse luego en el flying winemaker más famoso, e inventar ese concepto, de hecho, algo que también le valió fuertes críticas. Eso hizo, eso hace: produce vinos y asesora a bodegas acá y allá. Hace más de 40 años que elabora blends en más de 20 países y hace más de tres décadas que llegó a la Argentina, donde se enamoró del Malbec local y se convirtió en uno de sus evangelizadores de la cepa emblema del país.

“Todos los países quieren inversores, pero si les complican la vida nunca va a venir. Hay siempre una cantidad de papeles, una cantidad de complicaciones. La AFIP que es un horror para cualquier inversor”

Rollan recuerda su primera vez en la Argentina, hace 33 años. Una cena en el Jockey Club con los hermanos Etchart, quienes lo contrataron, y un viaje interminable y divertido hasta Cafayate, en Salta, donde esa familia tenía sus viñedos “en el medio de la nada”. “Viajando por la Quebrada de Cafayate, un lugar fantástico, me preguntaba dónde podría haber viñedos en esta zona. Fue una aventura, pero había viñedos y vino. Yo no diría buen vino, pero había vino”, recuerda y se ríe otra vez.

— ¿Si alguien en el exterior le pregunta por qué invierte en la Argentina, qué responde?

— No soy un inversor clásico, soy un inversor de gusto y alma. Desde el principio pensé que en el norte, en Cafayate, y también en Mendoza, se podían hacer muy buenos vinos, aunque no fueran de mi gusto en ese momento, cuando llegué a Argentina. El potencial estaba. Un inversor normal no es sentimental, pero Argentina me gustó por su gente, que es muy agradable y simpática. Además, el ambiente de la Cordillera es fenomenal, del norte al sur. Bariloche y San Martín de los Andes son lugares fantásticos. No voy a decir que fue un error, pero no miré todas las cosas que un inversor tiene que ver. Hace veintipico de años que invierto en Argentina y nunca tuve problemas. Vivimos con todas las dificultades, pero estamos contentos de estar. A Clos de los Siete la desarrollamos en poco tiempo, en 2002, y en 15 años hicimos una marca que funciona acá y en el exterior. Internacionalmente no está nada mal.

— ¿Cómo es el modelo de negocios de Clos de los Siete?

— En los ’90 los vinos locales no me gustaban tanto: estaba convencido de que había posibilidad de hacerlos muy bien. Para hacer un muy buen vino hay que tener los viñedos. Pensé en unas 100 hectáreas, pero encontramos un lugar con 850. Me puse a buscar socios, sumamos siete y hoy plantamos más de 600 hectáreas. Cada uno de los socios tiene su propio emprendimiento y con tres de las familias fundadoras –Bonnie (Bodega Diamandes), Parent (Bodega Monteviejo), Cuvelier (Bodega Cuvelier)– aportamos uvas para Clos. Vendemos el 25% dentro del país y exportamos el otro 75 por ciento.

— ¿Es fácil o no tanto hacer negocios en Argentina?

— Es una buena pregunta. No es tan fácil, no es tan fácil.

— ¿Por qué?

— Los argentinos son un poco complicados para los negocios. Ese tema se puede arreglar bastante bien conociendo un poco la mentalidad y la gente. Pero hay una administración terrible que no facilita nada y que para los inversores es un drama. Estamos hace más de 20 años y ahora lo manejamos, pero Argentina es demasiado complicada para los inversores extranjeros. Todos los países quieren inversores, pero si les complican la vida nunca va a venir. Hay siempre una cantidad de papeles, una cantidad de complicaciones. La AFIP que es un horror para cualquier inversor, no sé para los argentinos.

“El rey del mundo en Malbec es Argentina. ¿Por qué buscar otra cosa? Primero hay que desarrollar el Malbec y después se puede hacer muy buen Merlot, Cabernet Sauvignon y Cabernet Franc”

— Para muchos, también.

— Yo lo pienso. No se necesita ser tan complicado, pero bueno, es así y hay que sobrevivir.

— En la industria del vino local suele discutirse si hay que ser diversos o si hay que apuntar directamente a desarrollar y hacer crecer el Malbec como cepa insignia. ¿Qué opina?

