sábado, 22 de junio de 2024

Agrestis, la bodega que nació para hacer espumantes y hoy brinda por el traspaso a una nueva generación.

Norberto Ghirardelli fue el impulsor del proyecto, pero ahora un hijo y una de sus hijas siguen el camino productivo, con el agregado de la veta turística y la realización de eventos. Un recorrido por una de las bodegas emblema de la vitivinicultura valletana.

El proyecto familiar de la Bodega Agrestis ubicado en la zona de chacras de General Roca comenzó en 1992, como resultado de una idea de un inquieto productor valletano: Norberto Ghirardelli.

Pasaron 32 años desde que la idea se cristalizó y creció a través del tiempo. Pero hoy transita nuevos aires, ya que se sumó la sangre joven necesaria para la continuidad de estos emprendimientos productivos de la Norpatagonia.

Norberto continúa con algunas labores en la bodega y sigue aportando sus ideas, pero de a poco se va convenciendo de que ya es hora de delegar. Y quien mejor que sus propios hijos/as para hacerse cargo de una idea que vieron nacer y crecer desde que eran apenas unos niños.

Pero será el mismo impulsor de Agrestis el encargado de contar su historia, la de una bodega que soñó e hizo realidad hasta alcanzar un lugar de privilegio entre los elaboradores de espumantes en la región.

Compramos esta propiedad con la bodega que existía, que estaba abandonada, y empezamos a reconvertir con viñedos nuevos, en aquel momento importamos plantas de Francia porque desde un principio esto nace como un proyecto de hacer el producto que hacemos”, dice Ghirardelli.

Empezamos a plantar en el año 94 y simultáneamente comenzamos a reciclar un poco la bodega, que era tradicional de piletas de hormigón, las fuimos revistiendo con epoxi”, rememora el productor vitivinícola.

«En el 97 hicimos la primera elaboración, pequeña, habrán sido unas 1.000 botellas, en el 98 fueron 3.000 y ya en el 99 fue una elaboración más grande». Norberto Ghirardelli, de Bodega Agrestis.

Yo venía de otro emprendimiento vitivinícola en la zona de Guerrico donde no hacíamos espumante, alguna experiencia había con el proyecto del vino fino de las zonas frías y después salió los vinos espumantes de la zona frías”, cuenta Ghirardelli sobre sus antecedentes en la materia.

“En aquel momento la provincia contrató a un técnico mendocino que se llamaba Antolín, que era referente de espumantes en Mendoza, que nos estuvo capacitando, yo después viajé a Francia donde estuve espiando y ahí empezamos acá”, relata sobre los comienzos del emprendimiento.

En el 97 hicimos la primera elaboración, pequeña, habrán sido unas 1.000 botellas, en el 98 fueron 3.000 y ya en el 99 fue una elaboración más grande ya que el viñedo producía un poco más, fue más a nivel comercial”, indicó el productor.

Producción y varietales.

“En esta propiedad tenemos unas 20 hectáreas, hay una pequeña parte con frutales y el resto es viñedo”, cuenta Ghirardelli.

“Acá cultivamos cinco variedades de uvas. El 75/80% de lo que elaboramos son vinos espumantes y el 20/25% restante corresponde vinos tranquilos”.

Continúa: “Para hacer esos vinos, que los hacemos exclusivamente con uvas propias, cultivamos dos variedades blancas y tres tintas”. “Las blancas con Chardonnay y Gewürztraminer y las tintas son Pinot Noir, Malbec y Cabernet, con ellas hacemos ese pequeño porcentaje de vinos tranquilos”, comenta sobre la parte productiva de la chacra.

A los espumantes van el Chardonnay, Gewürztraminer y gran parte del Pinot Noir. El Pinot Noir lo usamos una parte en blanco para hacer corte con Chardonnay para el champán y otra parte lo hacemos rosado para elaborar espumantes rosados de Pinot Noir”, dice ya directamente sobre la etapa de elaboración.

En la actualidad la producción de espumantes de la bodega está compuesta por las marcas Agrestis y Tenuis en los distintos varietales utilizados para la elaboración.

Falta impulso.

El sector vitivinícola regional buscó dar un mayor impulso a la actividad a través de la denominada Ruta del Vino. Esa iniciativa continúa en pie, pero le falta una mayor dinámica de ejecución, con el aporte de nuevas ideas y gente con ganas de trabajar.

“A nivel provincial había una secretaria de Turismo, que era Ana Boschi, que fue la impulsora de las rutas alimentarias, para lo que contrató un experto y se diseñaron cinco rutas alimentarias de la provincia: la ruta de la pera y la manzana, la ruta del vino, la ruta de la carne de ovina en la línea Sur, la ruta de los sabores andinos y la ruta de los sabores del mar”, cuenta Ghirardelli sobre las iniciativas que se implementaron para el sector años atrás.

