Foto Andrés Maripe. |
“En Río Negro hay 33 bodegas y la pérdida en el volumen de vinos la vamos a ver a en julio del 2023”, indicó Carlos Banacloy, ministro de Producción. “Al tener un daño tan grande en la región, ya no habrá alternativa de ir a buscar uvas a Neuquén o a San Juan, por ejemplo, porque allá el castigo fue similar o mayor”, añadió el funcionario.
Río Negro tiene 1.551 hectáreas de vid distribuidas en 237 viñedos, según los datos de la secretaría de Vitivinicultura. Solo el 5% tienen sistemas de defensa contra heladas. La mayoría de las bodegas son medianas y chicas y la única grande equivale a una pequeña de Mendoza.
Un productor chico de la provincia, que genera 10.000 botellas anuales, caería el próximo año a 2.000 con estas estimaciones de daños. Con ese capital tiene que sostener la producción. Y tras el impacto de la helada, debe seguir con las tareas culturales, con los desbrotes, poniéndole más costos a la vid.
La helada es tiempo y temperatura. Vos podés poner la mano en el freezer y no pasa nada. Ahora, si la dejás un rato, se te congela”. Horacio Bibiloni, enólogo de bodega Canale.
“Fue catastrófico lo de la helada de la noche del 31 de octubre”, explica Ricardo Tello, de la bodega San Sebastián, ubicada en la barda norte de Cervantes. No hubo leña para quemar que les alcanzará para cubrirse de una helada que arrancó a la medianoche, llegó hasta los -6° y se sostuvo durante 8 horas. El daño fue casi total porque todas las variedades estaban brotadas y florecidas.
En San Sebastián esperan salvar algo con el rebrote, pero Tello ya estima un incremento en el valor del vino por la merma en las cosechas. “Sumále la inflación, suba de insumos como corchos, botellas, cajas. Y en la cosecha, el costo será más elevado porque al trabajador no le rinde con pocos racimos, tiene que andar mucho más”.
El daño en viñedos del Valle Medio.
El impacto fue más leve para algunos viñateros del Valle Medio. Gerardo Costaguta, de la bodega Enclave Sur, formada por cinco socios, habló de pérdidas del 30 al 40%. Vio “mucho corrimiento” en Malbec y poco grano en el racimo, aunque no tanto en Cabernet Franc y Pinot. “No sabemos qué va a pasar con la calidad”, alertó.
Enclave Sur elabora 12.000 litros anuales en 45 hectáreas. A otros productores de la isla la helada los dañó más fuerte.
Canale, con más espalda.
Distinto es el caso de las bodegas con espaldas más anchas, como es el caso de establecimiento Humberto Canale, que tienen stock técnico para afrontar coyunturas críticas. La bodega elabora 1.600.000 litros anuales, un 60% se destina al mercado interno y el 40% se exporta.
Horacio Bibiloni, enólogo del establecimiento, dijo que todavía es muy difícil estimar qué volumen van a perder porque el daño no es lineal, no depende de la superficie afectada sino de la evolución que muestre la planta y lo que pase con cada variedad.
En los viñedos de Canale trabajó un plantel de 80 trabajadores en la noche de la helada fatal, que duró ocho horas. Hay pérdidas pero esperan todo lo que puedan traer los rebrotes.
“Hay algunas que reaccionan mejor y los brotes vuelven con racimo, es el caso del Pinot, pero otras vuelven sin nada”, aclaró.
Sobre fines de enero tendrán una proyección más clara de cuánto ha sido la merma en cada variedad.
La mayor producción de Canale es en Malbec y luego sigue el Merlot. Todos sus viñedos nuevos son en Pinot Noir, que es su apuesta para los próximos años.
Babiloni dijo que se abastecen también con un 30% de uva que compran a productores locales, que igual fueron dañados.
Todas las bodegas, en condiciones similares por el daño.
“Vamos a estar todas las bodegas medianamente iguales, entonces, salir a compensar la disminución de cosecha captando uva que entraba a otras bodegas no es la mejor estrategia porque va a generar distorsiones en los precios, movimientos en el mercado que no son los deseados. Y en la medida en que Canale tenga stock técnico, el abastecimiento del vino para el año que viene lo tiene asegurado”.
El enólogo de bodega Canale consideró que ante el escenario de daños hay que ser cuidadosos con las especulaciones, porque “en algunas variedades no habrá nivel de uva pero esto no es directó, automático y significará que en mayo del próximo año no habrá vinos para vender”.
Viñedos 1.551. Las héctareas destinadas a la vitivinicultura en Río Negro, con mayoría de bodegas chicas y medianas.
Dijo que el daño está, existe y es general. “Cuando se trata de granizo, el daño es puntual. Algún viñedo o cuadro se ha visto afectado, entonces podés salir a compensar con viñedos propios o comprando a terceros. Pero ahora, como el daño helada se dio en toda en toda la provincia, salir hoy a querer comprar uva es distorsionar el mercado y eso no favorece a nadie”.
Ante el escenario muy complejo y con una cosecha difícil de estimar, los bodegueros rionegrinos están expectantes con lo que pueda suceder en el 2023.
La voz de un bodeguero dañado.
Ricardo Tello tiene 39 años, la misma edad de la chacra que compraron en la barda norte de Cervantes para producir uvas y desde hace 20 años elaborar vinos.
Es el enólogo de Viñedos San Sebastián y ante la consulta de este diario por el impacto de las heladas tardías se ataja con un “fue catastrófico”.
Dice no tener recuerdos de una helada tan fuerte y prolongada.
Sin sistema de defensa activo, lo que hacen es rastrear y riego en cuadros cuando hay pronóstico malo, al que suman en su momento fuego con leña.