— La Argentina tiene la gran suerte de tener una variedad Malbec que viene muy bien por ubicación y clima. El Malbec argentino tiene su fama. Por qué competir entonces contra EEUU, Chile y Francia, en el Cabernet Sauvignon; con Francia e Italia en el Merlot; o con España y su Tempranillo. España no puede hacer Malbec, ni Italia. En Francia hay un poquito, pero no tanto. El rey del mundo en Malbec es la Argentina. ¿Por qué buscar otra cosa? Primero hay que desarrollar el Malbec y después se puede hacer muy buen Merlot, Cabernet Sauvignon y Cabernet Franc. Pero no hay que matar al Malbec porque es la bandera del país.

— ¿Y por qué se habla tanto de diversificar más?

— Puede ser un poco por la complicación natural de los argentinos. La Argentina tiene todo y se complica la vida. Al Malbec hay que cuidarlo porque es la marca. Si quieren hacerse famosos con su Cabernet Sauvignon van a tener problemas.

— ¿Cómo fue el año 2020 para la industria del vino?

— Fue un año muy complicado. El negocio cambió porque el mundo cerró los restaurantes, algo que nadie imaginaba como posible. Pero la gente se quedó en sus casas y compró vino. La venta aumentó en vinotecas y en canales como Mercado Libre, que acá es muy fuerte y también en otros países. La exportación fue más complicada. Asia se cerró totalmente y China no tuvo el flujo normal de ventas. Estados Unidos también estuvo complicado. A pesar de todo, no se dejó de tomar vino. El mercado nacional funcionó bastante bien.

— ¿Y el 2021, cómo viene?

— Si los restaurantes vuelven a abrir normalmente podemos estar en una zona económica bastante buena. No hay que ser negativos: el vino encontró su espacio durante la pandemia y la gente tomó en casa más que nunca, pero cuando se pueda van a volver a salir.

— Hace 15 años se criticó mucho su estilo. La película Mondovino lo acusó de simplificar el negocio y hacer todos los vinos parecidos. ¿Qué piensa a la distancia de esos cuestionamientos?

— Este año voy a cumplir 49 años de cosecha en Francia. Todavía estoy. Estoy en Francia y estoy en Argentina. Muchos de los críticos de esa época desaparecieron. Tuve la suerte de ser el número 1… hoy menos porque trabajo mucho menos, soy un viejito. Cuando uno tiene el leadership de una actividad todo el mundo está apuntando y quieren matarte. En esa época había dos hegemónicos Bob Parker [el creador de la revista Wine Advocate] y Michel Rolland. Había que matar a los dos y no mataron a nadie. Bob se jubiló y está muy tranquilo. Yo no me jubilé porque no me gusta jubilarme y sigo muy contento con lo que hago. Así es la vida. La crítica pasa y los críticos desaparecen.

“Este año voy a cumplir 49 años de cosecha en Francia. Todavía estoy. Estoy en Francia y estoy en Argentina. Muchos de los críticos de esa época desaparecieron”

— ¿En qué otros proyectos además de Clos de los Siete está involucrado?

— Trabajo en 22 países, pero con mi equipo. Tengo cinco colaboradores que hace un año son mis socios. Argentina es una zona importante. Estados Unidos también. En Francia e Italia tenemos muchas cosas.

— ¿Y en cuál le va mejor económicamente?

— Puede ser que en Italia. Me van a matar los italianos, pero no tienen una producción de muy alta gama. Tienen muy buenos vinos, por supuesto, pero no un número importante de grandes vinos. Su gama media es muy fuerte y está ayudada por la cocina italiana, que es conocida en todo el mundo. La Argentina funciona, pero está complicada para pagar y por el cepo. Igual, hay algunos actores locales que hacen muy buenos negocios en el mundo.

— ¿Cuál fue el mejor vino argentino que tomó?

— El primer vino que me impactó fue el Cavas de Weinert 1977. Detrás de un gran vino no hay suerte ni milagro. El hombre es importante, pero no tanto. Lo más importante es la variedad del suelo y el clima.

“La Argentina funciona, pero está complicada para pagar y por el cepo. Igual, hay algunos actores locales que hacen muy buenos negocios en el mundo”

— ¿Y más recientes?

— Un montón. En el 2002 escribí un libro sobre los vinos argentinos. La primera edición fueron 150 vinos en una cata de 210. O sea, eliminé unos 50 porque no me parecían tan buenos. Dos años después hicimos otro e incluí 250 vinos con 20 eliminados. En la tercera edición del libro pusimos casi 400 y saqué sólo 5 vinos. Es fenomenal.