“Nos falta mucha infraestructura, los problemas de la ruta por ejemplo. La gente llega en avión a Neuquén y para llegar acá empiezan las complicaciones”. Norberto Ghirardelli, de Bodega Agrestis.

Se trabajó mucho y de esos proyectos sólo se concretó el del vino, se pudo conformar una ruta entre las bodegas, nos dieron la personería jurídica y hasta el día de hoy es la única asociación formalmente constituida que existe en la provincia, referida a la vitivinicultura”, aclaró el productor.

No obstante, indicó: “Nos falta mucha infraestructura, los problemas de la ruta por ejemplo. La gente llega en avión a Neuquén y para llegar acá empiezan las complicaciones”.

“Tampoco hay mucha gente dispuesta a fomentarlo porque los que hacen turismo se dedican a un turismo emisivo y no receptivo. El hecho que la zona no sea un destino turístico como Bariloche o Mendoza no nos acompaña”, finalizó.

El recambio generacional, una buena noticia.

La bodega Agrestis cuenta hoy con un valor incalculable de cara a los desafíos productivos que se avecinan: el recambio generacional.

¿Cómo se está dando este paso fundamental para la continuidad de un proyecto de este tipo? Lo cuenta Ghirardelli en detalle, ya que lo vive en primera persona. “Cuando comenzamos con este proyecto mis hijos tenían entre 10 y 12 años, después se fueron a estudiar. Un poco influidos por mi actividad… creo, mi hija, que es la mayor, se fue a estudiar Turismo y Hotelería y el hijo varón se fue a estudiar Agronomía, otras dos hijas se volcaron a otros rubros”, cuenta a Diario Río Negro.

“Cuando terminan de estudiar se quedan en Buenos Aires un tiempo trabajando allá y la primera que vuelve es mi hija Florencia. Cuando me dijo que se volvía pensé ¿qué irá a hacer acá, porque esto no es un destino turístico?”

Me dijo: “Yo quiero hacer algo relativo a la bodega, turismo enológico, y empezó organizando algunos cursos de cata, eventos relacionados con charlas de vinos donde invitaba a algún referente como Alcides Llorente o Marcelo Miras”, relata Ghirardelli.

“Esto donde estamos ahora era un quincho familiar, de fin de semana. Así empezó a desarrollar un negocio complementario que fue creciendo hasta que decidimos hacer una inversión y ampliar este espacio para ya dedicarse de lleno a ese tema”, comenta sobre la llegada de la nueva generación.

“Después decidió volver Alfredo, yo me alegré sobremanera porque dije acá está el reemplazo, porque estos proyectos si uno no logra tener una continuidad se pierden”, dice el productor.

“Por suerte vino muy entusiasmado, el vio esto desde muy chico desde que plantamos e hicimos las primeras botellas, el hecho de haber estudiado Agronomía, ayudó para esa voluntad de incorporarse al proyecto…y hace 7 u 8 años que ya maneja todo”, aclaró.

Como en todo cambio estas nuevas incorporaciones fueron bienvenidas, pero casi siempre hay un pero. “Bueno, choques siempre hay…”, se sincera Ghirardelli, quien toma el recuerdo con humor aunque sin entrar en detalles.

Según dice: “Ahora estoy en franca retirada pero no me puedo despegar de esto, sigo yendo todos los días, menos tiempo pero voy. Te confieso que muchas veces voy pensando a ver qué macana se están mandando y después llegás y ves que no pasa nada, o que están haciendo las cosas mejor de lo que yo lo hacía… a uno le cuesta, delegar es muy difícil”.

“Por eso hay dos o tres cosas que sigo manejando yo”, aclara el productor.

Además de manejar “casi todo”, Alfredo Ghirardelli está terminando la Licenciatura en Enología, lo que le permitirá a la bodega contar con su propio profesional en la materia. Por ahora esa tarea recae en una persona que sabe y mucho del tema, el enólogo y asesor Marcelo Miras.

Por Miguel Vergara.

Publicado en el Suplemento LA PATAGÓNICA del Diario Río Negro (Edición papel Nro. 27274), domingo 16 de junio del 2024. Imágenes: Diario "Río Negro.

jueves, 13 de junio de 2024

Mano a Mano con Agustín Lanús, viticultor del Noroeste Argentino: “No tengo dudas que el Valle Calchaquí es la futura Borgoña”.

