El proyecto familiar de la Bodega Agrestis ubicado en la zona de chacras de General Roca comenzó en 1992, como resultado de una idea de un inquieto productor valletano: Norberto Ghirardelli.
Pasaron 32 años desde que la idea se cristalizó y creció a través del tiempo. Pero hoy transita nuevos aires, ya que se sumó la sangre joven necesaria para la continuidad de estos emprendimientos productivos de la Norpatagonia.
Norberto continúa con algunas labores en la bodega y sigue aportando sus ideas, pero de a poco se va convenciendo de que ya es hora de delegar. Y quien mejor que sus propios hijos/as para hacerse cargo de una idea que vieron nacer y crecer desde que eran apenas unos niños.
Pero será el mismo impulsor de Agrestis el encargado de contar su historia, la de una bodega que soñó e hizo realidad hasta alcanzar un lugar de privilegio entre los elaboradores de espumantes en la región.
“Compramos esta propiedad con la bodega que existía, que estaba abandonada, y empezamos a reconvertir con viñedos nuevos, en aquel momento importamos plantas de Francia porque desde un principio esto nace como un proyecto de hacer el producto que hacemos”, dice Ghirardelli.
“Empezamos a plantar en el año 94 y simultáneamente comenzamos a reciclar un poco la bodega, que era tradicional de piletas de hormigón, las fuimos revistiendo con epoxi”, rememora el productor vitivinícola.
«En el 97 hicimos la primera elaboración, pequeña, habrán sido unas 1.000 botellas, en el 98 fueron 3.000 y ya en el 99 fue una elaboración más grande». Norberto Ghirardelli, de Bodega Agrestis.
“Yo venía de otro emprendimiento vitivinícola en la zona de Guerrico donde no hacíamos espumante, alguna experiencia había con el proyecto del vino fino de las zonas frías y después salió los vinos espumantes de la zona frías”, cuenta Ghirardelli sobre sus antecedentes en la materia.
“En aquel momento la provincia contrató a un técnico mendocino que se llamaba Antolín, que era referente de espumantes en Mendoza, que nos estuvo capacitando, yo después viajé a Francia donde estuve espiando y ahí empezamos acá”, relata sobre los comienzos del emprendimiento.
“En el 97 hicimos la primera elaboración, pequeña, habrán sido unas 1.000 botellas, en el 98 fueron 3.000 y ya en el 99 fue una elaboración más grande ya que el viñedo producía un poco más, fue más a nivel comercial”, indicó el productor.
Producción y varietales.
“En esta propiedad tenemos unas 20 hectáreas, hay una pequeña parte con frutales y el resto es viñedo”, cuenta Ghirardelli.
“Acá cultivamos cinco variedades de uvas. El 75/80% de lo que elaboramos son vinos espumantes y el 20/25% restante corresponde vinos tranquilos”.
Continúa: “Para hacer esos vinos, que los hacemos exclusivamente con uvas propias, cultivamos dos variedades blancas y tres tintas”. “Las blancas con Chardonnay y Gewürztraminer y las tintas son Pinot Noir, Malbec y Cabernet, con ellas hacemos ese pequeño porcentaje de vinos tranquilos”, comenta sobre la parte productiva de la chacra.
“A los espumantes van el Chardonnay, Gewürztraminer y gran parte del Pinot Noir. El Pinot Noir lo usamos una parte en blanco para hacer corte con Chardonnay para el champán y otra parte lo hacemos rosado para elaborar espumantes rosados de Pinot Noir”, dice ya directamente sobre la etapa de elaboración.
En la actualidad la producción de espumantes de la bodega está compuesta por las marcas Agrestis y Tenuis en los distintos varietales utilizados para la elaboración.
Falta impulso.
“A nivel provincial había una secretaria de Turismo, que era Ana Boschi, que fue la impulsora de las rutas alimentarias, para lo que contrató un experto y se diseñaron cinco rutas alimentarias de la provincia: la ruta de la pera y la manzana, la ruta del vino, la ruta de la carne de ovina en la línea Sur, la ruta de los sabores andinos y la ruta de los sabores del mar”, cuenta Ghirardelli sobre las iniciativas que se implementaron para el sector años atrás.
