Los datos históricos indican que la bonarda es una de las
uvas que ya estaba en nuestro país para los inicios del siglo XX, pero no ha
sido hasta la última década que el varietal comenzó a tener cierto
reconocimiento dentro y fuera del país.
Pese a que su lugar de origen es la Savona francesa, la
Bonarda Argentina se elabora casi exclusivamente en nuestro territorio, ya que,
en su tierra natal, donde se la conoce como Corbeau, la producción es casi nula
y en Estados Unidos, donde se la llama Charbono, existen apenas un puñado de
hectáreas en California.
Llamarla Bonarda Argentina no es un capricho nacionalista o
un tema comercial, sino que existe una en Italia que se usa para vinos rosados
que también recibe esta denominación, por lo que ese es el modo de
diferenciarla.
Si se observan los datos del Observatorio Vitivinícola
Argentino hasta el 31 de diciembre de 2020, la bonarda es la segunda uva de
alta calidad enológica del país con 18.518 hectáreas en todo el territorio
nacional (8,49%), solo detrás del malbec que cuenta con 42.999 hectáreas y el
19,7% del total. La mayor concentración de bonarda se da en Mendoza con 83,53%
de la superficie cultivada. De ese total, más de la mitad se concentra en el
Este y alrededor del 25% en San Martín.
Según datos de la cosecha 2021 del Instituto Nacional de
Vitivinicultura (INV), la uva bonarda está presente en 11 de las 18 provincias
argentinas que cuentan con viñedos: Buenos Aires, Catamarca, Córdoba, Jujuy, La
Pampa, La Rioja, Mendoza, Río Negro, Salta, San Juan y San Luis.
Plan Bonarda.
Si bien en todo el país en los últimos 10 años no se ha
producido una significativa variación en la cantidad de hectáreas plantadas con
esta variedad, sí se ha apreciado una mayor visibilidad en las etiquetas. En
parte esto se entiende porque en el año 2011 la Municipalidad de Gral. San
Martín estableció como política de Estado el desarrollo y promoción de la
Bonarda Argentina. En una asociación público-privada, entre la comuna y
aquellos productores que querían revalorizar la uva, más allá de que si eran de
San Martín o no, lanzaron el Plan de Promoción y Desarrollo
de la Bonarda Argentina, que en 2020 fue relanzado.
La idea nació a partir de un estudio que demostró el
potencial de la bonarda en zonas más cálidas, como es el Este de la provincia.
En aquel momento apenas se llegaba a una decena de bodegas que etiquetaban sus
vinos con el varietal, mientras que la gran mayoría de la uva era utilizada en
cortes por su buena producción.
Con la exposición lograda con el plan en ferias nacionales e
internacionales, el número de etiquetas se multiplicó exponencialmente,
alcanzando más 60 en 2018, y se logró revalorizar su potencial enológico,
acentuado principalmente la reducción de la producción por hectárea.
Así mismo, con algunos altos y bajos, el crecimiento también
se ha visto reflejado en la exportación de la variedad. De 4.084.977 de litros
de Bonarda que se vendieron fuera del país en 2011, se pasó a 5.601.770 en
2020, aunque, como ha pasado en el vino en general, la caída en el precio ha
sido notable, pasando de 2,25 dólares en 2011 a 1,60 dólares el año pasado,
según los datos del observatorio.
Pionero.
Desde hace 20 años, Roberto González, gerente enológico de
Nieto Senetiner, emprendió el proyecto de elaborar vinos de alta gama con
bonarda. A partir de un viñedo que en aquella época tenía más de 30 años de
antigüedad comenzaron a elaborar vinos de alta calidad, con un trabajo desde
las plantas, el proceso, el uso de la madera y otros detalles.
“Era una variedad que no tenía demasiado glamour”, reconoció
González, pero su trabajo le valió una medalla de oro en el Vinandino del año
2001. Esa premiación la corroboraron con una segunda distinción, esta vez en
Vinitaly del 2002, donde le tocó competir con los mejores ejemplares de la
patria de origen del varietal, pero salió airoso con otra medalla de oro.