Mano a Mano con Agustín Lanús, viticultor del Noroeste Argentino: “No tengo dudas que el Valle Calchaquí es la futura Borgoña”.

Agustín es el creador del Sunal Exploración Criolla Chica Blanca; un vino de extrema altura hecho con un nuevo e increíble varietal. En esta nota, nos cuenta cómo fue el proceso y su recorrido.

Agustín Lanús, viticultor norteño, nos cuenta cómo fue el proceso y producción de este increíble descubrimiento argentino: Sunal Exploración Criolla Chica Blanca. Un vino de extrema altura con 2700 m.s.n.m, ¿Qué es este nuevo e increíble varietal?

-Hace muchos años que elegiste apostar en los Valles Calchaquíes ¿Cómo describirías el carácter que tienen los vinos de extrema altura?

“Justamente con esa palabra, carácter.. Lo que más me apasionó del Valle Calchaquí es que, ya por el 2003 cuando empece a estudiar Sommelierier en Buenos Aires, los podía distinguir. Ya podía percibir que eran vinos con otro perfil aromático que los típicos malbec mendocinos por ejemplo.

Y ya cuando empecé a hacer vino acá en 2013 me tome 4 años para elaborar muchos microterruños en Salta, Tucumán y Catamarca, y ahí si ya me quede impactado con la diversidad que hay.

Los malbec de extrema altura, esos de distintos viñeditos a mas de 2200 msnm tiene general una particularidad , yo digo que la uva se ‘apuna’ y cambia el perfil aromático incluso con los malbec de Cafayate y otras zonas del valle; yendo hacia aromas más herbales como el enebro, el molle, la jarilla y los mentoles. Son uvas de clima de montaña, expuestas a condiciones extremas, con mas rayos ultravioletas y mas síntesis de antocianos y polifenoles, algunos de suelos fríos y arcillosos, mas golosos, y otros de suelos graniticos o de laja muy fluidos con una frescura, acidez natural y elegancia impactante”.Agustín Lanús es el creador del Sunal Exploración Criolla Chica Blanca; un vino de extrema altura hecho con un nuevo e increíble varietal. En esta nota, nos cuenta cómo fue el proceso y su recorrido.

-¿Cuáles fueron los mayores desafíos que enfrentaste al crear este nuevo vino Sunal Exploración Criolla Blanca?

“El proyecto de Sunal Exploración, y particularmente la Criolla Blanca, fue uno de los desafíos más lindos que he tenido como viticultor. Fueron muchos años recorriendo familias que en todos sus jardines tienen estas plantas patrimoniales, con interpretaciones y conducciones diversas de acuerdo a la familia. Yo le llamo viticultura ancestral.

Desde que vi estas plantas por primera vez sentí un llamado grande a ponerlas en valor. Desde la primera vez que lo elabore en 2014 encontré en su rusticidad, unos taninos finos y una complejidad que no dude nunca que podríamos llegar a hacer grandísimos vinos a nivel mundial. Y así arranco esta linda aventura.

Puntualmente a la Criolla Blanca la descubrí hace muchos años en los viñeditos de la familia López en el paraje Cuchi Pampa, valle de Luracatao, plantas de 1906. Vi que eran muy distintas a la torrontés , con mucha pruina y racimos laxos grandes, peciolo bien verde y grueso; como la criolla chica pero blanca”.

-¿Cómo crees que este vino refleja el terroir del Valle de Calchaquí?

“Es una uva blanca nuestra, autóctona, hace unos 3 años lleve al INTAN para que saquen material genético y se estudie. Tiene un perfil aromático muy exotico y salvaje. Va más hacia los aromas tiolados como el Sauvignon Blanc, herbáceos, hoja de coca, piracinas. Yo lo quise elaborar al metodo ancestral: desborres gruesos, sin filtrar y con leves burbujas naturales.

"Para mí, estas uvas van a hacer historia en la viticultura argentina, son nuestras y son parte de una identidad que hay que revalorizar”, dijo Agustín Lanús.

" -¿Qué maridajes recomendarías para realzar la experiencia de degustación de este vino?

“Es un vino que me gusta de entrada, ese primer vino que te hace bajar un cambio y predisponer los sentidos, como para arrancar la comida. En Bad Brothers, lo maridamos con tabla de queso de cabra calchaquí, provoleta y con las empanadas fritas de queso y quinoa.

Aunque siempre el mejor maridaje es un lindo brindis...”

-¿Tenes alguna anécdota interesante o experiencia memorable relacionada con la elaboración de tus vinos?

