domingo, 26 de mayo de 2024

¿Por qué se desploma el consumo de vino en Argentina?

 

¿Por qué se desploma el consumo de vino en Argentina?

El consumo de vino en Argentina se encuentra en una notable disminución, como en “caída libre”. ¿Cuáles son las razones que explican la tendencia?

Por Carla Barbuto.

El consumo interno se desploma año tras año.

El consumo de vino en Argentina parece estar en caída libre y realmente ésta no es una tendencia novedosa. El último informe publicado por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) sobre la comercialización de la bebida nacional en el mercado interno le puso números al desastre: de abril 2023 contra abril 2024, el consumo cayó 11,1%.

También se registraron caídas en el análisis a nivel trimestral interanual (primer trimestre de 2023 contra primer trimestre de 2024) y mensual (de marzo en comparación con abril de este año). De acuerdo al informe, la caída trepa al 6,4 si se compara los trimestres y, en relación a marzo de este año, la baja de abril es de 0,5%.

La caída supera el 11%. Fuente: INV.

Allá lejos y hace tiempo.

El presente del sector en el mercado interno es aún más difícil de asimilar por nostalgia. Durante las primeras décadas de los años 70, el consumo interno alcanzaba casi los 92 litros por persona, una cifra que hoy no es más que un recuerdo de los años de esplendor.

Este drástico cambio se evidencia aún más al observar la tendencia de los últimos veinte años, periodo durante el cual el consumo per cápita de vino en Argentina ha disminuido en 20 litros, pasando de 33,7 litros a solamente 16,7 litros por persona.

Este descenso en el consumo de vino refleja cambios significativos en los hábitos y preferencias de los argentinos, marcando un punto de inflexión en la industria vitivinícola nacional y planteando desafíos tanto para productores como para comercializadores en el ámbito local.

Según Walter Bressia, la baja se debe a "bolsillos flacos".

“Bolsillos flacos”.

A la hora de ensayar una explicación para este desplome actual, es inevitable pensar que buena parte del fenómeno se atribuye a la inflación y la pérdida de capacidad de compra de los argentinos.

Sin embargo, también es cierto que la tendencia se repite desde hace años, con la excepción del 2020. Durante la cuarentena por Covid-19 las personas compraron más vino, pero una vez pasada la etapa más severa del confinamiento, volvió a disminuir la cantidad de litros consumidos en el mercado interno.

En este punto, no sorprende que Walter Bressia, presidente de Bodegas de Argentina (BdA), vincule la notable caída en el consumo de vino con la declinación general de la actividad económica en el país y una marcada pérdida del poder adquisitivo de los ciudadanos argentinos.

“Los bolsillos flacos hacen que el vino, siendo una bebida que puede ser fácilmente sustituida por opciones más económicas o incluso por agua, deje de ser una prioridad. La gente prefiere invertir el dinero que costaría una botella de vino en alimentos”, dijo Bressia en declaraciones radiales.

La caída se mantiene en la comparación trimestral. Fuente: INV.

La caída del vino.

Volvamos al informe del INV porque el consumo de vino en Argentina parece estar en picada y los números lo ratifican. En el análisis de abril de 2023 en comparación con igual periodo de este año, todos los tipos cayeron salvo los varietales, que registraron un alza del 6%. En el piso del consumo, están los espumantes con una baja del 39% y los vinos secos o dulces, que han bajado un 68,5% en las ventas.

Con relación a los envases, el mismo período de análisis muestra una disminución del 4,2% en los despachos de vino en botella, una baja de 19,5 en los vinos en tetra-brik y de 12% de la damajuana. Todos los indicadores están precedidos por el signo menos. Vinos de varietales, espumosos, secos, sin mención de varietal o dulces, tanto unos como otros todos disminuyeron

En cuanto a la tendencia que refleja el primer trimestre tampoco hay buenas noticias para el sector. Según el reporte que acaba de difundir el INV, todos los indicadores están en rojo. Aunque todos los tipos de vino cayeron, se destaca el desplome de los espumantes con una baja del 30%.

