El informe anual de superficie del Instituto Nacional de
Vitivinicultura (INV) reveló que en 2019 se perdieron 3.064 hectáreas de
viñedos con respecto al año anterior. Para los referentes del sector, esta
situación es consecuencia de la falta de políticas de Estado y deficiencias de
infraestructura, entre otros aspectos sectoriales.
En detalle, los datos de la Subgerencia de Estadísticas y
Asuntos Técnicos Internacionales del organismo vitivinícola indican que la
superficie de vid de la República Argentina pasó de 218.233 hectáreas en 2018 a
215.169 hectáreas al 31 de diciembre de 2019.
Si se mira a largo plazo, se observa una situación
diferente, ya que la superficie con viñedos creció 7% en el país desde el año
2.000, aunque la cantidad de viñedos es menor. Actualmente hay un total de
23.668 inscriptos en todo el país, 263 viñedos menos que en 2018 y 1.512 menos
que en el año 2000. Entonces, la tendencia indica que cada vez hay menos
propiedades, pero más grandes. El tamaño medio del viñedo en el año 1990 era de
5,8 hectáreas, en el año 2000 de 8 has y
en el año 2019 de 9,1 has.
Mendoza con el 70% del total.
El tamaño medio de los viñedos en el país es de 9,1 ha., y
dentro de las siete principales provincias vitícolas el viñedo medio más
extenso corresponde a la provincia de Neuquén (18,8 ha), seguido por Salta (12
ha.), Mendoza (9,9 ha) y San Juan (9,3 ha), siendo Catamarca la que tiene los
viñedos menos extensos (2,1 ha. Promedio).
No obstante, en superficie total, Mendoza ostenta la mayor
cantidad de hectáreas (151.490), con el 70% de la superficie cultivada a nivel
país, y con 15.302 viñedos inscriptos (64,7% del total).
Mendoza marca la media de lo que sucede en el país, ya que
la disminución de hectáreas de la provincia supera el 50% de lo perdido a nivel
nacional (1.539 hectáreas, respecto a lo registrado en el año 2018). Sin
embargo, la superficie del último año en la provincia 7,4% superior a la
registrada en el 2000.
Al igual que a nivel nacional, a pesar de que la superficie
es mayor a la del inicio del milenio, la cantidad de viñedos es menor, y lo que
ha crecido es el tamaño de las propiedades. Es que en el año 1990 el promedio
era de 7,3 hectáreas, para 2000 era de 8,8 hectáreas, y a la fecha, el promedio
alcanza las 9,9 hectáreas en Mendoza.
Producción por departamento.
Hacia el interior de la provincia, el departamento con mayor
superficie cultivada es San Martín (18,6% del total), le sigue Luján de Cuyo
(10,2%), Rivadavia (10%), Lavalle (8,7%), San Rafael (8,6%), Maipú (7,5%), y
Junín (7,5%).
El comportamiento de cada municipio ha sido muy diferente en
los últimos años. Desde 2010 hasta hoy, algunos departamentos registran
aumentos considerables, como Luján de Cuyo (ganó 1.940 hectáreas), Tupungato
(1.496 has de crecimiento) y San Carlos (1.202 hectáreas). Los departamentos
que registran mayor disminución de superficie en este período son: San Martín
(-2.272 has), Maipú (-2.147 has) y San Rafael (-1.374 has).
Desde el 2000 se han implantado en Mendoza 73.168 hectáreas,
lo que implica una renovación de la superficie de vid en Mendoza. Como
resultado el 53,3% de la superficie tiene una edad menor a los 20 años. En
tanto, un 16,8% de la superficie tiene de 21 a 40 años, 20,4% entre 41 a 60
años, 7,2% entre 61 y 80 años. El restante 2,2% tiene más de 80 años de edad.
También ha cambiado el sistema de conducción, Mientras que
al comienzo del milenio la mayor superficie de vid estaba conducida en parral,
hoy la espaldera representa el 57,3% del total (un aumento del 33,9% desde el
inicio del milenio), y el 42% corresponde al parral. Existe un 0,7% con otros
sistemas de conducción. Hay un aumento de 21.964 has. de espaldera y una
disminución de
Igualmente, el Malbec es la variedad que más ha aumentado su
presencia en los cultivos locales, pasando de 14.338 has. en el año 2000 a las
actuales 37.754 has. Le siguen en importancia por su crecimiento en superficie,
aunque con bastante diferencia cuantitativa: Syrah (3.392 has. nuevas),
Aspirant Bousquet (3.379 has), Bonarda (2.444 has) y Ancellotta (1.730 has).