“Una anécdota linda de este año fue cuando estábamos moliendo la Criolla Chica de Cachi con la bodega móvil. Estábamos con mi mujer y mis 5 hijos todos chiquitos arriba del tráiler llenando el tanque de uva hasta que de repente sentimos un estruendo. Se había caído el gato que lo sostenía, ¡Un sustazo!! Los chicos se siguen acordando, por suerte como anécdota divertida”.

-¿Cuál es tu visión para el futuro de los vinos del Valle de Calchaquí y en Argentina en general?

“Siempre digo que para mi el Valle Calchaquí va a hacer la futura Borgoña o Barolo de la Argentina. Todavía estamos en el inicio de lo que vendrá a futuro, con muchas zonas por explorar y actores por venir. En los últimos 10 años, ha habido un gran cambio en los vinos del valle, y los hacedores de vinos del momento tenemos la responsabilidad de mostrar la diversidad y tipicidad que pueden mostrar nuestros vinos, siendo coherentes y fieles a la características del valle.

En Argentina, creo que estamos en el mejor momento de la historia vitivinícola, en cuanto a la diversidad de proyectos, variedades, terruños y sobretodo calidad de los vinos; y siento que el mundo cada vez mas lo esta viendo, reconociendo y valorando; Aunque todavía falta mucho”.

Sunal Exploración Criolla Chica Blanca, el vino que está dejando huella en el Noroeste Argentino.

Publicado en GUARDA 14 del Diario LOS ANDES de Mendoza, 13 de junio de 2024.

Imágenes: Guarda 14.

https://guarda14.losandes.com.ar/aprendiendo/mano-a-mano-con-agustin-lanus-viticultor-del-noroeste-argentino-no-tengo-dudas-que-el-valle-calchaqui-es-la-futura-borgona/

jueves, 6 de junio de 2024

Un viaje a través de los viñedos únicos de Río Negro.

 

Un viaje a través de los viñedos únicos de Río Negro.


Ubicado entre General Roca y Choele Choel, Valle Azul brinda condiciones naturales extraordinarias para la producción de un vino exótico. Su historia es apasionante, incluye a una condesa italiana y a un rabdomante en el medio de las bardas.


Por Miguelina Missotti.



“La fecha del sueño de elaborar vinos en Patagonia se remonta a algún momento de mi infancia”, así comienza la charla con Felipe Menéndez, CEO de la Bodega Ribera del Cuarzo.

Si bien la historia de la bodega comienza en el 2008, Felipe tiene raíces en el vino que se remontan a 1883, cuando su tatarabuelo Melchor Concha y Toro, fundador de la bodega Concha y Toro, plantó su primer viñedo en el valle del Maipo, en Chile.

“Somos una familia argentino-chilena. Mi tatarabuelo Menéndez llegó de España. Como todos los inmigrantes de esa época, vino para construir su futuro en un país que se estaba comenzando a cimentar, y se instaló en Tierra del Fuego a pedido del jefe que tenía en ese momento, ya que trabajaba para una empresa que proveía de alimentos a los almacenes, se llamaba Echart y Compañía”, relata.

“Ahí conocí el vino”.

Después se dedicó a la lana, a la construcción de buques y secasó con la nieta de Melchor Concha y Toro, con quien tuvo hijos. “En el año 70 mi familia vino a Argentina y de Chile mantuvimos la casa de la bodega Casa Pirque. Yo pasé todos los veranos de mi infancia en esa casa y ahí conocí el vino porque la bodega está al lado de la vivienda, al igual que hoy sucede en Valle Azul, donde tenemos la casa y la bodega al lado”.

“Entonces, en febrero arrancaba la elaboración de vinos y nosotros estábamos siempre ahí, probando la producción entre ese aroma. Puedo decir que el amor por el vino se me despertó desde muy chico y siempre decía que yo iba a trabajar en vino”, expresa Felipe.

El sueño de Felipe.

Nicolás Catena era el padre de una compañera de colegio de la hermana de Felipe. “Siempre pasaba caminando por un lugar en Buenos Aires donde sabía que él tomaba café. Un día tomé coraje, me acerqué y le dije: ‘Tengo el sueño de transformarse en alguien del vino. Me gustaría trabajar con usted porque creo que lo que hace es maravilloso’”.

Un año después, Catena se contacta con Felipe y comenzaron a trabajar juntos hasta el 2015 que Felipe, llegando a sus 30 años, pensó que ya era momento de largarse solo porque la industria del vino es un trabajo que lleva toda la vida porque depende del ritmo de la naturaleza. “Nicolás fue la persona que me enseñó todo, siempre trabajé muy cerca suyo”.