Cuando se mira con detenimiento la tabla “Por tipo de envase” se observa que no se salva ni siquiera las líneas más económicas, como los que se venden en tetra-brik, ya que cayeron más del 5%.

La baja en el consumo interno viene de décadas de deteriorio.

El antecedente inmediato.

La tendencia se afianza de forma alarmante y los datos del INV para 2023 ya lo confirmaban. El año pasado, se comercializaron casi siete millones y medio de hectolitros de vino (7.752.601 hl), con una retracción del mercado que se confirmaba. A nivel general, la vitivinicultura argentina destina más del 70% de su producción al mercado interno y ese consumo se lo llevan principalmente los vinos llamados genéricos. Así el 65,5% de las ventas corresponde a vinos sin mención varietal, el 29,3% es varietal, el 4,8% espumoso y 0,4% otros vinos. “Respecto del año anterior, todas las categorías disminuyeron el volumen de ventas”, precisaba el INV.

Esta tendencia podía leerse de maneras diversas ya que mientras el vino genérico, el que más volumen se lleva, caía 1,4% en 2023, los varietales –Malbec, Cabernet, etc.- sufren un golpe aún mayor. Así, esta venta se desplomaba 15,2% mientras que los espumosos bajaban 6,3% en comparación con 2022. Los vinos secos o dulces, que en general se venden poco en las góndolas locales, el año pasado sufrieron una baja de 36,2% anual.

Cambio de hábitos, nuevas modas o "bolsillos flacos", lo cierto es que el mercado interno cada vez es menos atractivo para las bodegas. ¿Cambiará la tendencia?

*** Publicado en Más Producción de LA MAÑANA DEL NEUQUÉN.

https://masp.lmneuquen.com/vitivinicultura/por-que-se-desploma-el-consumo-vino-argentina-n1115969

Nota: No es un artículo que llena de optimismo este desplome actual pero… se difunde para conocimiento de lectores.

 

miércoles, 22 de mayo de 2024

MADUREZ CON HIDALGUÍA: CRECE EL CAMPO ESTILÍSTICO DEL TORRONTÉS. Por Joaquín Hidalgo.

 


MADUREZ CON HIDALGUÍA: CRECE EL CAMPO ESTILÍSTICO DEL TORRONTÉS.

De vino del año a blanco serio y de guarda, el Torrontés ofrece ahora algunos exponentes que resisten el paso del tiempo. Qué rol cumplen el estilo y el terruño en este proceso de envejecimiento en el que no se sacrifica vitalidad.


Cuando un vino envejece bien se gana el respeto de los bebedores. Esa es una regla que está largamente probada en el mundo, donde vinos como los de Barolo (Italia) o Burdeos (Francia) se han ganado el prestigio que atestigua el polvo depositado sobre las botellas.

Es un juego en el que está enzarzado el Malbec argentino en los últimos años, y en el que va ganando terreno, pero también uno en el que prácticamente nadie esperaba que pusiera una ficha el Torrontés Riojano, más conocido como Torrontés a secas.

De hecho, una de las críticas que suele hacérsele al Torrontés es que muere rápido. Es raro encontrar una botella con uno o dos años que esté en plena forma. En las generales de la ley, los aromas de rosas y azahar, tan atractivos al comienzo, con el paladar ágil y vibrante, viran rápido hacia las notas de naranjas mustias y pomelos secos, que terminan emparejando el sabor a los de un vino tardío, pero con paladar delgado y apenas hueco en el centro.

Eso es así para ciertos estilos de Torrontés. Y ahí es donde la cosa empieza a cambiar de la mano de otros estilos. De hecho, algunas botellas ya dan buena cuenta de ese salto hacia la guarda y pude probarlas a comienzo del mes pasado, cuando realicé una cata vertical de Susana Balbo Barrel Fermented desde 2015 a 2023.