Esta última variedad es la que más ha crecido en términos relativos, ya que en
2000 solo habían plantadas 2 has de Ancellotta en Mendoza.
Por el contrario, las variedades que más disminuyeron
superficie en este período son: Criolla Grande (perdió 10.612 has), Moscatel
Rosado (-5.108 has), Pedro Giménez (-4.238 has) y Cereza (-3.314 has).
Es válido destacar además que de las 25 variedades más
cultivadas en Mendoza, hay 24 que tienen aptitud para elaboración y solo una
variedad es apta para consumo en fresco, Red Globe.
Rosadas y blancas.
La disminución de hectáreas en Mendoza durante el último año
responde especialmente a una reducción en variedades rosadas y blancas aptas
para elaboración, que explican 1.287 y 781 respectivamente, de las 1.539
hectáreas perdidas en total.
Por su parte, la superficie de variedades aptas para consumo
en fresco aumentó 25 hectáreas y las uvas aptas para pasas disminuyeron 32
hectáreas en el último año.
Concentración de la actividad.
De acuerdo con Mauro Sosa, titular del Centro de Bodegueros
y Viñateros del Este, la vitivinicultura no escapa al fenómeno de
profundización de concentración de la tierra en Argentina, lo que tiene que ver
con el abandono de viñedos y su posterior venta. “Eso va directamente a
aumentar la concentración de la propiedad de dichos establecimientos. Parece
que estamos yendo hacia una vitivinicultura sin agricultores, y en nuestro caso
sin productores ni elaboradores”, comentó.
Para el bodeguero, resulta necesario que el Gobierno y el
sector privado se ocupen seriamente de este fenómeno. “La baja rentabilidad
influye: el productor abandona sus viñedos y las bodegas cierran sus lagares.
En los últimos tres o cuatro años los precios se han mentenido en el orden de
los $ 8 para el vino tinto (precio sostenido) cuando la inflación ha llegado a
superar el 50%. No hay capital que resista eso”, agregó.
“A su vez, tenemos del otro lado un mercado recesivo que
aporta su problemática desde el punto de vista del consumo. No hay mucho
secreto en esto y si no hacemos algo cuanto antes, y empezamos a discutir
profundamente estas situaciones, vamos a terminar en un modelo de 12 litros per
cápita, cinco bodegas exportadoras, y cinco abasteciendo el mercado interno de
vinos. Los demás se repartirán las migajas de un mercado cada vez más chico,
tanto en oferta como en demanda”, cerró.
Para el titular de Coninagro, Carlos Iannizzotto, la pérdida
de 3.000 hectáreas viene siendo arrastrada por varios años hacia atrás. “En el
país hay un descenso de las explotaciones agrícolas, por falta de políticas de
Estado, infraestructura vial, hídrica y energética”, comentó.
La falta de conectividad es otro factor que, según
Iannizzotto, desalienta a las actividades rurales y favorece el abandono. “Poco
a poco los productores dejan de realizar tareas. No cierran y lo anuncian como
una fábrica, pero cae la producción y la rentabilidad. Tenemos caídas en
bodegas y en establecimientos productivos, lo que termina en una concentración
industrial porque cuando el productor no puede defender su precio, los pocos
que lo compran, lo definen”, apuntó.
Para el referente del sector, la falta de créditos a tasas
accesibles contribuyó a agravar la situación, especialmente para los pequeños
productores sin posibilidades de autofinanciarse. En este marco, la propuesta
de Coninagro es “promover el asociativismo, el desarrollo rural por medio de la
conectividad, y una fuerte apuesta al mercado externo para que, en forma
conjunta con el Estado, el empresario pueda solucionar los problemas de
sobrestock”.
Sin largo plazo.
Para Nicolás Vicchi, subgerente de la Asociación de
Cooperativas Vitivinícolas de Argentina (Acovi), se requiere una lectura a diez
años para entender cómo las altas y bajas en los precios afectaron a los
pequeños productores.
“Estamos viendo una caída de más de 2.500 hectáreas de un
ciclo a otro, pero cerca del 97% de las mermas corresponden a superficies de
menos de diez hectáreas. Son los pequeños productores los que han caído”,
explicó.
Para Vicchi, un análisis de una década permite ver cómo no
solo la vitivinicultura se vio afectada, sino que la falta de desarrollo de
políticas para mantener a la gente en el ámbito rural generó, como efecto
colateral, una caída en el PBG rural de los departamentos.
De lo publicado en Diario “Los Andes” de Mendoza, sábado 29 de
febrero de 2020.
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