Y así llegamos a 2008, cuando un suceso cambió la historia de Felipe. “Un día nos habíamos juntados con otros empresarios de la industria para probar algunos vinos y en particular con el cual todos quedamos fascinados: solo sabíamos que era un vino que hacía una italiana en un lugar de la Patagonia”, detalla.

La palabra clave.

Y cuando Felipe escuchó la palabra Patagonia no pudo pensar en más nada. A tal punto que un día propuso a su grupo de trabajo hacer una comparación de los mejores cinco Malbecs de la Argentina y cada uno debía elegir el suyo. Felipe llevó ese vino italiano-patagónico que había probado y, definitivamente, todos estuvieron de acuerdo con que era el mejor.

“Era algo exótico, que tenía una fuerza de fruta, de estructura, de color, de intensidad alta y al mismo tiempo mucha suavidad. Y eso no era común en ese momento. No era tan fácil lograr ese balance entre algo que tenía mucho carácter y al mismo tiempo suave y elegante”.

No era normal.

Esa degustación fue la culpable de que comenzaran una secuencia de muchísimos viajes por la Patagonia haciendo un rastrillaje de terreno de norte a sur y de este a oeste. El primer viaje fue al viñedo de Valle Azul, donde se producía ese vino que habían probado. “Ahí descubrimos que este viñedo no era normal porque las producciones en el valle de Río Negro se producen a orillas del río”.

Y eso tenía lógica: se levantan las compuertas, se riega por manto, el costo de riego es bajo y la tierra es muy, muy rica. La definición de las tierras a orillas del río es limo arcilloso. Sin embargo, este viñedo había sido plantado en la parte alta del valle, es decir, por fuera de la parte verde y fértil.

“Ahí arriba, en ese lugar, el suelo es totalmente diferente. Es un suelo suelto, de arenilla, de piedra, de mucha piedra calcárea, con alto contenido de carbonato de calcio, con registros volcánicos”, detalló Felipe.

Único en el mundo.

“El valle de Río Negro es único en el mundo. No hay otro valle así. Mirá que nosotros hemos caminado literalmente todos. No hay ninguna región del vino que no hayamos caminado, conocido, viajado, dedicado tiempo”, aseguró.

El valle de Río Negro combina estos dos ecosistemas totalmente distintos en uno mismo, en un mismo frío, con el mismo viento, con las mismas horas de luz. Tiene muchas horas de luz. O sea, la planta trabaja muchas más horas por día, pero también la primavera llega más tarde.

En 2017, Felipe y el equipo viajan a Nueva York y la vida lo termina juntando con la condesa italiana Noemí Marone Cinzano que hacía los vinos en Valle Azul. Durante la conversación de Felipe con la condesa, éste le cuenta su historia familiar en la Patagonia y ella le propone que vaya a conocer la bodega, ya que ella se estaba yendo a vivir a Portugal y ya no iba a poder continuar haciéndose cargo de la producción.

“Y así comenzamos a elaborar en esta bodeguita y este viñedo chiquito que ella había plantado y le dimos fuerza”, asegura.

“En estos diez años la hicimos crecer, plantamos 22 hectáreas más, compramos un poco más de campo que tiene este pie de barda tan particular, equipamos la bodega y estamos aprendiendo de este terruño que tiene tanto todavía para enseñarnos. Para lograr un vino rico e interesante tenemos que tratar de elaborar una diversidad de vino lo más amplia posible para que al momento de hacer el ensamble de todos esos pequeños vinos que hacemos, que conforman un vino, haya una complejidad rica y atractiva”, detalla.

“Entonces hay pedacitos del viñedo que te dan más fruta, otros que te dan un poquito más de fruta blanca, otros que te dan una cosa más mentolada, otros que te dan una cosa más estructurada. Y si trabajás el campo desde la poda, el momento de cómo vas llevando la planta, cómo trabajas el suelo, cómo cosechas, los tiempos de cosecha, podés ir armando de una pequeña parcela una diversidad de 30 vinos distintos. O sea, tenés 30 barricas que son 30 vinos distintos y después los ensamblás a tu gusto y generás una sensación de todo eso junto, que es el trabajo del año en el campo puesto dentro de una botella”, cuenta.

Altibajos argentinos.

Sin embargo, no todo es color de rosas en la industria del vino. En un momento, las facturas de energía eléctrica que llegaban eran tan altas que a comienzos de 2021 era muy probable que tuviésemos que dejar de elaborar vino ahí porque era muy caro.

“Se había transformado en el costo más alto y rompía todas las posibilidades de poder vender un vino a un precio normal. No era sustentable desde ningún punto de vista porque la italiana construyó un acueducto desde el río hasta la parte alta de la barda para propulsar el agua y poder plantar ahí”, remarca.