— ¿En China se hacen buenos vinos?

— Todavía no. Pero están trabajando.

— ¿Tiene negocios ahí?

— Sí, soy asesor de Cofco que tiene viñedos en varias zonas. Trabajan bien, pero tienen un problema de clima que no se puede cambiar. El clima de China es un poco extremo y al viñedo no le gustan tanto los climas extremos. Sabemos hacer buen vino en China, pero el mejor es el que se puede repetir. El one shot no funciona y China está complicada todavía en ese sentido.

“La verdad, los políticos no ayudan. Si ayudaran a la exportación en vez de complicar todo, si se abre un poco el espíritu, Argentina puede tener un espacio fenomenal en el mundo”

— ¿Los sommeliers, enólogos, expertos y críticos exageran un poco cuando en sus notas de cata hablan tanto de los sabores, olores y gustos que les encuentran a los vinos?

— Sí, se exagera un poco. Y muchas veces los expertos no son tan expertos. La gente necesita información, pero muchos sommeliers y periodistas especializados mantienen muy fuertes sus ideas personales. Eso no sirve, no tendrían que quedar tan expuestos sus gustos. Es un problema que se acrecienta y también hay un poco de falta de humildad en muchos casos.

— ¿Cómo imagina la industria del vino en 10 años?

— Tengo que cuidar mi respuesta porque en 10 años puede ser que esté todavía. En 20, no sé (risas). Hay un consumo de vino importante en el mundo y la competencia es muy fuerte. Hay muchos países productores y debemos hacer las cosas bien en cuanto a calidad, marketing y distribución. El mercado existe y va a existir. China tiene un consumo per cápita muy chico y le queda mucho por crecer. Algunos mercados, como Francia e Italia, bajaron un poco en los últimos cinco años, pero a nivel internacional hay crecimiento y lo habrá en la próxima década. Sí sería un problema, por ejemplo, si el vino pasa a ser considerado malo para la salud, por el alcohol o el azúcar que tienen algunos. En 10 años, el vino seguirá siendo un buen negocio.

— ¿Y en la Argentina?

— Está muy bien el negocio local. Se sintió el impacto de 2000, luego la crisis de 2008 y ahora la pandemia. Cada 10 años tenemos algo que viene en contra. Y, la verdad, los políticos no ayudan. Si ayudaran a la exportación en vez de complicar todo, si se abre un poco el espíritu, la Argentina puede tener un espacio fenomenal en el mundo.

Publicado en Infobae, 24 de abril del 2021.

https://www.infobae.com/economia/2021/04/24/michel-rolland-el-mejor-enologo-del-mundo-la-argentina-es-demasiado-complicada-para-los-inversores-extranjeros/

martes, 13 de abril de 2021

Cumple 20 años el vino mendocino que se sirvió en la boda real de Máxima Zorreguieta. Se trata de Primus, el primer vino ícono del Valle de Uco y de Bodegas Salentein que este año está celebrando sus 20 cosechas.


En la bodega conservan aún algunas de las botellas del Pinot Noir que se sirvió en la boda de Máxima y Guillermo. - Los Andes
EN LA BODEGA CONSERVAN AÚN ALGUNAS DE LAS BOTELLAS DEL PINOT NOIR QUE SE SIRVIÓ EN LA BODA DE MÁXIMA Y GUILLERMO. - LOS ANDES.

En febrero de 2002, Máxima Zorreguieta se convertía en la primera argentina en adquirir el título de princesa al casarse con Guillermo, heredero al trono de los Países Bajos. Y en ese mismo evento, el Pinot Noir 2000 de Primus se consagraba como el único vino de nuestro país en servirse en la boda real. Hoy, la primera línea ícono del Valle de Uco y de Bodegas Salentein está celebrando sus 20 cosechas y este es uno de los momentos más recordados de su historia.

Que Primus haya sido el vino de la boda de Máxima fue todo una sorpresa. Es que en aquel momento Salentein estaba dando sus primeros pasos y el Valle de Uco aún no tenía el reconocimiento mundial que ha adquirido hoy en día, pero el ser elegidos no fue casualidad y está relacionado íntegramente con los orígenes de esta bodega de capitales neerlandeses.