“Íbamos para una cosecha record, viña en plena producción, cuatro heladas superadas… Pero ese día, el 30 de octubre, ya tenímos -1,5° . Pasamos toda la noche combatiendo. A las 3 ya teníamos -6°”, cuenta Ricardo. No hubo leña que alcance ni modo de frenarla.
El daño fue tan grave que están armando de vuelta la planta.
“Acá me tenés, ajustando las ramas de los rebrotes -explica a Río Negro con voz pausada desde el celular- para ver cuánto es lo que salvamos”.
Apuesta a los rebrotes porque la planta “nunca te deja en banda”.
Banacloy: «El daño lo veremos en julio del 2023»
Carlos Banacloy, ministro de Producción de Río Negro, indicó que por el daño que dejaron las heladas tardías habrá menor producción de vinos regionales, un cuadro que los bodegueros no podrán revertir con la compra de uva a terceros, ya que todas las provincias productoras fueron afectadas.
Calificó de graves a a los daños, del orden del 70 a 100%.
“Por un lado tendremos esta nueva coyuntura con uva escasa y a productores que tendrán menores ingresos; y por otro todo, lo que originará a nivel comercial el no disponer de las materias primas para abastecer a los mercados”.
En cuanto a la pérdida en el volumen de vinos, sostuvo que la incidencia va a ser alta y que “la vamos a notar a partir de julio del 2023, que es cuando se liberan los vinos de la cosecha que viene. Pero al ser un daño tan grande el que tuvo la región, ya no habrá alternativa de ir a buscar uva a Neuquén o San Juan, por ejemplo, porque allí las pérdidas fueron similares o mayores. No hay forma de reemplazar”.
El ministro explicó que hoy se está consumiendo el stock de vinos de temporadas pasadas, principalmente de la liberación de vinos del 2020/22, que ocurrió en junio pasado.
Se mostró optimista por el comportamiento que viene mostrando el sector y destacó que este año se sumaron 100 hectáreas nuevas a las 1.600 existente, un número no se daba desde hace 20 años. Para apuntalar el proceso, advirtió que “no nos podemos permitir seguir perdiendo cosechas con las heladas. Hay que preservar lo que tenemos sumando sistemas de defensa y mejorando la tasa de reposición de viñedos viejos”.
P – ¿Cómo es la radiografía de los daños en Río Negro?
R – La helada no golpeó tanto en algunos lugares del Valle Medio y el centro del Alto Valle, que tiene un microclima, una zona más defendida de lo que es la barda norte. El sector en general tiene muy poca defensa. Por eso es importante seguir con las políticas de mitigación. Desde la Provincia se está acompañando con financiamiento muy blando para todo el sector productivo, pero ante este cuadro, hay que buscar herramientas más blandas que las preexistentes. Es muy distinto un financiamiento para un consumo en fresco (cerezas en caja de exportación) que para un producto que va a la industria, como pasa con la uva, que debe ser procesada, molida.
P – Describa al sector vitivinícola en la provincia.
R – Río Negro casi no tiene bodegas grandes. Lo que es una bodega grande aquí, equivale a una pequeña en Mendoza. Nuestra máxima categoría es una bodega de 1.500.000, 2.000.000 de litros anuales. La mayoría son medianas a pequeñas. Hay 33 bodegas en la provincia, 18 son elaboradores artesanales. Gran parte del sector está integrado. No tenemos bodegas sin uvas. La mayoría son productores y además le compran algo más a otros. Independientes hay muy pocos.
P – ¿Cómo es el perfil del productor?
R- En Río Negro los proyectos vitivinícolas son de productores, a diferencia de otras provincias en que los desarrollan inversores. Hoy en el país ves a empresarios vinculados al petróleo, comercio, medios de comunicación y ex futbolistas que tienen sus bodegas. Aquí, cuando uno recorre las bodegas, ve que están atendidas por sus dueños, en familia. Uno elabora, otro maneja el autoelevador, está quien comercializa, gestiona el marketing y las redes sociales. Río Negro es la única provincia centenenaria de la Patagonia en elaboración de vinos.
P – ¿Qué lugar ocupan los vinos de Río Negro en el mercado?
R – Hay un buen posicionamiento de marcas. Es la provincia con el valor FOB promedio más alto del país y con exportaciones por encima de la media nacional.
Los sistemas de defensa.
Una de las voces autorizadas en vitivinicultura en la región, el enólogo Alcides Llorente, explicó la necesidad de un buen funcionamiento de los sistemas de defensa contra las heladas.
Dijo que más allá de la helada extraordinaria de fines de octubre que generó el daño, ocurrió que “muchos viñedos presentaban el suelo sucio, seco y sin desmalezar a nivel del interfilar. No es la solución, pero uno o dos grados levantan”.
Los dos sistemas:
Activo: por calentamiento con el uso de calefactores, quema de leña, y con el riego por aspersión (cuesta 3.000 dólares por hectárea). Puede ir por arriba del viñedo para formar hielo, o subarbóreo, por debajo de la copa, para generar un ambiente de humedad. El subarbóreo es para heladas menos intensas. Otra defensa activa es con ventiladores, para bajar la capa de frío.
Pasivo: Se debe tener el suelo limpio, bien trabajado y húmedo. Libre de malezas debajo de la planta y en el interfilar. Durante el día, el poco calor que llega de la atmósfera lo toma el suelo. La helada se produce por una inversión técnica. Abajo hay mucho más frío que en las capas más altas.
PUBLICADO EN DIARIO RÍO NEGRO.
10/12/2022.
Imagen: Diario Río Negro. 10/12/2022.
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