Entonces ahí estuvieron un buen tiempo analizando cómo podían resolver el problema del agua y fue así que conocieron a un hombre que les contó que donde ellos estaban parados el agua estaba ahí abajo mismo y había que buscarla. “Era casi ridículo, te diría, lo que él decía. Vos mirabas ese paisaje y decías "acá abajo no pudo haber agua”.

Comenzaron un proceso de búsqueda de agua que fue muy arduo. “Después de casi un año y medio, cuando ya estábamos para tirar la toalla, un vecino (Mauro Galera) vino una mañana y me dijo: ‘Vamos a buscar el agua como lo hacían los indios’”.

Empezaron a caminar el campo y marcaron cuatro lugares posibles, donde finalmente se confirmó que había agua. “Hoy regamos con esa agua a costo cero porque con un molino de viento vamos a tener el agua en superficie sin tener que prender ninguna bomba. De esta manera, todo va a ser sustentable”.

Su lugar en el mundo.

Para Felipe, Valle Azul es su casa y el lugar al que va a dedicar toda su vida. “Nuestra mirada está puesta en la Patagonia, porque todavía está todo por hacerse, como nos decía mi papá cuando éramos chicos. El principal aliado para la industria del vino es el paso del tiempo, que es muy lento”. Felipe cree que en los próximos 100 años van a ir floreciendo viñedos en muchos lugares de la Patagonia.

“Tenemos un país inmenso todavía por plantar y debemos hacerlo con conciencia preservando el ecosistema de donde vamos instalando plantas de vid, ya que son exógenas al lugar, entonces también hay que plantar con una cabeza mirando el futuro y pensando cómo hacemos para no destruir el lugar y poder convivir para siempre”, expresa.

Hoy, el tamaño de Ribera del Cuarzo tiene capacidad para elaborar 150.000 botellas. Es una bodega que produce de forma mecánica, es decir que no hay maquinaria que automatice el proceso.

La colección Ribera del Cuarzo se vende en Argentina y también se exporta a más de 12 mercados a un promedio de US$600 FOB su caja de 6 botellas, y ya tienen acuerdos cerrados con 12 mercados más. Entre los mercados a los que exportan están Estados Unidos, Brasil, España, Francia, China, Finlandia, Islandia, Perú, Uruguay, Panamá, Japón, Colombia, Corea del Sur, y Taiwán.

Publicado en Más Producción de La Mañana del Neuquén.

https://masp.lmneuquen.com/vitivinicultura/un-viaje-traves-los-vinedos-unicos-rio-negro-n1117118

12 VINOS EXTRAORDINARIOS QUE DEFINEN EL GENUINO SABOR PATAGÓNICO.

12 VINOS EXTRAORDINARIOS QUE DEFINEN EL GENUINO SABOR PATAGÓNICO.

Centradas en la calidad, las bodegas de esta región deslumbran con etiquetas que es un placer probar. Aquí, nuestras elegidas.

Por Joaquín Hidalgo *

La Patagonia es un extenso territorio al sur de Argentina. Ese mapa, que es el mismo que hemos visto hasta el cansancio desde la primaria en adelante, es sin embargo impreciso. Más aún en materia de vinos.

Es que la Patagonia arranca a la mitad de la Argentina, no en el sur. Y, como se suma la Antártida al territorio nacional en los mapas, vendría a ocupar el centro norte. 

Rarezas de la cartografía, si esa misma óptica se aplicara al vino, la zona más plantada con vid de la Patagonia estaría poco más que al norte de nuestro país. En esa perspectiva, esta región vitícola que da cuenta del 1,5% del vino en Argentina tendría otra visibilidad.

En la región patagónica hay unas 3500 hectáreas de viñedos de las que Neuquén tiene la mayor parte, con unas 1770. Siguen Río Negro, con 1550 hectáreas, La Pampa con 302 y Chubut, con unas 80.

Los australes, mejor puntuados.

Conviene tener en mente esta otra comparación: si los viñedos están entre los 39 y 45 grados de latitud Sur, sería el equivalente austral de los viñedos de Europa. Otra sobrada razón para ponerla en el centro. Pero aún hay más.

En materia cualitativa y de precio, la Patagonia es una región que ofrece un promedio alto. Aquí, el clima y la distancia hacen inviable el negocio de alta rotación y precios módicos, con lo que las bodegas se concentran cada vez más en vinos cualitativos. 

Con un plus de largo plazo y reciente aparición: es una región en la que se están explorando suelos, territorios y climas más que en ninguna otra zona del país. 