“Corríamos con el caballo del comisario”, bromeó Matías Bauzá Moreno, director de marketing de Luxury Wines de la Bodega Salentein al recordar el modo en el que fueron elegidos. Todo nace de un casual contacto entre Mijndert Pon, fundador de Bodegas Salentein, y el sommelier de la casa real de los Países Bajos.

Cuando comenzaron los preparativos de la boda entre Máxima y Guillermo, en la elección de los vinos Primus contó con cierta ventaja ya que el sommelier real lo conocía. Además tenía un simbolismo especial al representar la unión de los dos pueblos por la inversión de Pon y el desarrollo en Argentina.

Así, aquel 2 de febrero de 2002 se sirvió el Pinot Noir 2000 de Primus, una línea incipiente que en ese momento llevaba solo dos cosechas en el mercado, pero que hoy celebra 20 años.

Las 20 cosechas de Primus

Como lo definen sus hacedores, Primus es un vino que representa lo mejor que puede tener Salentein. Desde un comienzo en 1999 con un Chardonnay y un Pinot Noir, a lo largo de dos décadas ha evolucionado desde los viñedos y en las técnicas enológicas, lo que les ha permitido ir incorporado otros varietales como Merlot 2002, Malbec 2003 y Cabernet Sauvignon 2012.

Así, Primus- que en latín significa primero- muestra una notable transformación en el tiempo que continúa perfeccionando su estilo e identidad de la mano del equipo enológico liderado por José “Pepe” Galante, Chief Winemaker de Salentein, junto a Jorge Cabeza y Gabriela García.

Primus se elabora con uvas provenientes de pequeñas parcelas seleccionadas de los mejores viñedos de Salentein, ubicados a distintas alturas y con diferentes perfiles de suelo en San Pablo, La Consulta y otros.

“A lo largo de estos 20 años, hemos ido aprendiendo y entendiendo aún más cómo es este maravilloso terruño. Somos conscientes de estar enmarcados en una de las zonas privilegiadas que tiene la Argentina y el mundo para producir vinos. La experiencia adquirida nos muestra un horizonte muy atractivo y prometedor”, señaló José “Pepe” Galante.

Con la mirada puesta en el futuro

Lejos de quedarse con el festejo de 20 cosechas en el Valle de Uco, desde Salentein tienen ya la vista puesta en poder completar 20 más en el futuro. Para eso, hoy llevan adelante un plan de plantación de nuevos viñedos en diferentes alturas del Valle de Uco.

Desde la llegada de Mijndert Pon, el desarrollo de viñedos en altura para producir uvas de gran calidad fue la premisa, algo que mantienen sus herederos y el equipo agronómico comandado por Diego Morales, jefe de viñedos, ha entendido a la perfección.

Así, además de diversos estudios de suelos que les han permitido conocer mejor lo que ya tienen plantado hace más de 20 años, ya han comenzado a plantar nuevas variedades en sus fincas, con el objetivo de incorporar 250 hectáreas en tres años. Cabernet Franc, Riesling, Garnacha y otras hasta que hasta ahora no trabajan serán plantadas dentro de la IG San Pablo, todas variedades que en un futuro pueden ser utilizadas para la línea Primus.

Publicado en Guarda 14 del Diario "LOS ANDES" de Mendoza, lunes 12 de abril del 2021.

https://www.losandes.com.ar/guarda14/el-vino-mendocino-que-se-sirvio-en-la-boda-real-de-maxima-zorreguieta-cumple-20-anos/

jueves, 8 de abril de 2021

¿Debe el Estado intervenir? Una mirada sobre Bodegas y Viñedos Giol y Raíces de Junín. Por Natalia Estefanía Palazzolo.

¿Debe el Estado intervenir? Una mirada sobre Bodegas y Viñedos Giol y Raíces de Junín.

Por Natalia Estefanía Palazzolo.

La autora analiza dos casos testigos de la vitivinicultura sobre la intervención estatal en el mercado vitivinícola. Qué dejaron de aprendizaje.

En 1954 el gobierno peronista en Mendoza de Carlos Evans decidió comprar el 51% de las acciones de Bodegas y Viñedos Giol, propiedad del Banco Español del Río de la Plata, convirtiéndose en accionista mayoritario. La intención era hacerse de una herramienta capaz de regular la vitivinicultura mendocina, proteger a los pequeños y medianos productores, comprándoles su uva o poniendo a su disposición la infraestructura de elaboración y comercialización y propender a su integración. Diez años después, se promulgó la ley provincial Nº 3137 que dispuso el funcionamiento de Giol como empresa estatal.

