La Caroyense, historia del vino cordobés
La bodega de Colonia Caroya y su uva insignia: la Isabella
Fundada en 1930 por 33 inmigrantes italianos que decidieron aunar sus producciones, tuvo un auge entre 1950 y 1970, pero luego oleadas de granizo destrozaron el viñedo en el año 1975 y sufrió en fuerte declive.
Luego de ese pasado en el que llegó a ser una bodega importante en el panorama argentino, en el año 2000 la cooperativa presentó quiebra, y se convirtió en una sociedad anónima perteneciente a Juan Carlos Tai, quien la dotó de los primeros tanques de acero inoxidable.
Aquellos esforzados inmigrantes elaboraban vino de mesa, con un abastecimiento de doce millones de kilos y una producción que podía alcanzar hasta los seis millones de litros, debido a su gran capacidad instalada.
Hoy se utilizan tan solo 400 mil litros de esa capacidad ya que hay en uso unas pocas piletas. Hubieron 1.250 hectáreas de viñedos en la zona, pero ahora quedan aproximadamente poco más que 100 de ellas. Actualmente, además de uva de los productores de la región, se utilizan uvas traídas de La Rioja y Entre Ríos. La bodega no cuenta con viñedos propios y nunca los tuvo.
Siendo una bodega antigua, se destaca la posibilidad de observar los elementos que se usaban en la época, en el museo subterráneo, aunque se encuentra algo descuidado. Los piletones de concreto, pintados con epoxi son enormes, pero la mayoría se encuentran en desuso.
La uva estrella de la zona es la Frambua, también conocida como Isabella o "uva chinche"; es una uva dulce aromática e invasiva, que se amoldó bien a la zona y da lugar al vino insignia de Colonia Caroya.
Los impresionantes toneles de madera austríacos, que se encuentran apenas ingresar al edificio de la bodega, fueron un fracaso; ya que en el primer año de uso fallaron por ingreso de oxígeno y no se pudieron utilizar más que una vez, quedando como parte del decorado.
Hasta hace poco el enólogo fue Santiago Lauret, también pasaron un tiempo por la bodega Gabriel Campana y Agustina Luchetti, pero actualmente se encuentra a cargo Rafael Brico, quien nos cuenta: "Al elaborar vino normalmente no se siente mucho olor a vino, pero con la Isabella eso no sucede, el mosto se coagula más cuando la molés y se huele en toda la bodega. Hay dos clones diferentes, uno más temprano conocido como Isabella precoz y el otro que se cosecha más para marzo".
Dan alcoholes bajos, de 11 a 11,2°, por lo que se hacen con ella vino secos y cuando se los quiere hacer dulces, se les agrega mosto.
Es una bodega bien "de albañiles italianos", una construcción donde todo fue hecho de manera rústica y funcional, con mucho hormigón armado a la vista y nula decoración, a excepción del sector principal de la recepción, donde se encuentran los toneles de madera, que está construido a semejanza de la Catedral del Friuli, unos vitrales y la escalera metálica que cuenta con barandas de hierro.
Como las piletas son muy grandes, necesitan mucha uva para poder llenar esta bodega, que llegó a trabajar tres turnos de ocho horas en su mejor momento.
Durante la visita fuimos recibidos por Cristina Reinosa, quien amablemente condujo la degustación de los vinos que se realizó, acompañados de una picada de fiambres locales. Nos explicó que se dedican principalmente a los vinos regionales y que durante la gestión de Lauret se desarrollaron también los espumantes.
La Caroyense en una interesante opción de visita enoturística para quienes visitan la provincia de Córdoba, ya que permite no solo ver el proceso productivo, sino también apreciar la historia del vino en la zona y conocer los de esa uva que solíamos ver en los parrales de los abuelos: la uva Isabella o chinche.
*** Publicado en blogspot Ángel y Vino.
https://angelyvino.blogspot.com/2024/11/la-caroyense.html
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