La idea misma de la cata era probar la resistencia y crecimiento en el tiempo. No me defraudé.

Una de las críticas que suele hacérsele al Torrontés es que muere rápido.

En este viaje por nueve añadas, pasaba lo que pasa con los grandes vinos: cada botella habla de los años, ofrece versiones de las cosechas y de cómo evolucionaron los sabores desde las hierbas y las flores, en este caso, hacia matices de cera de abeja, tomillo y menta; y cómo el paladar estridente del comienzo se vuelve envolvente.

Lo notable es que no había ningún rastro de cítricos maduros o secos, ni de fatiga. Todo lo contrario: vinos atléticos y vitales, incluso para los más viejos. Fue como encontrar el hilo de Ariadna.

El Torrontés y los límites de terruños.

El Torrontés Riojano es una uva criolla descrita por primera vez por el naturalista Damián Hudson a mediados del siglo XIX en los Anales de la Sociedad Rural Argentina.

Hudson tomó prestado el nombre de unas variedades españolas que comparten, con variantes, la raíz: Turruntés (Rioja), Torrontés (Galicia), Torontel (Castilla y León).

Para más confusión, en nuestro país hay tres variedades criollas con nombre de Torrontés: el Riojano (con casi 8000 hectáreas plantadas), el Mendocino y el Sanjuanino, de poco predicamento.

Puesta en perspectiva, la diferencia entre un Torrontés que envejece y otro que muere pronto no es un asunto de la variedad, como siempre se esgrimió en su contra. Es un asunto de estilo y de terruño.

En cuanto al terruño, hay lugares en donde el clima, el sol y las labores culturales, hacen que el Torrontés resulte sabroso cuando se lo cosecha en el punto de las rosas y el azahar, justo cuando comienza a desbalancear el resto de las variables, como la acidez y los matices que dan vida en el largo plazo.

Ese es el modelo del Noroeste argentino (con muy logradas excepciones), que da blancos explosivos y llenos de sabor, ideales para un tapeo o para beber frío y a la sombra en los veranos calurosos.

Pero hay otros estilos y lugares que se están explorando ahora. Uno en el que el clima permite cosecharlo con un perfil más herbal, entre la albahaca y el jazmín. Uno que nace del frío, sea en la altura o en el sur profundo, y que cuando es joven ofrece una boca llena, refrescante y con cierto graso.

Por ahora son unos pocos, de los que el Torrontés Barrel Fermented de Balbo es punta de lanza, pero al que se suma Gran Enemigo Torrontés 2020, Alta Yarí Torrontés 2022 y Otronia Lagunar Torrontés 2021 entre los que vienen del sur.

Apertura estilística.

La gracia de este nuevo escenario para el Torrontés es que abre la paleta de estilos. Mientras que unos son joviales y llenos de energía y juventud, perfectos para beber en la temporada, los otros comienzan a cimentar un prestigio en la guarda. Desde ya que los precios son distintos entre ambos grupos.

Pero esa es la magia. Ya existían varios Torrontés Tardíos, que perdían por falta de acidez; ya existían los Torrontés con madera, aunque no siempre maridaron bien entre sus partes; y también existían festivos y carnavalescos de temporada, que forman el grueso de la oferta.

A ellos se sumaron la última década, pero en particular desde 2019 cuando apareció un puñado, una nueva vertiente que tiene, al menos en sabor, un guiño a los blancos de Alsacia, con paladares amplios y vibrantes de acidez, llenos de sabores ligeramente exóticos.

Entre todos ellos una cosa queda clara: el Torrontés, lejos de perder predicamento entre los productores, está en medio de una renovación estilística que promete. Al menos ahora, nadie podrá acusarlo de no tener potencial de guarda. Y ese es un perfecto punto de partida.

 Publicado en Vinómanos.

https://vinomanos.com/2024/05/como-es-el-torrontes-argentino/