Además de estos objetivos, Giol incursionó en otras agroindustrias para colaborar en la diversificación productiva local (tales como las inversiones en fruticultura a través de “La Colina”), operó como un mecanismo para la difusión de salario indirecto, a través de la construcción de barrios y viviendas (La Colina I, II, y Canciller), obras de infraestructura y saneamiento, construcción de escuelas, programas de prevención de enfermedades y hasta contribuía con otros objetivos provinciales (por ejemplo, en el año 1983 Mendoza compra 17 Trolebuses a la URSS a cambio de vino y mosto elaborado por Giol, brindando servicio entre 1984-2009).

Su patrimonio era enorme y además alquilaba unas 40 bodegas de la provincia, ampliando su capacidad y generando un efecto económico multiplicador, dando trabajo a más de 3.500 mendocinos. En 1974 emprende una ampliación de su vasija vinaria pasando de una capacidad de 800.000 a 4.000.000 de hectolitros, controlando el 40% del mercado mendocino y constituyéndose en la bodega con mayor capacidad de vasija en el mundo, de ahí el mote de la “bodega más grande del mundo”. Se decía que nunca reguló el mercado vitivinícola. Pero otras voces sostenían lo contrario. Lo que sí está claro es que su intervención favorecía a los sectores productores y bodegas trasladistas, en detrimento de las fraccionadoras.

Giol fue privatizada en un proceso que comenzó con la gestión de Bordón y siguió con la de Gabrielli, constituyéndose en la primera del país. El creciente deterioro financiero, que financiaban los Bancos provinciales Mendoza y de Previsión Social, fue el argumento principal para decidir la venta. No obstante el endeudamiento, existía la concepción de que el mercado es más eficiente y mejor asignador de recursos que el Estado.

Para privatizarla, se dividió a la empresa en unidades funcionales que serían vendidas por separado, se reestructuró la empresa y se prescindió de más del 30% del personal a través de distintos mecanismos. No nos detendremos a analizar las especificidades. Si diremos que la unidad de fraccionamiento y comercialización fue vendida a una Federación de cooperativas Vitivinícolas (FeCoVita) de reciente constitución para esos años. Esto constituyó una rareza y llevó a que fuera catalogada como una “privatización social”.

Eliminado por completo el Estado como agente económico, el circuito vitivinícola se acopló al neoliberalismo reinante, primando la lógica mercantil como asignadora de excedentes económicos.

Se inicia así con fuerza en la década de los noventa un proceso de reconversión vitivinícola, con inversiones nacionales y extranjeras en el sector. La vitivinicultura asume un carácter exportador, primando la calidad. Esto trajo consigo la expulsión de muchos pequeños y medianos productores y bodegas. El impacto de las inversiones en nueva tecnología, sumado a la baja en el consumo, los excluyó dada la imposibilidad de financiar los cambios requeridos. Como resultado, el proceso de concentración y centralización de capitales se aceleró. De las 1200 bodegas que existían en la provincia a principios de los ´80, a comienzos 2000 quedaron 300 o 400; sólo 5 bodegas concentran el 75% del vino común y otras 5 bodegas controlan el 40% de los vinos finos; 2 grupos económicos concentran el 70% del mercado del mosto, uno de ellos enteramente internacional y el otro, mitad extranjero y mitad nacional.

Los agentes que resultaron más perjudicados fueron los pequeños viñateros que producen uva criolla, quedando en una relación de fuerzas muy debilitada. En Argentina en el año 1990 la superficie cultivada de vid era de 210.371 hectáreas y la cantidad de viñedos ascendía a 36.402. En promedio, cada viñedo tenía una superficie de 5,8 hectáreas. En el 2017 las hectáreas cultivadas aumentaron a 220.848 y la cantidad de viñedos disminuyó a 24.116. De esta manera, en promedio cada viñedo tiene una superficie de 9,2 hectáreas. Es decir, la propiedad de la tierra se concentró en menos manos, desapareciendo en su mayoría pequeños viñateros. Para tomar noción de la importancia del pequeño productor en la cadena vitivinícola debemos decir el 59,6% de los viñedos son explotaciones de 5ha o menos (9.256 productores ocupando sólo el 14,3% de la superficie cultivada), mientras que los viñedos superiores a 50 ha representan el 5% del total (825 productores ocupando el 44% de la superficie cultivada).