De ese fenómeno la provincia de Chubut es la que hoy se muestra más vital: entre los viñedos del Hoyo de Epuyén a los de Trevelin en la Cordillera, sumados a los que se plantan en los valles del Río Chubut y Senguer, ahí es donde hay terreno fértil para descubrir.

Tanta alharaca sobre la Patagonia tiene mucho que ver con un tasting que publiqué hace unos meses en Estados Unidos y donde, de los vinos extremos de Argentina –por condición geográfica, no estilística– los más interesante y mejor puntuados venían de la región austral. 

Algunas de esas etiquetas, incluso, marcan un espacio propio en la cancha de vinos de Argentina. 

12 vinos extraordinarios elegidos.

Y puestos a conocer el sabor de la región, conviene apuntarse con algunas botellas. Las que rankearon con más de 90 puntos son:

1. Fabre Montmayou Merlot 2021. Elaborado con viñas viejas plantadas en Allen, este tinto profundo ofrece estructura y sabor frutal. 

2. Ribera del Cuarzo Blend Parcela Única 2020. Con uvas de Valle Azul, este corte 48% Malbec, 40% Merlot y 12% Petit Verdot brinda buen cuerpo y jugosidad.

3. Humberto Canale Gran Reserva Malbec 2022. Oriundo de Roca, este Malbec une fruta confitada con un paladar jugoso y de taninos finos. 

4. Alandes Malbec de la Patagonia 2022. Cosechado en Fernández Oro, este tinto de crianza conjuga intensidad de sabor y paso jugoso.

5. 45 Rugientes Merlot 2021. Desde Sarmiento, Chubut, este Merlot ofrece una nueva cara a la variedad, con fruta fresca y taninos pulidos. Rico.

6. Chacra Treinta y Dos 2022. Mainque, en Río Negro, tiene viñas viejas de Pinot Noir con el que se elabora este tinto delicado y lleno de sabor.

7. Noemía Malbec 2021. Con viñas viejas de Mainque, Río Negro, este tinto perfumado y con matices consigue deslumbrar en el país del Malbec.

8. Special Blend 2021. Desde Bodega del Fin del Mundo, en San Patricio del Chañar, y con crianza, este corte de 40% Malbec, 40% Cabernet Sauvignon y 20% Merlot propone un tinto maduro y jugoso. 

9. Saurus Malbec Barrel Fermented 2022 fermenta y se cría en barricas. Con uvas de San Patricio, alcanza un perfil frutado y jugoso, con textura aterciopelada.

10. Wapisa Malbec 2021 proviene de la costa atlántica de Río Negro y propone un perfil más ligero y de fruta madura en boca. 

11. Contra Corriente Pinot Noir 2020 viene de Trevelin, Chubut, y ofrece un tinto delicado y de elevada frescura.

12. Familia Miras Cabernet Sauvignon 2022 emplea uvas de Mainque y consigue un tinto de cierta ligereza y profundidad de fruta con esta variedad bordelesa.

Por Joaquín Hidalgo.

* Es periodista y enólogo y escribe como cata: busca curiosidades, experimenta con formatos y habla sin rodeos de lo que le gusta y lo que no. Lleva más de veinte años en esto. Lo leen en Vinómanos (plataforma que fundó en 2013) o bien en medios nacionales, como La Nación y La Mañana de Neuquén. Desde 2019 es el crítico para Sudamérica de Vinous.com (EE.UU.).

Publicado en Vinómanos.

4 de junio del 2024.

https://vinomanos.com/2024/06/vinos-extraordinarios-de-la-patagonia/

domingo, 2 de junio de 2024

El excéntrico multimillonario suizo que produce vino en un rincón de Patagonia.

 


El excéntrico multimillonario suizo que produce vino en un rincón de Patagonia.

La bodega Ojo de Agua es propiedad del suizo Dieter Meier, empresario, artista multifacético y un apasionado de las costumbres y los productos del campo argentino.

Cuenta la historia que Dieter Meier vino a la Argentina junto a su padre, por negocios, hacia principios de la década del 70. A partir de ese viaje, este hijo de importantes industriales europeos, quedó impactado por las bondades y costumbres de estas tierras. Fue así que, hacia la década del 80, Dieter Meier comienza a comprar sus primeras tierras en la pampa húmeda.

El nombre Ojo de Agua, refiere a la estancia ubicada al pie de Sierra La Vigilancia en la provincia de Buenos Aires, fundada por Pedro Luro en 1868, meca y emblema de las carreras y de la crianza de los mejores caballos pura sangre. Hacia 1996 Dieter Meier compra esta estancia y comienza a criar ganado y producir carnes.