“Nos falta mucha infraestructura, los problemas de la ruta por ejemplo. La gente llega en avión a Neuquén y para llegar acá empiezan las complicaciones”. Norberto Ghirardelli, de Bodega Agrestis.
“Se trabajó mucho y de esos proyectos sólo se concretó el del vino, se pudo conformar una ruta entre las bodegas, nos dieron la personería jurídica y hasta el día de hoy es la única asociación formalmente constituida que existe en la provincia, referida a la vitivinicultura”, aclaró el productor.
No obstante, indicó: “Nos falta mucha infraestructura, los problemas de la ruta por ejemplo. La gente llega en avión a Neuquén y para llegar acá empiezan las complicaciones”.
“Tampoco hay mucha gente dispuesta a fomentarlo porque los que hacen turismo se dedican a un turismo emisivo y no receptivo. El hecho que la zona no sea un destino turístico como Bariloche o Mendoza no nos acompaña”, finalizó.
El recambio generacional, una buena noticia.
¿Cómo se está dando este paso fundamental para la continuidad de un proyecto de este tipo? Lo cuenta Ghirardelli en detalle, ya que lo vive en primera persona. “Cuando comenzamos con este proyecto mis hijos tenían entre 10 y 12 años, después se fueron a estudiar. Un poco influidos por mi actividad… creo, mi hija, que es la mayor, se fue a estudiar Turismo y Hotelería y el hijo varón se fue a estudiar Agronomía, otras dos hijas se volcaron a otros rubros”, cuenta a Diario Río Negro.
“Cuando terminan de estudiar se quedan en Buenos Aires un tiempo trabajando allá y la primera que vuelve es mi hija Florencia. Cuando me dijo que se volvía pensé ¿qué irá a hacer acá, porque esto no es un destino turístico?”
Me dijo: “Yo quiero hacer algo relativo a la bodega, turismo enológico, y empezó organizando algunos cursos de cata, eventos relacionados con charlas de vinos donde invitaba a algún referente como Alcides Llorente o Marcelo Miras”, relata Ghirardelli.
“Esto donde estamos ahora era un quincho familiar, de fin de semana. Así empezó a desarrollar un negocio complementario que fue creciendo hasta que decidimos hacer una inversión y ampliar este espacio para ya dedicarse de lleno a ese tema”, comenta sobre la llegada de la nueva generación.
“Después decidió volver Alfredo, yo me alegré sobremanera porque dije acá está el reemplazo, porque estos proyectos si uno no logra tener una continuidad se pierden”, dice el productor.
“Por suerte vino muy entusiasmado, el vio esto desde muy chico desde que plantamos e hicimos las primeras botellas, el hecho de haber estudiado Agronomía, ayudó para esa voluntad de incorporarse al proyecto…y hace 7 u 8 años que ya maneja todo”, aclaró.
Como en todo cambio estas nuevas incorporaciones fueron bienvenidas, pero casi siempre hay un pero. “Bueno, choques siempre hay…”, se sincera Ghirardelli, quien toma el recuerdo con humor aunque sin entrar en detalles.
Según dice: “Ahora estoy en franca retirada pero no me puedo despegar de esto, sigo yendo todos los días, menos tiempo pero voy. Te confieso que muchas veces voy pensando a ver qué macana se están mandando y después llegás y ves que no pasa nada, o que están haciendo las cosas mejor de lo que yo lo hacía… a uno le cuesta, delegar es muy difícil”.
“Por eso hay dos o tres cosas que sigo manejando yo”, aclara el productor.
Además de manejar “casi todo”, Alfredo Ghirardelli está terminando la Licenciatura en Enología, lo que le permitirá a la bodega contar con su propio profesional en la materia. Por ahora esa tarea recae en una persona que sabe y mucho del tema, el enólogo y asesor Marcelo Miras.
Por Miguel Vergara.
Publicado en el Suplemento LA PATAGÓNICA del Diario Río Negro (Edición papel Nro. 27274), domingo 16 de junio del 2024. Imágenes: Diario "Río Negro.
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