En este marco y mediado por pedidos de este sector, surge una bodega municipal en corazón de la Zona Este de Mendoza, la mayor productora de uvas del país. La Bodega “Raíces de Junín”, emplazada en el departamento de Junín, surge a raíz de la compra, por parte del municipio a cargo de una intendencia radical, de la Bodega “Pedro Carricondo SA”. Este proceso comenzó en 2015, entablando conversaciones con el Gobierno provincial (de distinto signo político) para lograr la recuperación de una bodega emblemática del departamento que entró en quiebra y el acreedor mayoritario era el Fondo para la Transformación y el Crecimiento (FTyC).

Se produjo una cesión del crédito y se tomó posesión de la bodega en 2017, entrando en funcionamiento en la vendimia de 2018.

Según datos de 2018 del INV, en el Este de Mendoza se cultiva el 42% de la superficie total de vid. Participa con el 52% de la producción total de uva y con el 51% de la elaboración de vinos de la provincia. Mientras que la superficie de Mendoza aumentó un 8,5% desde el año 2000, el área Este ha caído un 5,4% en el mismo período.

La cantidad de viñedos también ha disminuido, pasando de 6.939 en 2000 a 6.711 en 2018. Por su parte, Junín posee el 93% de su superficie cultivada, por vides (16.000 ha). El 90% de ellas posee menos de 20 ha; de ésas, el 80% son menores de 10 ha, representando a 1.600 productores. Asimismo, existen alrededor de 107 bodegas en el departamento, pero en funcionamiento alrededor 70, de las cuales el 90% son trasladistas.

La bodega compra uva para elaboración de vinos, mosto y también elabora para terceros, con la posibilidad de fraccionarlo. Desde el municipio manifestaron que están trabajando con productores no sólo del departamento, sino de toda la zona Este. Se resalta la intención de agregar valor a la producción local, la generación de empleos, la intervención en la regulación del precio en el mercado y mejorar la competitividad de los productores.

La presencia del Estado como agente económico es muy valorada por los productores y contratistas de la zona, ya que les permite tener una herramienta de negociación y de poder frente a los demás agentes de la cadena. Manifiestan que la bodega funciona muy bien, que pagan el mejor precio, que dan adelantos de cosecha y cobran rápido, a diferencia de lo que les sucede con otras bodegas y cooperativas.

Aun cuando no posee la capacidad de regular los precios, posee un efecto orientador, por la sola presencia estatal en la relación mercantil. No hace falta que controle mayoritariamente el volumen de compras y ventas, sino que su sola presencia genera un efecto orientador de precios.

Respondiendo a nuestra pregunta inicial, podemos decir que el Estado no necesariamente debe intervenir en el proceso económico como empresario, pero queda claro, por la historia pasada y las necesidades del presente, que los agentes más pequeños y débiles de la cadena productiva reclaman su presencia efectiva para poder hacer frente al gran poder de mercado que tienen los agentes más grandes y así poder subsistir.

Al arbitrio de las condiciones del mercado, la reconversión vitivinícola aceleró la concentración económica, dejando desprotegidos a los pequeños y medianos viñateros que comenzaron a ser expulsados de la cadena. Así, surge el reclamo que encuentra eco en el nivel municipal y vuelve a tomar protagonismo el Estado como empresario, sin tener en cuenta los signos políticos, no casualmente en la zona Este, la mayor productora de uvas del país.

*La autora es Licenciada en Ciencias Políticas.

domingo, 4 de abril de 2021

Edición 2021. Los 100 mejores vinos argentinos del ranking más prestigioso del mundo.

 Edición 2021.

Los 100 mejores vinos argentinos del ranking más prestigioso del mundo.

Son las botellas que obtuvieron los puntajes más altos entre más de 1.000 que cató Luis Gutierrez, crítico internacional del equipo de Robert Parker.

En el mundo del vino, los puntajes que otorgan los críticos internacionales son tan esperados como discutidos. ¿Hasta qué punto un catador, por más experto que sea, puede calificar una botella con un número para determinar que es mejor o peor que otra? Pese a la subjetividad que implica, este sistema ha tenido un peso sustancial en la industria vitivinícola mundial en los últimos treinta años.

