Del total plantado con Cabernet Sauvignon, la provincia de Mendoza posee 10.756 ha (76,1%), seguida por San Juan con 1.405 ha (9,9%) y el resto de las provincias con 1.969 ha (13,9%).
El Cabernet Sauvignon, con más de 14 mil hectáreas plantadas en la Argentina, celebra hoy su día a nivel global, considerada la reina de las variedades tintas y con la que se elaboran vinos de reconocimiento internacional.
Originaria de Burdeos (Francia), fruto del cruzamiento natural entre Cabernet Franc y Sauvignon Blanc, en la Argentina está plantada en 14.129 ha, equivalentes a 7% del total de vid del país.
Según el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), en 2020 las variedades más cultivadas en el país eran el Malbec (21%), la Cereza (12%), la Bonarda (8%), el Cabernet Sauvignon (7%) y la Criolla Grande (6%).
Aunque se desarrolla mejor en climas templados y secos, como California (EEUU), la Argentina, Chile, España, Portugal, Italia, Sudáfrica, Nueva Zelanda y Australia, se encuentra plantado en casi todas las regiones vitivinícolas del mundo.
En la Argentina, del total plantado con Cabernet Sauvignon, la provincia de Mendoza posee 10.756 ha (76,1%), seguida por San Juan con 1.405 ha (9,9%) y el resto de las provincias con 1.969 ha (13,9%).
Para Adrián Toledo, enólogo de Colosso Wines y Bodega Sottano, "esta cepa tiene la particularidad de adaptarse a diversos climas y suelos, gracias a su alto nivel de plasticidad, una alta resistencia a las plagas y a otros factores de riesgo naturales”.
No obstante, la cantidad de hectáreas de Cabernet Sauvignon en todo el país disminuyó 13,7% en el período 2010-2020: en Mendoza cayó 14,5%, en San Juan 18,2% y en el resto del país 5,2%, según el INV.
Esta caída en la superficie dedicada a la cepa fue atribuida al aumento en el área ocupada por el Malbec, la cepa emblemática argentina para el mercado internacional, que en los últimos 20 años sumó 29.310 ha, al pasar de 16.347 ha en 2000, a las actuales 45.657 ha.
De racimos pequeños, al igual que sus granos, posee bayas con la piel gruesa rica en taninos; y se caracteriza por el aroma a frutos rojos y pimientos, más o menos intenso, según las zonas y sistema de cultivo utilizado.
“El Cabernet Sauvignon es el rey de las tintas, una cepa que se destaca por la expresión y la tipicidad: esos aromas a pimiento y pimienta negra, tan característicos”, Matías Ciciani Soler, enólogo de Bodega Escorihuela Gascón, expresó.
Así, da origen a vinos con mucho cuerpo y frutados, intensos y tánicos, adecuados para la guarda, exaltándose durante la crianza su intenso aroma, sabor y complejidad.
“El Cabernet Sauvignon es la variedad más desafiante del planeta porque hay que saber trabajar sus taninos para que el vino sea seductor y equilibrado, y es una variedad que exige precisión en la elaboración y no permite errores", agrega la enóloga Susana Balbo.
Por su parte, Diego Sánchez, enólogo de Bodegas Colón, consideró que “es versátil y de la cual se pueden obtener tanto vinos jóvenes y frescos como así también vinos aptos para guardas cortas o largas; se trata de un varietal que a su vez soporta una gran amplitud térmica y toma las características de cada zona en donde se la produce".
En el sur mendocino, afirma en ese sentido el enólogo Jorge Rubio, "el Cabernet Sauvignon encontró un terroir excepcional para desarrollarse; por ser una variedad de maduración tardía, los últimos 15 a 20 días son cruciales; en esta zona, estos últimos días de maduración se desarrollan con temperaturas moderadas sin grandes sobresaltos".
En tanto, Alejandro Pepa, enólogo de El Esteco, asegura que los Valles Calchaquíes son “un lugar casi ideal para lograr viñedos sin problemas sanitarios y donde variedades como el cabernet sauvignon se cosechan recién a fines de marzo o principios de abril”.
Asimismo, el Cabernet Sauvignon suele ser parte de vinos de corte con Merlot, Malbec y Cabernet Franc.
PUBLICADO EN "YO COMO" DEL DIARIO "RÍO NEGRO".
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