Al mismo tiempo, comienza a viajar por el país para buscar los mejores suelos para producir vinos orgánicos y otros productos, y es así que llega a adquirir hectáreas en Mendoza, Salta y en la Patagonia. Parte de lo que se produce en estos terruños se exporta y tiene, entre sus destinos, los prestigiosos restaurantes propiedad del empresario alrededor del mundo, donde se ofrecen productos made in Argentina.

Siempre bajo el ala de la producción orgánica, como el mismo Dieter dijo. “El viñedo debe expresarse sin ninguna intervención. Imagina las posibilidades en las regiones vinícolas más ricas de Argentina si incorporásemos una viticultura pura y libre de productos químicos”, expresó alguna vez marcando la línea de que toda la producción en el país sería orgánica, como lo es actualmente.

Un personaje multifacético.

Dieter Meier nació un 4 de marzo de 1945 en Zurich, quienes lo conocen personalmente dicen que es una persona muy activa, un viajero incansable y un apasionado de la vida. Entre sus múltiples ocupaciones figuran la de jugador de póker, letrista, músico, novelista, golfista, industrial, cineasta, actor, restaurador, enólogo, ganadero y ¡hasta gaucho argentino!

Este excéntrico gentelman llegó a estudiar leyes hasta que se convirtió en jugador de Póker profesional y luego se transformó en músico. En este rubro, fue fundador del grupo Yello, junto a Boris Blank uno de los más reconocidos en el estilo electropop. Con intenciones de resumir este aspecto de su personalidad, su carrera y trabajos en diferentes disciplinas artísticas es muy extensa y supera los límites de esta nota.

Hacia fines de la década de los 90’s Dieter se sumerge de lleno en su nueva pasión, la producción orgánica de carnes, vinos y otros productos como nueces, avellanas, miel y hasta semillas de chía. Esta actividad lo llevó a adquirir tierras en la Provincia de Buenos Aires, La Pampa, Mendoza, Salta y la Patagonia.

Enamorado de las uvas del Valle Medio.

La planta de elaboración de vinos de la bodega Ojo de Agua se encuentra en Luján de Cuyo, Mendoza, lugar en el que se pueden realizar visitas guiadas y comer en su restaurante. Hasta este lugar, llegan las uvas desde otras partes del país para la elaboración de las diferentes líneas de vinos, como la que llega desde el Valle Medio de Río Negro.

Según Mauricio López, enólogo de la bodega Ojo de Agua, “el hecho de elaborar vinos de la Patagonia nace varios años más tarde del proyecto de elaborar vinos orgánicos en Mendoza”. Mientras que los viñedos de Mendoza se plantaron en el año 2002, “las primeras plantaciones (en Río Negro) fueron en el año 2011 en Fortín Castre, a unos 80 km. de Choele Choel”.

Respecto a las cepas que se cultivan en tierras rionegrinas “En un principio se comenzó con ChardonnayPinot y Malbec. Luego se amplió a Sauvignon BlancMerlot y Cabernet Franc” asegura López y afirma que, actualmente, son 40 las hectáreas plantadas, una parte se encuentra en una chacra y otra en la barda.

Particularmente la bodega usa las uvas de estos viñedos para elaborar la línea Ojo Negro, “donde contamos con un Chardonnay, un Sauvignon Blanc, Rosé de Pinot, un Pinot NoirMalbec, Merloy Cabernet FrancSon vinos frescos, frutados, donde buscamos mantener las características de cada varietal lo más expresivas posibles”, explica el enólogo en diálogo con +P.

“La zona nos da uvas de muy buena calidad y tratamos de reflejar eso en cada uno de los vinos, donde generalmente trabajamos en tanques de acero inoxidable pequeños, maduramos en huevos de cemento y, en algunos casos, un porcentaje de vino pasa un tiempo por barricas de tercer y cuarto uso”, dice López sobre esta línea que se exporta a Suiza, Alemania y recientemente a Estados Unidos e Inglaterra, aunque también se comercializa en el mercado interno.

En las cinco hectáreas que hay en la chacra de Fortín Castre, hay una hermosa estancia donde Dieter Meier suele quedarse algunos días a disfrutar del clima soleado y seco del Valle Medio. El resto de los terruños se encuentran en la barda, que posee suelos áridos y muy ricos en minerales, donde también se producen carnes y frutos secos, todas las bondades que dan estas tierras patagónicas.


Publicado en Más Producción de La Mañana del Neuquén. Imágenes del mismo diario.

https://masp.lmneuquen.com/vitivinicultura/el-excentrico-multimillonario-suizo-que-produce-vino-un-rincon-patagonia-n1117482