El creador de esta metodología fue el estadounidense Robert Parker, pero muchos otros lo siguieron después, como su compatriota James Suckling o el británico Tim Atkin. Sin embargo, los reportes anuales del pionero en el rubro con la valoración de los vinos de cada región siguen siendo los más famosos e influyentes. "100 puntos Parker", la calificación máxima, son sinónimo de un vino de excelencia en el competitivo mercado global.

Aunque Parker ya se retiró de la actividad, el medio que creó -The Wine Advocate, que nació como una guía impresa y hoy es digital- sigue activo a través de sus colaboradores, que catan vinos de todo el mundo.


El español Luis Gutierrez, encargado de los informes de Robert Parker en Sudamérica, presentó esta semana su último reporte sobre Argentina y otorgó el puntaje perfecto a dos vinos mendocinos: el Finca Piedra Infinita Gravascal 2018 (Bodegas Zuccardi) y el PerSe La Craie (Bodega PerSe).
Si bien estas dos etiquetas sobresalieron por encabezar el ranking, más del 10 % del total de 1.084 vinos catados por Gutiérrez obtuvieron un puntaje entre 94 y 99 puntos, una marca muy alta considerando que el rango va de 50 a 100 puntos.
La siguiente es la lista de los 100 vinos con los puntajes más altos obtenidos en el informe de Argentina edición 2020-2021 de Robert Parker. Se pueden observar algunos detalles obvios como la primacía habitual de los vinos tintos (más producidos y consumidos) y de la provincia de Mendoza (que concentra la mayor producción nacional), así como la omnipresencia de algunas bodegas siempre predominantes en este segmento -alta gama-, como Zuccardi o Catena Zapata. Sin embargo, siempre hay lugar para las sorpresas.
Discutidos o no, los puntajes son, en definitiva, el resultado del gusto y la perspectiva del catador. 
Los 100 mejores vinos argentinos según el informe de RobertParker.com 

