Por resolución del INV, los vinos que tengan al menos 85% de
Criolla Chica podrán etiquetarse como tintos. Esta decisión no solo reconoce el
valor enológico de la cepa sino que impulsa el renacimiento del resto de las
uvas Criollas.
*** Por Alejandro Iglesias – Vinómanos.
En el mundo del vino existen ciertas cuestiones que escapan
al conocimiento del consumidor de a pie. Como suele suceder en cualquier
actividad, la vitivinicultura tiene reglas y legislaciones que atienden temas
de elaboración y comercialización en pos de que las bodegas creen los mejores
vinos. Y lo cierto es que son normas muy estrictas.
En el caso de las uvas Criollas, en particular la Criolla
Chica o Listán Prieto, estas regulaciones se convirtieron en un obstáculo hasta
hace unos días.
Criolla Chica: un poco de historia.
La Listán Prieto, conocida en Argentina como Criolla Chica,
fue una de las primeras variedades en llegar a América durante la colonización
española y si bien se la vinificó desde Estados Unidos hasta Argentina por
siglos, el desembarco de los cepajes franceses, a mediados del siglo XIX, la
sentenció a un segundo plano enológico.
Producto de este desplante, durante los últimos cien años la
Criolla Chica, al igual que el resto de las Criollas, se destinó para la
elaboración de vinos baratos y por esto el Instituto Nacional de
Vitivinicultura (INV) no la incluyó entre las uvas con atributos suficientes
para producir vinos de calidad.
De modo que estos vinos quedaron en un limbo a la hora de
salir al mercado ya que no se los podía etiquetar como el resto de los tintos
creados con uvas como Cabernet, Malbec o Pinot Noir.
Lucas Niven, referente entre los productores de vinos a
partir de uvas criollas en el Este de Mendoza, hace un tiempo nos explicaba:
“En un momento, la legislación te permitía elaborar vinos a partir de uvas
rosadas con tintas, y si en los análisis alcanzabas más de 600 puntos de color
podías etiquetarlo como tinto”.
“Pero eso cambió, y un vino para ser considerado tinto tiene
que estar elaborado al menos con 85% de uvas tintas, y las Criollas están en la
categoría de uvas rosadas. Por lo tanto, los vinos obtenidos con ellas se
debían etiquetar como rosados, aunque a la vista te puedan parecer tintos”,
amplió.
Esta cuestión, que a muchos les puede parecer una pavada, presentaba algunos cuestionamientos de parte de importadores o distribuidores internacionales en cuyos países los vinos de Criolla Chica no encajaban con sus legislaciones. De aquí la preocupación de varios productores por aclarar el asunto.
¡Se hizo justicia!
Finalmente, una reciente resolución del INV, con fecha 16 de
agosto, incorpora a la Criolla Chica, o Listán Prieto según su nombre original,
al listado de variedades tintas autorizadas para la elaboración de vinos de
calidad, marcando un hito significativo en la historia de la viticultura
argentina.
Por eso desde ahora, los vinos que tengan al menos 85% de
Criolla Chica podrán etiquetarse como tintos.
Esta decisión no solo reconoce el valor enológico de esta
cepa que dio el puntapié a la vitivinicultura americana en el siglo XVI sino
que también impulsa el renacimiento del resto de las uvas Criollas en la
industria vinícola del país.
“El reconocimiento de la variedad Criolla Chica como uva
apta para vinos tintos tendrá un impacto positivo en las exportaciones
argentinas”, aseguró Magdalena Pesce, CEO de Wines of Argentina y una de las
interesadas en que esta cuestión quedara resuelta.
Y agregó: “Durante los últimos años, los principales
destinos han sido Estados Unidos, Reino Unido, Brasil y Canadá. Esta variedad,
fresca y moderna, satisface la demanda de mercados que buscan vinos ligeros y
versátiles y atrae a consumidores que valoran la autenticidad”.
Desde hace una década, aproximadamente, un número creciente
de enólogos ha comenzado a explorar su potencial, dando lugar a vinos con una
interesante complejidad aromática que desafía las expectativas.
Hoy, esta cepa, conocida por su adaptabilidad a diferentes
condiciones climáticas y su resistencia, produce vinos que reflejan de manera
singular el terruño argentino y sobre todo representan un patrimonio muy
valioso para el país.
Aunque en el pasado se la asoció con vinos más simples, la
Criolla Chica ha demostrado su capacidad para ofrecer resultados de alta
calidad cuando se maneja correctamente en viñedo y bodega.
Según estudios recientes del INV, su composición
polifenólica y antociánica permite la elaboración de buenos vinos tintos, lo
que justifica su inclusión en el listado de variedades tintas aptas para la
elaboración de vinos de calidad.
Entre los que comenzaron con las gestiones para el
reconocimiento de la Criolla Chica también se destaca el empeño del enólogo
Santiago Mayorga, con los equipos de Nieto Senetiner y Cadus Wines.
Muy contento con la resolución, Mayorga destacó: “Además de
poder etiquetar estos vinos como tintos, algo más importante aún es que al
estar incluida la Criolla Chica en la nómina de tintas finas podremos
implementar el uso de las Indicaciones Geográficas”.
“Hasta ahora solo podíamos utilizar el origen más genérico,
Argentina. Esto es muy positivo para mostrar el trabajo que venimos realizando
con esta cepa patrimonial”, subrayó.
El resurgimiento de las uvas criollas, liderado por la
Criolla Chica, representa una oportunidad para redescubrir y revalorizar el
patrimonio vitivinícola argentino.
Es que al tiempo que se exploran nuevas fronteras en el mundo del vino, esta variedad emerge como un símbolo de autenticidad y tradición, abriendo nuevas posibilidades para los consumidores y productores.
Publicado en Vinómanos.
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