Estos reconocimientos para Nieto Senetiner abrieron camino
en la industria e invitaron a otros productores a experimentar en la alta gama
con este varietal, algo que se reforzó con el Plan Bonarda, ya ampliado a todos
los segmentos.
El compromiso de Roberto González con la bonarda no solo se
limitó a los vinos, sino también a la investigación. Así, ha sido invitado a
disertar sobre la variedad en Francia y ha viajado a ese país e Italia en busca
de la historia de la variedad en Europa y en nuestro país también ha indagado
sobre las distintas zonas. En los próximos meses, el enólogo sacará a la venta
su libro, donde comparte todos sus años de investigación y su conocimiento
sobre la bonarda.
¿Bonarda también en blancos?
Demostrando toda la versatilidad que puede tener el
varietal, también hay enólogos que se han animado a hacer un blanco de Bonarda.
Blanc de Bonarda -disponible en Tienda Los Andes- llegó un poco por la osadía
de la juventud y el espíritu innovador de Matías Morcos.
“Yo era muy chico, todavía estudiante de enología, e iba ya
a las ferias y me tocaba servir nuestros vinos en el stand. Me pasaba que la
gente se acercaba, probaba algunos vinos, pero me preguntaban qué más había. A
partir de eso se me ocurrió darle un plus a la variedad y ofrecer algo
distinto. Con la irresponsabilidad de un pibe de 18 o 19 años me mandé a hacer
un vino blanco de Bonarda”, recordó el enólogo de Familia Morcos.
Desde aquel momento hasta hoy, la experiencia ha sido muy
satisfactoria. “Le ha ido muy bien porque fue algo rupturista en los mercados y
en la comunicación. No es porque sea mío, pero en calidad está muy bueno porque
es una uva que tiene una versatilidad hermosa”, explicó Morcos.
Además, la bodega sanmartiniana lleva a la cepa emblema del
departamento en la línea Familia Morcos, donde presenta un Bonarda de estilo
más tradicional. Por otra parte, Matías está llevando adelante un proyecto con
pequeños productores del Este en el que intenta revalorizar fincas que han quedado
un poco abandonadas y elabora distintos Bonardas con ellos para resaltar su
trabajo y el varietal.
Otras expresiones de Bonarda.
Después de Mendoza, San Juan es donde podemos encontrar la
mayor cantidad de hectáreas (2.210). Desde allí nace el Mil Vientos Bonarda de
Bodega Merced del Estero.
Este vino nace de un viñedo ubicado en La Bebida, Rivadavia,
con una altura de 750 msnm, perteneciente a un antiguo brazo del río San Juan,
ubicado en una hondonada por donde aún pasa un cauce natural llamado el Estero
de Zonda.
Para Sebastián Rodríguez Landi de Merced del Estero, la
bonarda “comercialmente es una variedad que no tiene el reconocimiento que se
merece”. También contó que es una de las variedades que mejor se adapta a las
condiciones climáticas y de cultivo sanjuaninas, dando vinos con niveles de
color alto, un perfil aromático frutado predominando la fruta roja, en boca da
taninos dulces, acidez agradable y niveles de alcohol moderado.
En Salta, donde hay apenas 48 hectáreas plantadas, el
departamento de Cafayate es el que concentra la mayoría con 30. Allí
encontramos a Bodega El Porvenir, donde decidieron elaborar un Bonarda que
busca mostrar un vino fácil de beber, con mucha fruta y frescura.
Lucía Romero de El Porvenir contó que para
lograrlo aprovecharon la frescura natural que le aporta la altura y la amplitud
térmica de la zona, sumado a una cosecha temprana. Así lograron un vino que
puede acompañar las comidas, pero que también se adapta a distintos momentos de
consumo. Debido a la buena aceptación de este vino que lanzaron en 2019, la
producción ha ido creciendo y también ha podido ser exportado a Canadá e Inglaterra.
Publicado en Guarda 14 del Diario "Los Andes" de Mendoza, domingo 23 de