100 puntos

Familia Zuccardi Finca Piedra Infinita Gravascal 2018

Per Se La Craie 2018

99 puntos

Catena Zapata White Stones Chardonnay 2019

Catena Zapata Adrianna Vineyard River Stones 2018

Familia Zuccardi Finca Piedra Infinita 2018

Per Se Uní del Bonnesant 2018

Catena Zapata White Bones Chardonnay 2019

98 puntos

Catena Zapata Adrianna Vineyard Mundus Bacillus Terrae 2018

Catena Zapata Malbec Catena Zapata Nicasia Vineyard 2018

Familia Zuccardi Aluvional Gualtallary 2018

Familia Zuccardi Finca Piedra Infinita Supercal 2018

Per Se Iubileus 2018

El Enemigo Gran Enemigo Gualtallary Single Vineyard 2017

Familia Zuccardi Finca Piedra Infinita 2017

Familia Zuccardi Finca Piedra Infinita Gravascal 2017

97 puntos

Per Se Volare de Flor III

Altos Las Hormigas Malbec Appellation Gualtallary 2018

Catena Zapata Adrianna Vineyard Fortuna Terrae 2018

Familia Zuccardi Aluvional Paraje Altamira 2018

Michelini i Mufatto La Cautiva 2018

Michelini i Mufatto Óleo 2018 Noemía de Patagonia Noemía 2018

El Enemigo Gran Enemigo Chacayes Single Vineyard 2017

Familia Zuccardi Finca Piedra Infinita Supercal 2017

96 puntos

Familia Zuccardi Finca Canal Uco 2018

El Enemigo Gran Enemigo El Cepillo Single Vineyard 2017

Catena Zapata Catena Zapata Malbec Argentino 2019

Mendel Finca Remota 2019

Altos Las Hormigas Malbec Appellation Altamira 2018

Catena Zapata Nicolás Catena Zapata 2018

Domaine Nico Le Paradis Pinot Noir 2018

Michelini i Mufatto Certezas 2018

Per Se Volare del Camino 2018

SuperUco Calcáreo Granito de Tupungato Cabernet Franc 2018

El Enemigo Gran Enemigo Agrelo Single Vineyard 2017

Familia Zuccardi Aluvional Gualtallary 2017

Matervini Piedras Viejas 2017

95 puntos

Buscado Vivo o Muerto El Cerro Gualtallary 2019

Domaine Nico La Savante Pinot Noir 2019

Matías Riccitelli Old Vines from Patagonia Semillon 2020

Buscado Vivo o Muerto La Verdad San Pablo 2019

Familia Zuccardi Concreto Malbec 2019

Familia Zuccardi Fósil San Pablo 2019

Matías Riccitelli Chardonnay Viñedos de Montaña 2019

Catena Zapata Catena Zapata Malbec Argentino 2018

Domaine Nico La Savante Pinot Noir 2018

Estancia Uspallata Malbec 2018

Familia Zuccardi Aluvional Los Chacayes 2018

Familia Zuccardi Finca Los Membrillos 2018

Lagarde Primeras Viñas Malbec Gualtallary 2018

Lui Wines Gran Reserva Malbec 2018

Matías Riccitelli Riccitelli & Father 2018

Mendel Finca Remota 2018

Michelini i Mufatto Propósitos 2018

Rutini Single Vineyard Gualtallary Malbec 2018

SuperUco Calcáreo de Granito de Tupungato 2018

Susana Balbo Nosotros Single Vineyard Nómade Malbec 2018

Zorzal Wines Eggo Tinto de Tiza 2018

El Enemigo Gran Enemigo 2017

Familia Zuccardi Aluvional Paraje Altamira 2017

Familia Zuccardi Finca Canal Uco 2017

Zorzal Wines Piantao 2016

Tapiz Las Notas de Jean Claude 2014

Weinert Tonel Unico N. 248 Malbec Finca Bizzotto 2006

94 puntos

Matías Riccitelli Old Vines from Patagonia Chenin Blanc 2020

Matías Riccitelli Vino de la Carrera Finca María Pombal 2020

Buscado Vivo o Muerto El Indio El Cepillo 2019

Buscado Vivo o Muerto El Manzano Chacayes 2020

Catena Zapata Catena Alta Malbec 2019

Familia Zuccardi Polígonos Gualtallary Malbec 2019

Familia Zuccardi Polígonos Paraje Altamira Malbec 2019

Familia Zuccardi Polígonos San Pablo Cabernet Franc 2019

Familia Zuccardi Polígonos San Pablo Malbec 2019

Matervini Blanco 2019

Mendel Malbec Luján 2019

Noemía de Patagonia J Alberto 2019

Susana Balbo BenMarco Sin Límites Chardonnay Gualtallary 2019

Susana Balbo Susana Balbo Signature Limited Edition Torrontés de Raíz Naranjo Susana Balbo

Susana Balbo Signature White Blend

TeHo Teho Corte 2019

TeHo Teho Malbec 2019

Zorzal Wines Eggo Blanc de Cal 2019

Zorzal Wines Eggo Franco 2019

Caro 2018

Domaine Nico Histoire d’A Pinot Noir 2018

Elodia Single Vineyard Los Chacayes Estate Malbec 2018

Familia Zuccardi Tito Zuccardi 2018

Fuego Blanco Flintstone Silex Red 2018

Lagarde Primeras Viñas Malbec Luján de Cuyo 2018

Lui Wines Gran Reserva Cabernet Franc 2018

Matías Riccitelli Viñedos de Montaña Cabernet Franc 2018

Mendel Unus 2018

Michelini i Mufatto Convicciones 2018

Per Se Inseparable 2018

Rutini Single Vineyard Gualtallary Cabernet Franc 2018

SuperUco Calcáreo Coluvio de Altamira 2018

SuperUco Calcáreo Río de los Chacayes 2018

Susana Balbo Brioso 2018

Trapiche Terroir Series Chardonnay Limited Edition

Finca El Tomillo Gualtallary 2018

Trapiche Terroir Series Malbec Finca Orellana 2018

Viña Los Chocos Vertebrado Cabernet Franc 2018

Hasta aquí, los primeros 100 vinos del ranking, pero hay 16 vinos más con 94 puntos:

Alta Vista Alto 2017

Alta Vista Malbec Albaneve 2017

Alta Vista Temis 2017

Colomé Altura Máxima Malbec 2017

El Esteco Chañar Punco 2017

Familia Zuccardi Aluvional Los Chacayes 2017

Mendel Finca Remota Winemaker's Blend 2017

Pulenta Estate Gran Cabernet Franc 2017

SuperUco Superuco Gualta 2017

Terrazas de Los Ándes Single Parcel El Espinillo 2017.